Serie CONFIESO QUE HE LEÍDO
Título: “Con Borges”
Autor: Alberto Manguel
Año: 2001 (Francia), 2004 y 2016 (Argentina)
“Durante varios años, de 1964 a 1968, tuve la inmensa fortuna de contarme entre los muchos que le leían a Jorge Luis Borges. Trabajaba por las tardes, al salir de la escuela, en una librería anglo-alemana de Buenos Aires, Pygmalion, que Borges frecuentaba como cliente… Un día, luego de seleccionar tres o cuatro libros, me preguntó si no podría ir a leerle por las noches, siempre que yo no tuviese otra cosa que hacer, dado que su madre, que había cumplido ya los noventa, se cansaba con facilidad… Acepté y, tres o a lo sumo cuatro veces por semana, visitaba a Borges en el estrecho departamento que compartía con su madre y con Fany, la mucama.”[1] A partir de esos encuentros, Alberto Manguel hace una semblanza del gran escritor argentino utilizando dos planos: uno en tiempo pasado, donde habla de Borges, y otro en tiempo presente, donde describe sus encuentros con el escritor.
Los momentos compartidos pasaban de la lectura a la conversación; los temas eran los libros, los mecanismos creativos de los autores y la discusión de nuevas ideas que desafiaban el pensamiento. Además, fue testigo de la técnica seguida por Borges que en ese tiempo ya estaba ciego: “construía las frases en su mente hasta que estuvieran listas para ser dictadas al primero que tuviese a mano… resulta extraño pensar que la obra recién nacida se haya plasmado por primera vez en una caligrafía que no es la del autor. Concluido el poema (un texto en prosa exige muchos días), Borges toma la hoja, la pliega, la guarda en su billetera o en el interior de un libro”.[2].

El autor de este pequeño pero entretenido texto, quien años después se convertiría también en Director de la Biblioteca Nacional[3], presenta no solo a Borges celebridad sino al hombre íntimo, compartiendo detalles poco conocidos de la vida del escritor. Por ejemplo, “a lo largo de su vida repitió un mismo rito antes de dormir: se deslizaba dentro de un camisón blanco y, cerrando los ojos, recitaba en voz alta el Padrenuestro en inglés”[4], toda una curiosidad para un ateo. Además, revela sus gustos: “En muchas ocasiones confesó que, en lo concerniente a la pintura, había sido siempre ciego… Parecía también insensible a la música… detestaba a Astor Piazzola. El tango, a su entender, había entrado en decadencia a partir de 1910”[5].
BUENAS HISTORIAS
El libro está poblado de citas y referencias a los autores predilectos de Borges. Sin embargo, Manguel introduce algunas anécdotas sabrosas que retratan al gran escritor argentino, creando un colorido mosaico. Por ejemplo, menciona un breve enfrentamiento -del que no fue testigo- surgido de la visita que Vargas Llosa realizara al escritor. El peruano hizo una observación debido a la modestia de su vivienda; el argentino -según Manguel- le respondió: “A lo mejor en Lima hacen las cosas así. Pero aquí, en Buenos Aires, somos menos devotos de la ostentación”[6]. De paso, el autor de “La fiesta del chivo”, ha dicho “Jorge Luis Borges nunca me perdonó que escribiera que su departamento tenía goteras”[7].
Como muchos conocen, Borges no tenía libros suyos en su casa; Manguel comparte una historia excelente que lo refrenda: “Una vez, estando yo en su casa, el cartero trajo un gran paquete que contenía una edición de lujo de su relato ‘El Congreso’, publicada en Italia por Franco Maria Ricci. Era un inmenso libro, encuadernado en seda negra, metido en un estuche del mismo material, con letras de oro impresas en un papel Fabriano azul hecho a mano, con cada ilustración volcada artesanalmente (el cuento había sido ilustrado con pinturas tántricas) y con cada ejemplar numerado. Borges me pidió que le describiese el objeto. Escuchó con suma atención y exclamó: ‘Pero eso no es un libro, es una caja de bombones’. Y acto seguido se lo obsequió al tímido cartero”[8]. ¡Cuántos hubiésemos querido ser ese cartero!
