EN DESACUERDO CON VINICIUS JUNIOR (por Pablo R. Bedrossian)

El domingo 21 de mayo de 2023 se suscitó un serio incidente durante el partido que el Valencia, en su estadio, le ganó al Real Madrid. Vinicius Junior, un brillante jugador merengue nacido en Brasil, interrumpió el partido para denunciar un insulto racista:  un fanático rival lo había llamado “mono” y había hecho un gesto que representaba ese término. El partido se suspendió unos minutos; siguiendo un protocolo se solicitó al público abstenerse de cualquier expresión racista bajo amenaza de dar por terminado el partido en caso de reiterarse. Tras los noventa minutos el técnico madridista, Carlo Ancelotti, hizo encendida defensa de su jugador, indicando que el partido debió suspenderse.

Aunque deploramos el racismo (nos parece algo indignante, vergonzoso e injustificable), no estamos de acuerdo con Vinicius. Permítasenos explicar por qué.

En primer lugar, nos sorprende que un jugador profesional en medio de un partido y el natural griterío en las tribunas, preste más atención a las voces de uno pocos hinchas que al juego. Es asombroso que haya podido escuchar los insultos. ¿Cuál era su prioridad? ¿Ganar el partido o estar pendiente de lo que otros digan de él?

En segundo lugar, ¿por qué le dio tanto valor a los gritos de tres o cuatro imbéciles? ¿Acaso cree que esos tipos tienen la inteligencia suficiente para juzgarlo? ¿No será que les dio una importancia que no tenían, ni merecían? ¿No ocurrirá que es mucho más cómodo victimizarse que asumir que en los dos últimos partidos había decepcionado a su afición? No olvidemos que su equipo había quedado fuera de la Champions cuatro días antes, siendo goleado por el Manchester City.

En tercer lugar, Vinicius respondió puteando a la madre de los hinchas. En los videos se observa claramente la reacción del jugador. ¿Qué es peor? ¿Qué a uno le digan “mono” o tratar a la madre ajena de prostituta? ¿No será que cuando le conviene actúa como incendiario y, cuando no, como bombero?

En cuarto lugar, todos sabemos que en el fútbol se insulta al rival para amedrentarlo. Es algo lamentable pero corriente. El insulto racista es tan común como palabras que incluyen ofensas a la madre, a la hermana, a la tía, y hasta a la lora del rival; se insulta dentro y fuera de la cancha. Si un jugador no aguanta que lo insulten, no va a poder sobrevivir como profesional. De ningún modo aprobamos los insultos (de hecho, nos incomodan incluso las malas palabras), pero seríamos ingenuos si no reconocemos que hay miles de insultos por partido y muy rara vez un jugador se queja por ellos. Más bien, los acepta como parte del juego. ¿No pareciera que Vini Jr. adhiere a la generación de cristal que se siente ofendida ante cualquier expresión que perciba como hostil, por la razón que sea (no solo racial)?

En quinto lugar, la postura de Vini Jr, el técnico y muchos jugadores del Real Madrid, como las encendidas declaraciones de Lucas Vázquez, refuerzan una grave tendencia a pedir una censura de tipo policial sobre el público, condicionando su libertad de expresión. Insultar no es un delito; sí lo es incitar a la violencia o cometer actos de discriminación. Menos mal que a Messi no lo sancionaron por llamar bobo al holandés Weghorst durante el Mundial, sino no jugaba contra Croacia. El racismo es un cáncer, pero no se combate condenando a la gente que realiza expresiones racistas en un partido de fútbol. La libertad de expresión está siendo carcomida por lo políticamente correcto. La posibilidad de hablar en público sin tener temor a ser sancionado nos recuerda a la célebre frase de Henry Ford: el cliente puede elegir el color del auto siempre y cuando sea negro.

¿No será que Vinicius Jr. mostró una gran inmadurez emocional y una notable falta de profesionalismo al victimizarse durante el partido? ¿No habrá ocurrido que, conciente o inconscientemente, se sirvió de ello para tapar el reciente fracaso deportivo? Y, si no fuera así, ¿no es posible pensar que sobre reaccionó?

© Pablo R. Bedrossian, 2023. Todos los derechos reservados.

3 comentarios en “EN DESACUERDO CON VINICIUS JUNIOR (por Pablo R. Bedrossian)

  1. Hola Pablo, totalmente de acuerdo. Eso me recuerda a un hombre que fue al Colegio de Árbitros de Fútbol, o como se llame la institución que los nuclea, y preguntó por los cursos para árbitro. El recepcionista entró en una oficina y en voz alta dijo, «Che Juan!! alcánzame el formulario de inscripción del curso que aquí hay un HDP que quiere inscribirse» El candidato a alumno replicó, «Oiga, por qué me insulta? Quién cree que es?» El recepcionista se volvió a la oficina y gritó, «Dejá Juan, no hace falta el formulario, este no califica para alumno»
    Un abrazo
    El Étor

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