Serie CONFIESO QUE HE LEÍDO
¿Qué ocurriría si un dramático acontecimiento borrara repentinamente todo el pasado? ¿Qué pasaría si a ese primer golpe le sucediera otro, que destruyera todas las barreras que separan al rico del pobre, al erudito del ignorante y al delincuente del honrado? La respuesta de Luis Chávez está en esta novela.
San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras, durante cuatro años ostentó el triste récord de ser la ciudad con mayor tasa de homicidios del mundo. En ella se desarrolla la trama donde personajes de diversas raíces se exponen a una situación aún más grave, donde el pensamiento colectivo, como un péndulo, oscila entre la duda y la fe, entre la esperanza y la incertidumbre.
Pero no es un drama; es una novela de acción. Con la claridad de un film cinematográfico, el autor le imprime al relato un ritmo vertiginoso, sólo interrumpido por uno de los capítulos finales, donde un diálogo abierto expone sin medias tintas la perspectiva de cada protagonista, indisolublemente unida a las creencias, los valores y la cultura en los cuales han crecido. Narcos, militares, políticos, empresarios, sicarios, mareros y trabajadores son partícipes de una trama intrigante y despiadada.
Es una novela social; no psicológica. Comparte tres características con “El Eternauta”, aquel extraordinario cómic argentino: un acontecimiento que marca un antes y un después en la vida de una ciudad y una nación, el desconcierto de los personajes que tratan de ubicarse en el nuevo escenario sin poder predecir ni prevenir las consecuencias, y, en especial, la épica lucha de quien podríamos llamar el héroe plural o colectivo.
El texto lo va a atrapar. Hay una breve conversación en el anteúltimo capítulo que es la llave para entender la historia. Además, la novela culmina de un modo inesperado, sin perder la tensión en ningún momento.
“Los últimos ladrones” reúne méritos suficientes para obtener premios literarios; no porque el estilo de Luis Chávez sea glamoroso, sino por la arquitectura de una historia sorprendente que puede ser leída y entendida por todos. Digamos, además, que el autor es un genio creativo: caricaturista durante muchos años del desaparecido Diario Tiempo, su arte incluye el dibujo y la pintura. Ha publicado un libro de relatos cortos titulado “Cuentos paranoides”, es conferencista, docente e inventor. Es padre y esposo. Y, además, es un excelente amigo.
© Pablo R. Bedrossian, 2017. Todos los derechos reservados.
Pablo, volví a leer hoy este generoso review de mi novela, ya con la frialdad que da el tiempo y la distancia a la fecha de publicación, y te confieso que me he emocionado más que la primera vez.
No recordaba que fuera tan corto pero tampoco recordaba que fuera tan pulcramente certero. Espero no sea problema de mi memoria sino la capacidad que tienen algunos textos de crecer y adaptarse a cada situación con nuevos bríos y perspectivas. Borges, como siempre, ya dijo algo sobre eso, mucho mejor y con genialidad.
De todas formas, mi abrazo agradecido para vos.
Así es, Luis, hay algo profético en tu novela. La destrucción quizás no es física pero sí moral. Hay obras cuyo valor predictivo es una severa advertencia. Entre ellas admiro «Un mundo feliz» de Aldous Huxley que profetizó el mundo que se nos viene encima, aunque espero que no suceda. ¡Gran abrazo!