COMENTARIO A “LOS 70”, EL LIBRO DE CEFERINO REATO SOBRE AQUELLA FATÍDICA DÉCADA

Serie CONFIESO QUE HE LEÍDO

Título: “Los 70”

Autor: Ceferino Reato

Año: 2020

Para aquellos que vivimos los ’70, como para los que no, este nuevo libro de Ceferino Reato es de lectura necesaria, pues la Argentina desde principios del siglo XXI se ha construido mirando el pasado o, como diría Borges, con todo el pasado por delante.

La obra describe cronológicamente lo ocurrido en aquella década, a partir de las sucesivas dictaduras militares de Onganía, Lanusse y Levingston que desembocaron en las elecciones del ’73 ganadas por Héctor J. Cámpora, candidato del justicialismo debido a la proscripción de su líder, el Gral. Juan Domingo Perón.

Dedica los primeros capítulos a la formación y acción de organizaciones terroristas y guerrilleras, en particular, Montoneros y el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Menciona algunas de sus atrocidades, propias de un pensamiento mesiánico que se arroga la representación de un pueblo que jamás las eligió. Provee evidencias de cómo Perón se sirvió en particular de Montoneros para acelerar su regreso.

Luego presenta la renuncia de Cámpora y el llamado a nuevas elecciones que fueron ganadas -con amplísimo margen- por el propio Perón, con su esposa María Esthela, más conocida Isabelita, como vicepresidente.

Continúa el texto con el ingreso de José López Rega al gobierno, un personaje oscuro de absoluta confianza para el primer mandatario. En particular, menciona la creación de su organización terrorista, la Asociación Anticomunista Argentina, conocida como la Triple A, que actuaba bajo la pantalla de Coordinación Federal, una sección de la Policía Federal, institución en la cual el mismo López Rega se había hecho ascender de cabo a comisario general. Quizás no le dedica a esta nefasta organización, famosa por el uso de sus Ford Falcon, el espacio que merecen sus acciones criminales.

Pasa luego a presentar un hecho bisagra para la década: la muerte del presidente Perón el 1º de julio de 1974. El autor describe cómo desde hacía tiempo la violencia se había naturalizado. Sin embargo, contra lo que sugiere, la mayoría de la población no tenía posición tomada hacia un lado u otro: presenciaba impotente la guerra entre dos grupos fuera de todo control institucional. Aunque López Rega fue forzado a renunciar, las Fuerzas Armadas se habían involucrado en lo que en aquel momento se llamó la “guerra sucia” y, tal como lo describe Reato, dos decretos de 1975 del Poder Ejecutivo las facultaron para aniquilar a la subversión (el 261, para la lucha contra la guerrilla en Tucumán y el 2.772, que extendía esa orden a todo el país).

La última parte se inicia con el golpe de estado del 24 de marzo de 1976 y la dedica a la sangrienta dictadura militar que gobernó la Argentina desde ese día hasta el retorno de la democracia en 1983. Recuerda la incapacidad de los políticos para ofrecer soluciones ante la inminente ruptura del orden constitucional, resumido en el titular del vespertino La Razón del 23 de marzo, “Es inminente el final. Todo está dicho”. Muestra y demuestra como los militares de aquella época no solo se apoderaron del manejo del Estado sino que se convirtieron en Señores de la Vida y de la Muerte. Las entrevistas que el autor tuvo con el dictador Jorge Rafael Videla confirman la ausencia de cualquier tipo de arrepentimiento y blanquean, aunque parcialmente, el horroroso método de la desaparición de personas, sin juicio ni derecho alguno.

Ceferino Reato deja claro que hubo una guerra con enorme cantidad de muertos y heridos por ambos bandos, sin adherir a la teoría de los dos demonios; declara que el terrorismo de Estado es el peor de los terrorismos porque el Estado se pone por encima de la ley, no reconoce límites y viola los derechos de todos los ciudadanos al someterlos a sus designios. Algo que no menciona es la tercerización de las desapariciones, Bandas como las de Aníbal Gordon y las del Clan Puccio, entre otras, además de colaborar con la desaparición forzada de personas, se dedicaban al secuestro extorsivo de empresarios, a muchos de los cuales asesinaban, incluso tras haber cobrado el rescate.

Sin embargo, todo lo expuesto puede entenderse como un larguísimo prólogo para los tres anexos y el legado que se encuentran al final del libro: a resumidas cuentas, estos escritos finales se ocupan de dos temas: cuál fue el número real de desaparecidos y qué ha pasado con las víctimas de la guerrilla y la subversión. Muestra, con datos provistos incluso por el gobierno kirchnerista, el divorcio que existe entre las evidencias y el relato, advierte de los negocios que pudo haber habido detrás y expone el trato desigual e injusto que han sufrido aquellos que padecieron los horrores de la subversión.

© Pablo R. Bedrossian, 2024. Todos los derechos reservados.

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