Serie “PASAJES Y CALLES CURIOSAS DE BUENOS AIRES”
Si uno se acerca en la semana seguramente verá una intensa actividad comercial; incluso hasta pueda encontrar manteros en el frente, pero si uno lo visita un domingo, es probable que no halle ni una persona en la calle y al entrar al pasaje sienta que ingresa a un sitio siniestro y peligroso, pues si aparece alguien amenazante, no habrá escapatoria.

El pasaje Valle, que nace del lado este de la calle Argerich entre los números 559 y 565, se encuentra a pasos de la zona más comercial de la avenida Avellaneda.

Es uno de esos pocos pasajes privados que aún permanecen accesibles al público, sin rejas ni vigilantes. A cielo abierto, tiene forma de fondo de saco: termina en una pared convirtiéndose en un callejón sin salida. Posee altos muros a sus lados, locales comerciales con cortinas metálicas y unas pocas casas al fondo; si no fuera por una curiosa palmera en su centro pareciera una calle interna para carga y descarga.

Para ingresar desde la calle Argerich, a ambos lados hay unos breves escalones. Algunas entradas que dan al pasaje están identificadas con letras, aunque las casas -con rejas delante de las puertas- están numeradas.

Llama la atención el deterioro del embaldosado y de una llamativa sección del piso de concreto; son huellas de abandono. Es un pasaje gris que muere los domingos y resucita en la semana.

El pasaje formaba parte de un conjunto de edificaciones levantado en 1916 en un terreno que ocupaba el cuarto de manzana noroeste. Cuenta el arquitecto Rolando Schere que el predio original “se subdividía en 26 lotes individuales con casas chorizo apareadas. De estas, 14 se volcaban al pasaje”[1].

Desde luego, mucho de su fisonomía ha cambiado desde su inauguración; ya no está bordeado de casas, pero su mérito es sobrevivir al paso del tiempo.
EL ORIGEN DEL NOMBRE
Generalmente los pasajes recibían los nombres de sus propietarios. De ser así cabe preguntarse de qué Valle se trata. El Dr. Eduardo Balbachan, pionero y maestro en el estudio de los pasajes porteños, da algunas pistas: “el apellido Valle tiene raíces ancestrales en Flores, desde Marcos Valle, uno de los primeros pobladores, hasta Juan Valle, cuya mercería de Rivadavia 7279 era uno de los principales negocios alrededor de 1910; y Luis Valle, dueño de uno de los primeros cines del barrio, el ‘Lavalle’, ubicado en Pedernera 53. Probablemente el propietario del pasaje perteneciera a esta familia”[2].
LA HISTORIA DE LA BOMBA
Un vecino del barrio, que vive muy cerca del pasaje, me contó una historia de la cual -según me aseguró- fue testigo. Por aquel entonces el mundo estaba sensibilizado por el ataque a las Torres Gemelas ocurrido el 11 de septiembre de 2001. Luego, durante el breve gobierno de Fernando De la Rúa, un ministro, en un aparente intento de perpetuarse en su cargo, anunció la llegada del ántrax a la Argentina. El pánico cundió y cada hecho fortuito se volvió sospechoso. Por eso el olvido de un bolso oscuro en el pasaje Valle causó preocupación. A diferencia de otros tiempos, donde hubiera desaparecido más rápido que un relámpago, nadie se atrevió a acercarse. Un comerciante llamó a la policía y minutos después llegó una brigada antiexplosivos.

