LA VENUS DE MILO (por Pablo R. Bedrossian)

La Venus de Milo es una de las esculturas más conocidas y reproducidas del mundo. En realidad, deberíamos hablar de la Afrodita de Milo por ser una escultura griega. Venus es el nombre romano que se le dio a la diosa del amor y la belleza. Su elegante figura, la cabeza pequeña, el torso levemente girado y los brazos partidos la hacen fácilmente reconocible aun a los niños.

Antes de hablar de su encanto, hablemos de su historia. Para entenderla debemos recordar que a fines de la segunda década del siglo XIX Grecia estaba en los albores de su Guerra de la Independencia frente el Imperio Otomano, bajo el cual se encontraba. Por otro lado, Francia, que no era ajena al conflicto, competía con Inglaterra en el propósito de crear una colección nacional de arte. Pocos años antes, los británicos habían arrebatado muchos de los tesoros que Napoleón y su ejército iban a llevarse de Egipto[1].

La Venus de Milo fue hallada por un campesino en la isla griega de Melos o Milo en 1820. La encontró semienterrada en un nicho -que posteriormente fue destruido- donde se leía “Bakchios, hijo de Satios, asistente de gimnasia, [dedicó] esta exedra y esta [?] a Hermes y Herakles”[2]. Además, en un dibujo de 1821 de Jean-Baptiste-Joseph Debay en el Louvre, hoy perdido, debajo de la Venus de Milo aparece en el plinto (pedestal) la frase «[?] Andros hijo de [M] enides de [Ant] ioch-on-the-Maeander lo hizo», que probablemente aludiera a Alejandro de Antioquía; en base a este dibujo algunos le atribuyen la autoría, pero no hay evidencia que lo demuestre.

En la cercanía se encontraron otros dos fragmentos que probablemente correspondan a la Venus de Milo: una mano izquierda sosteniendo una manzana y un brazo superior. Sin embargo, hay quienes creen que los brazos se rompieron y se perdieron durante su traslado a Francia.  

Luego de una negociación en la que intervino un sacerdote ortodoxo, la Venus de Milo fue adquirida por un oficial francés en nombre del embajador de su país en Constantinopla. La estatua llegó a Francia en 1821; tras recibirla, el rey Luis XVIII la entregó al Museo del Louvre donde se encuentra en la actualidad. En 1960 una comisión de arqueólogos turcos reclamó al gobierno galo su devolución, basada en el informe de un experto que aducía la jurisdicción otomana sobre la Isla de Melos cuando la estatua fue encontrada; incluso acusaba literalmente a los franceses de haberla robado. Aquel documento concluía afirmando que si la pieza regresaba a su país le devolverían los brazos; si no, la Venus de Milo seguiría exhibiendo sus muñones en el Louvre. Tras el obvio rechazo francés, El gobierno turco se desentendió del asunto diciendo que se trataba de una iniciativa privada[3].

LA FECHA

La Venus de Milo corresponde al periodo helenístico, que se desarrolló desde Alejandro Magno (mediados del siglo IV a.C.) hasta el nacimiento del Imperio Romano (finales del siglo I a.C.). Este periodo fue precedido por el periodo clásico del arte griego, caracterizado por un modelo ideal de perfección. El helenístico significó un cambio de paradigma: lo particular por encima de lo universal y lo momentáneo sobre lo eterno[4]. Los rostros de las esculturas clásicas son uniformemente bellos; las esculturas helenísticas presentan rasgos propios de cada individuo; muestran emociones y se alejan de lo perfecto. Paulatinamente se pasó del naturalismo (lo natural, las emociones) al realismo puro y el uso de las intensivo de las curvas para representarlo.

Tanto por la tipografía de la inscripción en el nicho antes mencionada como por el estilo, se supone que la venus de Milo fue esculpida entre los años 150 a 50 a.C.[5], aunque la fecha es incierta[6]. Sin embargo, la obra tiene precedentes. Fidias durante el siglo V a.C. y luego Praxíteles en el siglo IV a.C. tuvieron una enorme influencia en la escultura de su época y en la de los siglos siguientes. Según E.H. Gombrich[7], la Venus de Milo probablemente perteneció a un grupo de figuras de Venus y Cupido donde el escultor, que permanece anónimo, habría utilizado las técnicas de Praxíteles[8].

