SERIE REPTILES Y ANFIBIOS DE CENTROAMÉRICA
Muchos han leído nuestro artículo “Bothrops asper – Barba amarilla, la serpiente más temida de Centroamérica”, donde presentamos esta especie con datos, fotos y videos y explicamos detalles de su biología y su comportamiento. Para los que no leyeron, lo pueden encontrar en

OTRA BARBA AMARILLA ENTRE NOSOTROS
Tiempo después de aquel artículo, un vecino de nuestra comunidad, Residencial Campisa, ubicada en el sector noroeste de San Pedro Sula, Honduras, me pidió ayuda pues había visto una serpiente entre unas maderas frente a su casa. Al llegar, la identifiqué de inmediato: era una Bothrops asper, conocida como barba amarilla o terciopelo. Aunque solo se veía una pequeña parte de su grueso cuerpo, los patrones en A de su piel aterciopelada y grisácea fueron suficientes para comprender que estábamos frente a una de las especies más peligrosas de Centroamérica.

Las maderas se encontraban a pocos metros de un curso de agua. Nos preguntamos cómo retirar el barba amarilla sin correr riesgos, evitando a la vez que huyera al canal desde donde podría regresar. Además, no contábamos con pinzas adecuadas para la toma de serpientes. Como no teníamos una mejor opción decidimos quitar con cuidado las maderas que estaban en las partes superiores, hasta que dejamos a la víbora al descubierto.

Desde luego, no fue un proceso fácil y tomó bastante tiempo. La serpiente prácticamente se mantuvo inmóvil, por lo que sospechamos que había elegido ese lugar para reposar tras haber ingerido alguna presa. En una ocasión habíamos observado y filmado a unos 200 metros una Boa constrictor deglutiendo un Ctenosaura similis, una iguana gris o garrobo. La cuestión es que la teníamos al descubierto y había que extraerla.
Este ejemplar medía aproximadamente 1,30 metros. Por el tamaño pensamos que era un juvenil y decidimos tocarla suavemente con un tubo de metal sin agarraderas y una rama seca de aproximadamente un metro para que ingresara por sus propios medios en una bolsa gruesa y resistente para un traslado seguro.
Al mínimo toque la serpiente se movió de inmediato, aunque sin la agresividad que hemos observado en otros adultos de la misma especie.

La fuimos guiando con el tubo y la rama procurando que entrara en la bolsa, cuya ancha boca dejamos abierta frente a ella. Guardamos una buena distancia y no la golpeamos; nuestros movimientos fueron dirigidos a evitar que se desviara. Luego de un par de intentos fallidos, la Botrhops asper ingresó en la bolsa, que cerramos y levantamos de inmediato. Cómo suele suceder, la víbora se quedó tranquila, descansando en la parte de abajo.

La trasladamos en ese mismo momento en una camioneta a una región montañosa cercana donde habíamos visto otros ejemplares de esta especie. Allí la liberamos.

Su comportamiento fue diferente pues rápidamente se movilizó y desapareció entre las piedras y las plantas.
EDUCAR PARA CONSERVAR Y ACTUAR PARA RESCATAR
Desde luego, nuestra actuación es cuestionable; no contar con pinzas entraña siempre peligros. Sin embargo, y luego de trabajar durante mucho tiempo con serpientes, sabemos que no siempre es posible hacer procedimientos de manual. Dejarla allí hubiera sido exponer a la comunidad a su mortal mordedura.

Para nosotros es importante preservar cada animal. Por ello nos ofrecemos a ayudar a nuestros vecinos en caso de visitantes peligrosos como los barba amarillas o las corales. Las rescatamos evitando en lo posible agredirlas y las devolvemos a su hábitat. En 2019 rescatamos una pequeña Bothrops asper (quizás tenía solo un par de semanas de vida) del jardín de una vecina cuyo muro linda con el de nuestra casa.

Invitamos a ver el video de este pequeño pero temible ejemplar:
En 2020, pocos días antes de la publicación de este artículo, también rescatamos una Micrurus nigrocinctus de dos colores.

Esta coral verdadera se hallaba en un terreno baldío, lindante con la vivienda de una familia de nuestra comunidad. Compartimos un video de este ejemplar una vez que fue liberada.
Muchos cuando ven una serpiente, aunque sea inofensiva, la matan de inmediato, actuando por miedo. Ese miedo es producto de la falta de educación ambiental y, en particular, el total desconocimiento de las serpientes. El gran desafío que tenemos todos los que amamos los reptiles es educar para conservar, y solo si es necesario, actuar para rescatar.
© Pablo R. Bedrossian, 2020. Todos los derechos reservados.
CRÉDITOS MULTIMEDIA
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