Mientras los expertos examinaban por fuera el bolso un numeroso grupo de curiosos formó una ronda alrededor de ellos. Uno de los oficiales, al ver la multitud, se puso de pie y gritó:
– ¿Qué hacen acá? ¡Váyanse! ¿No se dan cuenta que, si esto explota, volamos todos?
Justo en ese momento llegó el dueño del bolso, todo transpirado, pidiendo disculpas. Había cargado muchos paquetes, pero olvidado aquel bolso. Pidió disculpas, conversó con la policía y la ronda se dispersó.
El vecino que me contó la anécdota hizo una reflexión al final:
– Hay cierto masoquismo en la gente: cuando el de la brigada habló del peligro, nadie amagó moverse, pero bastó ver que no había riesgo para que todos perdieran el interés.
MÁS DETALLES ACERCA DEL PASAJE
Tras la publicación del presente artículo en redes sociales, recibí aportes muy importantes que desconocía. Comparto los más relevantes:
Sergio Walter Horton comentó que se ha conjeturado que por el pasaje Valle huyeron los asesinos de José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, a quien emboscaron en la puerta de su casa. El líder sindicalista vivía en un departamento de propiedad horizontal ubicado en la avenida Avellaneda 2953, entre la avenida Nazca y calle Argerich. El crimen, de alto contenido político, ocurrió en 1973 y sacudió a la opinión pública en la década más sangrienta de la Argentina.
Luis Boldt también agregó otro dato que ignorábamos: años atrás en el pasaje Valle existía un club de personas con discapacidades auditivas y visuales.
© Pablo R. Bedrossian, 2021. Todos los derechos reservados.
REFERENCIAS
[1][1] Schere, Rolando H., “Pasajes”, Ediciones Colihue, Colección del Arco Iris, Buenos Aires, Argentina, 1998, p.90
[2] Balbachan, Eduardo Luis, “Los ignorados pasajes de Buenos Aires”, Corregidor, Buenos Aires, Argentina, 2010, p.82
CRÉDITOS MULTIMEDIA
Todas las fotografías fueron tomadas por el autor de esta nota y es el dueño de todos sus derechos.
Hola, fui propietario y vivimos con mi familia entre 1987 y 2011 en la casa del número 12, la última a la izquierda y de la que hay una foto en la publicación. No entiendo a cuento de que viene el título, pero el pasaje nunca tuvo nada de siniestro. Cuando nos fuimos de ahí solo quedaba una señora que vivió en el pasaje toda su vida. Desde comienzos de este siglo las casas fueron compradas para transformarlas en depósitos, talleres y locales comerciales. Las primeras que se transformaron fueron las de adelante, por personas que compraron las viviendas que tenian entrada por Argerich y las casas nro 1 y 2.
En el pasaje las puertas de las casas siempre estaban abiertas y los niños lo utilizaban como un patio de juegos y entraban y salían de las casas y para las fiestas de navidad y año nuevo cada vecino sacaba la mesa al pasaje y celebramos todos juntos.
Nuestra entrada que es la única con un alero en los días de mucho sol en verano era el único lugar con sombra en el pasaje y los niños se juntaban y pasaban la tarde sentados y jugando.
Todas las familias eran de clase media y trabajadoras.
En lo que fue mi hogar hasta los años 60 aproximadamente funciono una fabrica de camisas, de la cual encontré en el sótano el cartel enlozado de esa época, donde muchas mujeres que vivieron en el pasaje trabajaron.
En la actualidad se ha convertido en un pasaje con muchos locales gastronómicos, una remisería y talleres pero eso no lo hace de ningún modo siniestro.
Desde siempre los fines de semana fue un lugar muy tranquilo por la falta de actividad comercial.
Los domingos por la mañana y con viento del suroeste se podía oír el paso del tren sarmiento que esta a mas de 500 metros.
Las casas estan por encima del nivel de la calle Argerich debido a que antiguamente se inundaba, y la calle central del pasaje si estaba a nivel de Argerich y entraban con carros, pero cuando se instalaron las cloacas y otros servicios se relleno y se transformo en peatonal.
En cuanto a las historias que cuentan es cierto que algunos de los que atentaron contra Rucci escaparon por el pasaje y fueron vistos por vecinos del pasaje.
Lo del bolso ocurrió pero no como lo cuentan, ya que nunca se llamo al escuadrón de bombas, solo vino un patrullero y se lo llevo.
La institución para discapacitados debe ser posterior a 2010 ya que hasta ese entonces nunca funciono.
El pasaje se formo como un loteo de una chacra que dicen que perteneció a Pascual del Valle, pero ese dato es muy dudoso.
El pasaje originalmente se llamo Buenos Aires (https://www.buenosaires.gob.ar/…/las_calles_de_buenos… pagina 53) y aparece en la guía Peuser de 1935 con ese nombre, mas adelante se cambio a Valle (mirar misma guía pagina 259).