El motivo de Afrodita (Venus) es recurrente en el arte clásico. Se cree que tanto la Venus de Milo como la Afrodita de Capua, cuyo original está en Nápoles, Italia, tomaron como modelo una Afrodita creada por Lisipo en el siglo IV a.C., hecha en bronce, actualmente desaparecida.

LA ESTATUA

La Venus de Milo está esculpida en dos partes principales, superior e inferior, que fueron unidas con clavijas verticales. Cuando se la descubrió, ambas partes estaban separadas. Junto a la Venus se encontraron dos hermas, pilares coronados con esculturas de cabezas humanas.

Hecha en mármol blanco, mide 2.11 metros de altura contando el diminuto pedestal. Muestra una cabeza pequeña con el cabello finamente recogido. La mitad superior está descubierta con una ligera rotación del busto que le provee sensación de movimiento. El delicado trabajo muestra superficies planas casi sin relieves.

La sensualidad de la figura de Venus se corresponde con su título de diosa del amor y la belleza. La parte inferior comienza con un vestido que apenas cubre el pubis (¿acaso la mano derecha perdida sostenía sugestivamente la tela y la izquierda la manzana?) y muestra una gran cantidad de pliegues que contrastan con la textura lisa y pulida de la parte superior. La rodilla izquierda cubierta por la falda se insinúa levemente flexionada hacia adelante.

El hombro derecho y la pierna izquierda quedan enlazados por una línea oblicua imaginaria mientras que el hombro izquierdo se conecta con la pierna derecha mediante una línea curva. Los efectos de la luces y sombras sobre la túnica destacan la sensualidad de la estatua que pareciera tener un suave movimiento helicoidal.

LAS VENUS EN OTROS SITIOS

Como ya hemos expuesto, el Museo de Louvre creó un taller de calcos en 1794 con el propósito de generar ingresos mediante la venta de réplicas de piezas famosas de su inventario. Los calcos son copias realizadas en moldes obtenidos de las esculturas originales en los cuales se vierte yeso y se espera hasta que fragüe. Al certificar los calcos, el Louvre daba legitimidad a la réplica adquirida, incluyendo a partir de mediados del siglo XIX en forma obligatoria una estampilla y una plaqueta para combatir falsificaciones y copias[9].

Entre 1903 y 1905 el artista argentino Eduardo Schiaffino fue designado por su gobierno para negociar en Europa la compra de varios calcos. En 1905 el propio Schiaffino elaboró un catálogo manuscrito de las piezas en las cuales se incluye la Venus de Milo en yeso, cuyas medidas describe como «2.16 x 0.60», mencionando el Museo del Louvre como origen[10]. Hoy puede admirarse en el Museo de Calcos y Escultura Comparada Ernesto de la Cárcova, ubicado en la esquina de la Avenida España con el Boulevard Elvira Rawson de Dellepiane, en la Costanera Sur, Puerto Madero, en la Ciudad de Buenos Aires.

Siguiendo con la misma ciudad, hemos mencionado que la Venus de Milo y la Afrodita de Capua fueron inspiradas por una Venus de Lisipo del siglo IV a.C. Esta Afrodita de Capua fue esculpida en tiempos del emperador Adriano (principios del siglo II d.C.) y se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, Italia. Hace no muchos años los porteños gozaron de una oportunidad extraordinaria: la pieza fue exhibida en el Museo Nacional de Bellas Artes del 15 de noviembre de 2018 al 17 de febrero de 2019[11]. Sin embargo, hoy pueden continuar admirándola: hay una hermosa copia hecha en mármol[12] ubicada en una plazoleta sobre la esquina de la calle Guido[13] con la calle Juncal. Se desconoce su autor y la fecha de su creación.

Frank Lloyd Wright, el arquitecto norteamericano más famoso del siglo XX, decoró su casa y estudio en Oak Park, en la afueras de Chicago, con numerosas esculturas. Ya hemos mencionado el caso de la Victoria de Samotracia[14]. Sin embargo, también es posible admirar allí una excelente copia a menor escala de la Venus de Milo.

