Título: Ugolino y sus hijos
Artista: Jean-Baptiste Carpeaux
Fecha: 1865–1867
Material: Mármol
Un anciano se muerde los dedos. No es por ansiedad: es por hambre. Tres niños claman alrededor suyo mientras un cuarto desfallece. Su mirada angustiada y perdida revela que sabe que no tiene salida.

“Ugolino y sus hijos” es una de las esculturas más conmovedoras del francés Jean-Baptiste Carpeaux. No solamente cautiva por su fuerza dramática sino por la dura historia que representa. Se encuentra en el MET, el Museo Metropolitano de New York.

Durante la Edad Media, Italia era un conjunto de ciudades-estado dirigidas poderosas familias que competían entre sí. A partir del siglo XI, surgieron dos grandes bandos: los gibelinos, partidarios de los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, y los güelfos, defensores de la autoridad papal.

El gibelino Ugolino della Gherardesca (¿1220? – 1289), cabeza de una de las familias más poderosas de Pisa, dio en matrimonio a su hermana al güelfo Giovanni Visconti. La boda generó suspicacias y rencillas que llevaron a las autoridades a ordenar el exilio de Ugolino. En represalia, Ugolino se alió con ciudades güelfas y con la ayuda del rey de Sicilia y Nápoles Carlos de Anjou sometió a su ciudad natal e hizo anular las órdenes contra él y otros exiliados de su partido.

Tras unos años de bonanza, en 1284 estalló la guerra entre Pisa y Génova. Ugolino fue designado comandante de una división de la flota pisana, que al escapar del combate permitió el triunfo de los genoveses. Aunque la huida se consideró una traición, logró evitar la condena e incluso obtuvo un puesto en el gobierno. Su capacidad negociadora lo convirtió en el hombre más poderoso de Pisa y, según se sabe, pretendía convertirse en su rey. Sin embargo, los conflictos con su sobrino Nino Visconti permitieron al obispo Ruggieri degli Ubaldini desplazarlo gracias al apoyo del partido gibelino, forzando a Ugolino y a su sobrino a un nuevo exilio.

Como la ciudad estaba dividida, Ruggieri le propuso compartir el gobierno, a condición de que Ugolino retornara sin sus soldados. Sin embargo, no cediendo en sus propósitos, al regresar violó el pacto. El obispo lo denunció y, tras unos combates, fue encarcelado junto a dos de sus hijos y dos de sus nietos en la Torre Mida donde estuvieron detenidos durante varios meses y finalmente murieron de hambre.
UGOLINO EN EL INFIERNO
Carpeaux representa en la escultura la desesperación y la desesperanza de Ugolino, cuando se da cuenta que ha sido condenado a morir de hambre junto a sus hijos. No puede hacer nada ni por él, ni por ellos. Dante Alighieri lo presenta en el anteúltimo canto de su “Infierno” dentro de “La divina comedia”; aunque el escritor devenido en personaje parece compadecerse de él, no ignora que el castigo es fruto de su traición.

En el poema Ugolino aparece en el último de los nueve círculos del infierno mordiéndole la nuca al obispo Ruggieri degli Ubaldini. Dante lo hace hablar comenzando con las palabras “tú me pides que renueve el terrible dolor que de tan solo recordar ya siento”[1]. Atribuye al religioso su arresto y, luego de mencionar a tres aristócratas que apoyaron a Ruggeri, cuenta con hondo dramatismo su tragedia:
“Despertaron; era la hora del día en la que la comida nos dejaban, y por sus sueños cada quien temía. Y yo escuché cómo abajo clavaban la puerta de la torre, y a mis hijos miré a los ojos sin decir palabra. Y no lloré, por dentro endurecido; pero ellos sí, y mi Anselmito gimió: ‘Padre, ¡tu cara!, ¿qué ha sucedido?’”. No respondí ante eso ni lloré todo ese día y la siguiente noche, hasta que nuevamente el sol se alzó.
Y cuando en la terrible torre algunos rayos de luz se colaron, y vi mi aspecto en sus cuatro expresiones, desesperado me mordí las manos, y ellos, creyendo que era por el hambre, enseguida se alzaron y dijeron: ‘Ha de dolemos menos, padre, que comas de nosotros: nos la diste, te sirva ahora esta mísera carne’”.
Yo me contuve viéndolos tan tristes. Y por dos días estuvimos mudos, ¡ah, dura tierra, por qué no te abriste! Y cuando el cuarto día hubo llegado: ‘Padre mío’, arrojándose a mis pies, ‘¿cómo es que no me ayudas?’”, dijo Gaddo. Allí murió, y así como me ves, los vi también caer, uno por uno, el quinto y sexto día a los demás.
Yo iba ciego palpándolos, y en vano tras que murieran los llamé dos días: después, más que el dolor pudo el ayuno»[2].
La última frase tiene la suficiente ambigüedad para plantearnos la duda: ¿habla Ugolino de su muerte o de su canibalismo? Jorge Luis Borges escribe: “El problema histórico de si Ugolino della Gherardesca ejerció en los primeros días de febrero de 1289 el canibalismo es, evidentemente, insoluble. El problema estético o literario es de muy otra índole. Cabe enunciarlo así: ¿Quiso Dante que pensáramos que Ugolino (el Ugolino de su Infierno, no el de la historia) comió la carne de sus hijos? Yo arriesgaría la respuesta: Dante no ha querido que lo pensemos, pero sí que lo sospechemos”[3].
EL ARTE DE CARPEAUX
El escultor representa con formas manieristas el terrible destino de esta figura descollante de la historia pisana que carga no solo con su propia culpa, sino que ve morir por ella a su propia progenie. Inspirado en el relato de Dante, crea una de las esculturas más estremecedoras de la historia del arte. Se advierte en ella la influencia de Miguel Ángel y, a la vez, servirá de inspiración a Rodin para crear “El pensador”.

El francés Jean-Baptiste Carpeaux (1827-1875) fue un escultor, pintor, grabador y dibujante que adhirió al movimiento romántico, que se apoyaba en la emoción y en los ideales, en franca oposición a la ilustración y el industrialismo que marcó la segunda mitad del siglo XIX.
Compartimos aquí algunas de las obras de Carpeaux, para mostrar su profunda expresividad:
LA FRANCIA IMPERIAL ILUMINANDO EL MUNDO Y PROTEGIENDO LA CIENCIA, LA AGRICULTURA Y LA INDUSTRIA (1865)

EL PRÍNCIPE IMPERIAL Y EL PERRO NERÓN (1865)

LAS CUATRO PARTES DEL MUNDO QUE SOSTIENEN LA ESFERA CELESTIAL (1872)

LA DANZA (1869)

© Pablo R. Bedrossian, 2023. Todos los derechos reservados.
REFERENCIAS
[1] Alighieri, Dante, “El Infierno”, “La divina comedia”, Colección artesa, Audisea, obra original de 1310, publicación de 2020, p.337
[2] Alighieri, Dante, Op. cit., p.338-340
[3] Borges, Jorge Luis, “El falso problema de Ugolino” en “Nueve ensayos dantescos”, Ediciones Neperus, 1982, p.10
CRÉDITOS MULTIMEDIA
Todas las fotografías fueron tomadas por el autor de esta nota y es el dueño de todos sus derechos. Las fotos de «Ugolino y sus hijos» fueron tomadas en el MET de New York, Estados Unidos y el resto de las obras de Carpeaux en el Musée d’Orsay de París, Francia.
Muchas gracias- excelente reseña