Es considerado un pasaje peatonal privado pero de transito libre por eso no se puede cerrar la entrada y la iluminación del pasaje la habíamos instalado los vecinos, dado que la municipalidad no se hacía cargo por ser una calle privada y a pesar que cobran el ABL a cada propiedad, y los residuos teníamos que sacarlos a la vereda de la calle Argerich, y tampoco entraba el barrendero.
Muchos de los locales gastronómicos que funcionan en la actualidad son recomendados en varias paginas.
Nunca sucedió nada siniestro en el pasaje, es mas los vecinos nos ayudábamos entre todos y como última historia cuando mi señora comenzó con el trabajo de parto,(1992) el tener que caminar mas de 60 metros hasta la calle Argerich no nos permitía hacer las cosas con rapidez por eso contamos con la ayuda de los vecinos y uno se adelanto a buscar un taxi mientras íbamos despacio con mi señora y luego nos acompaño hasta la clínica a donde llegamos ya a punto de parir y se quedo hasta que nació nuestra hija.
Pienso y pienso y sigo sin entender a cuento de que usaron la palabra «Siniestro» por lo que pido que modifiqué el titulo y el contenido de la publicación o que la elimine.
Siniestro ? Coincido con Héctor . En ese pasaje pase la infancia más feliz que una criatura pudiera tener. Aprendí a jugar, a compartir, a crear, a andar en bici, a vincularme y sobre todas las cosas aprendí mucho de cada uno de los vecinos, todos siempre predispuestos ayudar, conversando y tomando mates en las puertas de las casas.
Éstas siempre fueron hermosas y armoniosas tanto por fuera como por dentro. ¡Cuanta alegría se vivía ! ¡Cuantos amigos y gente del bien !
Gracias a cada uno y a mis abuelos que en paz descansen orgullosos de todo lo vivido en el pasaje Valle .
Quisiera respetuosamente responder a Héctor, Mónica y Lucía, agradeciendo sus mensajes y aportes. Lo que comparto es producto de mi experiencia este año. Entiendo que sus recuerdos son muy diferentes, pero creo que hay muchos lugares de Buenos Aires que ya no son lo que eran y, donde crecimos jugando con vecinos, hoy son sitios donde hay robos y asaltos. Tal como explico en la nota, los domingos, para mí -y no me creo dueño de la verdad, pero sí libre para compartir mi experiencia- el pasaje se ha convertido en un lugar peligroso. Si les incomoda el adjetivo «siniestro» del título, lo puedo sustituir, pero en nada cambia que, como se aprecia en las fotos, durante los fines de semana, cuando cesa la actividad comercial, se observa un pasaje sin seguridad en un lamentable grado de abandono. Pueden ir y hacer la prueba. Me parece, a riesgo de equivocarme, que deberían molestarse con el estado actual del pasaje, no conmigo.
Hola Pablo. El pasaje lo hemos visitado en varias ocasiones durante los días de actividad y no y de noche también ni modo que me parezca siniestro si diría que es un lugar sin brillo, atractivo, descuidado pero siniestro no. Claro que nos entristece y enoja ver el estado en que esta pero eso no habilita para decir que es siniestro ya que no lo es.
Hola Lu. Que lindo que esta nota nos haya contactado. Espero que estén todos bien, recordamos con mucho afecto a tus abuelos, grandes y queridos vecinos, y a toda tu familia. Cariños para todos.
Coincido con Lucia Felder y agrego que era tan familiero y pintoresco ,que creo , espero no equivocarme vi al abuelo o al padre de Lucia ; bailar folclore vestido de gaucho , muy de festejar la fiestas patrias y por supuestos compartir navidad y año nuevo como una gran familia ,; asi era y fue la vida social del pasaje. parte de mi familia se habia mudado justo enfrente de la de Felder en la casa 16. ,mi vida de niño ,adolecente y juventud paso por la calle Argerich. Y con respecto a la institucion para discapacitados a la que hace referencia ,esta era la asociacion argentina de ciegos y sordomudos , que estaba sobre la misma vereda , pero ante ultima casa antes de llegar a Aranguren donde vivian las hermanas profesoras de piano
Hola Jorge. La casa que estaba enfrente de la de Gaucho (abuelo de Lucia) era la 12. La compramos en 1988, supongo que a tus familiares, y la vendimos a fines del 2010. Gracias por aclarar los de la institución y ahora sabemos porque le decían Gaucho. Nunca lo vimos vestido así pero desde el prime día nos sentimos en una gran familia. Mi hija que nació en 1992 jugaba con Lucia y el resto de los chicos del pasaje , el cual lo usaban como un gran patio y además que entraban y salían de todas las casas porque siempre estaban las puertas abiertas. Navidad y Fin de Año luego del brindis todos sacábamos las sillas y mesas al pasaje y charlábamos y veíamos a los niños jugar. Tenemos muchos y lindos recuerdos.