Hay otras, algunas tan distantes o extrañas como la del Parque Pedro del Río Zañartu, Hualpén, Chile, emplazada al aire libre, la «Venus fragmentada» de la argentina Marta Minujin, la «Venus de Milo con cajones» de Salvador Dalí o la realizada por el artista chino Zhu Cheng con excrementos (algo de muy mal gusto… y olfato). Nosotros solo incluimos las que hemos admirado personalmente. Finalmente, y pensando en el Renacimiento, no podemos dejar de mencionar otra figura fascinante, la imagen creada por Sandro Botticelli en “El Nacimiento de Venus”. Si bien esta no es una nota sobre las Afroditas, muestra el cambio en el ideal de belleza que hasta hoy no deja de conmovernos.

Terminamos con una fake news compuesta en tono de sorna, atribuida a Oscar Wilde (no hemos podido corroborar si realmente salió de su pluma). Trata sobre un millonario de las Montañas Rocosas en Estados Unidos que envío a un amigo un regalo especial: una Venus de Milo en tamaño natural. Cuando el destinatario revisó la escultura y notó que le faltaban los brazos, puso una demanda por daños contra la empresa transportista. Desde luego, el juez le dio la razón.

© Pablo R. Bedrossian, 2021. Todos los derechos reservados.


REFERENCIAS

[1] Adkins, Lesley y Roy, “Las Claves de Egipto. La Carrera por leer los Jeroglíficos”, Editorial Debate, 2000, p.47-49

[2] Krousser, Rachel, “Creating the Past: The Vénus de Milo and the Hellenistic Reception of Classical Greece”, American Journal of Archaeology, Vol. 109, No. 2, Abril 2005), p.231

[3] Frers, Ernesto, “El mensaje oculto de las obras de arte”, Robinbook, 2006, p.128,129,130.

[4] Bruneau, Philippe; Torelli, Mario; Barral I Altet, Xavier; Guillot de Suduiraut, Sophie, “Sculpture”, Vol. 1: “From Antiquity to the Middle Ages”, Taschen, 1999, p.97

[5] Krousser, Rachel, Op. cit., p.231

[6] Bruneau, Philippe; Torelli, Mario; Barral I Altet, Xavier; Guillot de Suduiraut, Sophie, Op. Cit., p.13

[7] E. H., Gombrich es el autor del libro de Historia del Arte más vendido en el mundo. Puede leer nuestro comentario a esa obra, titulado “Para los amantes de la pintura y la escultura, lectura imperdible: ‘Historia del Arte’ de E. H. Gombrich” en https://pablobedrossian.com/2020/07/21/para-los-amantes-de-la-pintura-y-la-escultura-lectura-imperdible-historia-del-arte-de-e-h-gombrich-por-pablo-r-bedrossian/

[8] Gombrich, E. H., “La Historia del Arte”, Phaidon, 1950, 16ª Ed. (revisada, ampliada y rediseñada), 1995, p.105

[9] Gallipoli, M. “Las Victorias: de Samotracia a Buenos Aires. Calcos en yeso en el Museo Nacional de Bellas Artes y en la Escuela Superior de Bellas Artes en la primera mitad del siglo XX”. Modos. Revista de História da Arte. Campinas, v. 2, n.2, p.293-309, mayo 2018. Disponible en https://www.publionline.iar.unicamp.br/index.php/mod/article/view/1059  

[10] Martínez Álvarez, Maximiliano, “Catálogo de calcos de Eduardo Schiaffino en el M.N.B.A., 1905”, Centro de Arqueología Urbana. 02/08/2013, actualizado 17/08/2016, p.8, http://www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=4135; Allí se puede acceder al manuscrito completo.

[11] “Afrodita de Capua”, https://www.bellasartes.gob.ar/exhibiciones/afrodita-de-capua/

[12] Gutiérrez, Nicolás Gabriel, “Mármol y Bronce, Esculturas de la Ciudad de Buenos Aires”, Olmo Ediciones, Buenos Aires, Argentina, 2015, p.629.

[13] Nuestra referencia a la Afrodita de Capua en mármol se puede leer en nuestro artículo “La calle Guido: sus Escaleras y otras Curiosidades”, 2017, en https://pablobedrossian.com/2017/05/01/las-escaleras-y-otras-curiosidades-de-la-calle-guido-por-pablo-r-bedrossian/

[14] Esta copia está mencionada en nuestro artículo “La Victoria de Samotracia”, 2020, que puede leerse en https://pablobedrossian.com/2020/02/20/la-victoria-de-samotracia-por-pablo-r-bedrossian/


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