«EL ATENEO GRAND SPLENDID», QUIZÁS LA LIBRERÍA MÁS BELLA DEL MUNDO (por Pablo R. Bedrossian)

Serie GRANDES EDIFICIOS DE BUENOS AIRES – Serie LIBRERÍAS MARAVILLOSAS DEL MUNDO

Solemos admirar los edificios por su fachada; no es común que su interior nos deslumbre más que su aspecto exterior. Sin embargo, la Librería El Ateneo Grand Splendid es uno de esos casos donde las profundidades son más luminosas que las superficies. Los invito a conocer su historia y a recorrerla.

Argentina es un país de ávidos lectores. Quizás por eso ha producido maravillosos escritores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Ernesto Sábato. Buenos Aires, su capital, sigue siendo famosa por sus librerías. Incluso Umberto Eco al inicio de “El Nombre de la Rosa” hace mención de ellas:

“Si nada nuevo hubiese sucedido, todavía seguiría preguntándome por el origen de la historia de Adso de Melk; pero en 1970, en Buenos Aires, curioseando en las mesas de una pequeña librería de viejo de Corrientes, cerca del más famoso Patio del Tango de esa gran arteria tropecé con la versión castellana de un librito de Milo Temesvar…”[1].

La más bella de todas es, sin duda, la librería El Ateneo Grand Splendid[2]. Ubicada en la Avenida Santa Fe 1860, entre la Avenida Callao y la calle Riobamba, fue originalmente un cine y teatro. Ahora, el espectáculo son los libros.

EL EDIFICIO

Por encargo del empresario discográfico Max Glücksman -un inmigrante austriaco que había llegado a los 15 años a la Argentina-, y bajo diseño de los arquitectos Rafael Peró y Manuel Torres Armengol, en 1917 se inició la construcción del Grand Splendid, inaugurándose en mayo de 1919. Aunque todos los artículos hacen referencia a “los arquitectos Pizoney y Falcope” a cargo de la dirección de obra, creemos que es un errónea referencia a los grandes constructores José Pizone y Luis Falcone. Pizone tuvo a cargo la construcción del Palacio Barolo, diseñado por Mario Palanti, y Falcone la construcción del Palacio de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, diseñado por Héctor Ayerza y Edouard Le Monnier.

Esta suerte de Catedral del Teatro contaba con 550 butacas distribuidas en cuatro niveles de palcos y una platea para 500 personas. Quizás el distintivo más importante lo constituya la pintura realizada por Nazareno Orlandi en su enorme cúpula. Es una representación alegórica de la paz que celebra el fin de la 1ª Guerra Mundial[3].

GRANDES VALORES DEL AYER

Por el Grand Splendid pasaron importantes personajes del tango, y a partir de 1920 Carlos Gardel grabó varios de sus discos en un estudio instalado en la parte superior del edificio[4]. En 1923, también en uno de los pisos altos, se instalaron los estudios de Radio Splendid. En su sala se estrenaron películas mudas argentinas y se proyectó la primera película sonora llegada al país, “La divina dama”.

DEL CINE A LA LIBRERÍA

Los tiempos cambiaron. La llegada de los complejos multisalas y los cambios en los hábitos del público en los ’90, inclinado hacia el alquiler de videos, produjeron una crisis en el negocio de los cines.

Procurando una salida, Rabeno Saragusti, responsable del Grand Splendid, el 14 de febrero de 2000 firmó un contrato de alquiler con la cadena Yenny, también propietaria de la Librería El Ateneo de la calle Florida. Cerró así las puertas al cine, pero ensanchó las de la cultura, conservando su belleza original. Las cuidadosas remodelaciones fueron llevadas a cargo del estudio del arquitecto Fernando Manzone.

Hoy el hall de entrada está saturado de mesas y bateas con libros, CDs y DVDs, además de una pequeña sección de coleccionables y regalos. Pero al llegar a la sala de proyecciones uno entra en una atmósfera solemne bañada por una tenue luz. En el centro se abren escaleras mecánicas que conducen al subsuelo (área de CDs, DVDs y sala de lectura para niños); a ambos lados, una multitud de estantes exhiben libros de todo tipo de tamaño y color.

Al fondo, donde estaba el escenario, se encuentra una confitería, donde se puede tomar un café, dialogar con amigos o leer un libro.

Para acceder a los pisos superiores donde están los palcos se debe tomar un elevador. Allí se encuentra literatura, audio y videos especializados.

Para los que amamos la lectura, entrar a la Librería El Ateneo Grand Splendid es hacer realidad aquellas palabras que Borges atribuye a Ralph W. Emerson: “Una biblioteca es una especie de gabinete mágico. En ese gabinete están encantados los mejores espíritus de la humanidad… tenemos que abrir el libro, entonces ellos despiertan” [5].

© Pablo R. Bedrossian, 2019. Todos los derechos reservados.


NOTA

Casi a totalidad del presente artículo ha sido extraída de nuestro artículo “Librerías Maravillosas”, © Pablo R. Bedrossian, 2016, 2017, 2018. Todos los derechos reservados que puede leerse en https://pablobedrossian.com/2016/03/25/dos-librerias-maravillosas-por-pablo-r-bedrossian/


REFERENCIAS

[1] Eco, Umberto, “El Nombre de la Rosa”, Editorial Lumen, Ediciones de la Flor, 9ª Ed.,p.11

[2] El Ateneo es el nombre de una cadena de librerías argentina de la cual la que presentamos es una sucursal.

[3] Para los que quieran saber más sobre la hermosa pintura en el techo, recomendamos leer el artículo publicado por Hugo Petruschansky en la Revista La Nación, del diario del mismo nombre, el 18 de julio de 2004, que puede leerse en http://www.lanacion.com.ar/618516-cupula-del-grand-splendid-como-ver-la-obra

[4] Sobre Gardel y el sitio de sus grabaciones, hay una breve pero excelente nota de Eduardo Parise en http://www.clarin.com/ciudades/Ecos-Gardel-pieza-vacia_0_456554378.html

[5] Borges, Jorge Luis, “Borges Oral”, Emecé Editores / Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1979, 2ª Impresión, p.22


CRÉDITOS MULTIMEDIA

Todas las fotografías fueron tomadas por el autor de esta nota y es el dueño de todos sus derechos.

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