Finalmente compartimos la que más nos ha hecho reír y sonreír, digna de un genio como Jorge Luis Borges: “Un escritor cuyo nombre prefiero no evocar vino a leerle una historia que había escrito en su honor. Porque trataba de matones y de cuchilleros, pensó que a Borges le agradaría. Borges se preparó para escuchar: las manos en el bastón, los labios ligeramente entreabiertos, los ojos apuntando a lo alto sugerían, para quien no lo conociera, una especie de educada docilidad. El cuento transcurría en una pulpería llena de hampones. El inspector de policía del barrio, reputado por su valentía, llega desarmado y con la sola autoridad de su voz logra que los hombres entreguen sus armas. Entusiasmado con su propia prosa, el escritor se puso a enumerar: ‘Una daga, dos pistolas, una cachiporra de cuero…’. Con su voz mortalmente monótona, Borges prosiguió: ‘Tres rifles, dos bazucas, un pequeño cañón ruso, cinco cimitarras, dos machetes, una pistola de aire comprimido…’. El escritor, a duras penas, soltó una risita. Pero Borges, sin piedad, reanudó: ‘Tres hondas, un ladrillo, una ballesta, cinco hachas de mango largo, un ariete…’. El escritor se puso de pie y nos deseó buenas noches. Nunca más lo volvimos a ver”[9].
LECTURA RECOMENDADA
El libro fue publicado originalmente en francés bajo el título “Chez Borges”, algo así como “Borges en su casa”. En 2004 salió publicado por Alianza con fotografías de Sara Facio. La edición que conseguimos, de Siglo XXI Editores, es más modesta y no cuenta con ninguna ilustración. Fue lanzada en 2016 y dice ser traducida del inglés[10] por Eduardo Berti. No conocemos la historia de las publicaciones, pero podemos asegurar que es un libro que atrapa y no defrauda, una manera de conocer mejor al Borges detrás de la puerta de su casa: a la persona y no solo al personaje.
© Pablo R. Bedrossian, 2023. Todos los derechos reservados.
REFERENCIAS
[1] Manguel, Alberto, “Con Borges”, Siglo XXI, 2016, p.22
[2] Manguel, Alberto, Op. cit., p.27, 28
[3] En diciembre de 2015 Alberto Manguel fue designado Director de la Biblioteca Nacional, cargo que décadas atrás fue ocupado por Jorge Luis Borges. Renunció a ese cargo en julio de 2018.
[4] Manguel, Alberto, Op. cit., p.32
[5] Manguel, Alberto, Op. cit., p.33
[6] Manguel, Alberto, Op. cit., p.36. Allí dice que la visita de Vargas Llosa fue en la década del ’50, pero Vargas Llosa escribió que conoció a Borges en París en 1963, cuando lo entrevistó, y lo visitó en su departamento de Buenos Aires en 1983. En un libro que publicó en 2020, “Medio siglo con Borges” escribió “Vive en un departamento de dos dormitorios y una salita comedor, en el centro de Buenos Aires, con un gato que se llama Beppo (por el gato de Lord Byron) y una criada de Salta, que le cocina y sirve también de lazarillo. Los muebles son pocos, están raídos y la humedad ha impreso ojeras oscuras en las paredes. Hay una gotera sobre la mesa del comedor”.
[7] Sin firma, “Mario Vargas Llosa: ‘Jorge Luis Borges nunca me perdonó que escribiera que su departamento tenía goteras’”, Agencia EFE, Diario El Comercio, Lima, Perú, 21/06/2020, https://elcomercio.pe/luces/libros/mario-vargas-llosa-jorge-luis-borges-nunca-me-perdono-que-escribiera-que-su-departamento-tenia-goteras-medio-siglo-con-borges-nndc-nnes-noticia/?ref=ecr y otros medios que reproducen la nota de la agencia EFE.
[8] Manguel, Alberto, Op. cit., p.42
[9] Manguel, Alberto, Op. cit., p.52, 53
[10] Fue publicada en inglés con el título “With Borges” en 2006.
Gracias por tu reseña. Sos familiar de Sergio Bedrosian, padre de Arnen Bedrosian?
Cordialmente,
Patricia Garcé
Patricia, no te el gusto de conocerlos, pero todos los armenios de algún modo nos sentimos familia.
Cada día religiosamente, algo extraño también para una atea como yo, leo algo sobre Borges y algo de Borges. Jamás en mí vida he mirado el mundo con más claridad que cuando lo hago a través de él.