UN ANÁLISIS DE LA PASO 2019 EN LA ARGENTINA (por Pablo R. Bedrossian)

Tras caer derrotado en las urnas, el presidente Mauricio Macri dijo el domingo por la noche “hicimos una mala elección”; debió haber dicho “hicimos un mal gobierno”. Nosotros previmos el resultado cuando un mes antes escribimos: “el oficialismo no termina de comprender que su fracaso económico le ha hecho perder muchos más votos que el exiguo porcentaje (alrededor de un 3%) que le dio la victoria en 2015. Parece estar en un estado alucinatorio en el que cree que la gente votará por miedo y no por los resultados de su gestión”[1]. El peronista Pichetto no le aportó absolutamente nada y Durán Barba tendrá que dedicarse a conseguir nuevos clientes.

Hay varias claves para explicar el triunfo del Frente de Todos, aunque consideramos como principal causa la mala gestión de Cambiemos. El kirchnerismo tiene un alto porcentaje de voto duro. Se llama así al apoyo incondicional de militantes que votan a un partido o movimiento sin importar lo bueno o malo que haya hecho o proponga hacer. El voto duro kirchnerista se compone de dos partes: el voto ideológico, cercano al fracasado socialismo del siglo XXI propiciado por Hugo Chávez, y el voto clientelista, personas que recibieron dádivas durante los anteriores gobiernos K y que se vieron muy afectados por las políticas de Cambiemos. Al “voto duro” no le importan las evidencias, ni los bolsos ni los cuadernos. Cree en el dicho “somos víctimas de una persecución política”, esgrimido por los corruptos cuando pierden la impunidad que otorga el poder.  

Cristina Fernández de Kirchner, sabiendo el alto rechazo que su imagen produce en un sector de la población, prefirió poner en primer plano a Alberto Fernández, su ex crítico, que pasó repentinamente de incendiario a bombero. Además, la expresidenta actualmente procesada por corrupción, considerando que de ser condenada no podría indultarse a sí misma, prefirió bendecir a Fernández: si este obtiene la Presidencia quedaría en eterna deuda con ella. Además, todo sugiere un “Alberto al gobierno, Cristina al poder”. También nos parece que “Panqueque” Massa, al incumplir su palabra de jamás regresar al kirchnerismo, le aportó votos al Frente de Todos, pues de los que obtuvo en las presidenciales del 2015, solo la mitad fue al peronista federal Roberto Lavagna, que ocupó un descolorido tercer lugar, con algo más de un 8%.

Otro hecho evidente es el fracaso de la extrema izquierda: Pese a que el Frente de Izquierda-Unidad, que reúne el FIT -la unión del Partido Obrero, el Partido de los Trabajadores Socialistas e Izquierda Socialista- y el MST, fue presentado como un logro inédito, Del Caño apenas obtuvo el 2.88%. En las PASO de 2015 había obtenido un 3.25% sin el MST, que había sumado el 0.42%, por lo que el resultado muestra una fuerte caída.

Muy cerca de desplazar a esta alianza de la cuarta posición se encuentra NOS, la fuerza “celeste” o “provida” conformada hace pocos meses, encabezada por Gómez Centurión y Cynthia Hotton. Sin diputados en Provincia de Buenos Aires, porque su lista fue “bajada” por un error técnico del apoderado del partido a través del cual se presentaba, y tampoco en CABA, obtuvo en las presidenciales un 2.64%, unos 580,000 votos, en su mayoría de origen cristiano evangélico. En provincias como Chaco o Misiones superó el 5%. Creemos que la gran mayoría de sus votos, más que para el héroe de Malvinas, fueron para Hotton. Su futuro dependerá de dos factores: el apoyo que obtenga en las presidenciales en los distritos claves, CABA y Provincia de Buenos Aires, y de la conquista de aquellos que adhieren a sus ideas y acaban de votar al macrismo por K fobia.

Finalmente, la elección del liberal José Luis Espert fue un rotundo fracaso. Las encuestas (¡cuándo no!) le adjudicaban una intención de voto del 6% y apenas superó el 2%.

ALGUNAS CONCLUSIONES:

La mayoría ha decidido volver al pasado; no importa la inflación descontrolada, el crecimiento de la pobreza y el altísimo grado de corrupción que haya habido durante el cristinismo. La razón es que con Mauricio Macri su situación empeoró.

Macri y “el mejor equipo en los últimos 50 años” tienen que hacer una severísima autocrítica: su desmoronamiento no se debe a que la gente que no los acompañó, sino que perdieron una oportunidad histórica al no acompañar ellos a la gente. Además, no hubo voluntad política para cerrar la grieta; al contrario, se la mantuvo por un mezquino (y fallido) cálculo político. ¿Puede una nación dividida por antagonismos subsistir ?

El contexto externo no es favorable y el país se encuentra altamente endeudado. Nadie conoce el programa de gobierno de los Fernández y qué harán frente a un escenario tan adverso. Está latente el riesgo de que el kirchnerismo convierta a la Argentina en una nueva Venezuela. Desde luego, es algo que no deseamos, pero, con sus antecedentes, no podemos tapar el sol con un dedo.

En uno de sus discursos Alexander Solyenitzin citó un viejo dicho ruso que decía “cuando los perros te ataquen, no llames a los lobos para que te defiendan, porque una vez que se coman a los perros te devorarán a ti”. El kirchnerismo produjo un incendio y luego se quejó del fracaso de los bomberos. Parece absurdo esperar que los pirómanos sepan apagar el fuego.

© Pablo R. Bedrossian, 2019. Todos los derechos reservados.


REFERENCIAS

[1]“Ni Macri, Ni Cristina”, publicado el 15 de julio de 2019. https://pablobedrossian.com/2019/07/15/ni-macri-ni-cristina-las-patas-de-la-mentira-por-pablo-r-bedrossian/

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