JUAN ALBERTO BADÍA A TRAVÉS DE LOS OJOS DE GRACIELA GARZÓN (por Pablo R. Bedrossian)

Juan Alberto Badía (1946-2012) representó para toda una generación lo bueno, lo digno y, lo creativo. A través de sus programas radiales (imposible olvidar “Flecha Juventud”) y televisivos (como el exitosísimo “Badía y Compañía”) nos enseñó a disfrutar de las cosas sencillas de la vida, como la buena música, entrevistas cautivantes o simplemente haciéndonos compañía. Jamás apeló a las vulgaridades, ni a las malas palabras, ni a las burlas, ni a las vanidades. Era un hombre noble, cordial y positivo que no necesitaba (ni lo hubiera hecho) falsificarse a sí mismo para obtener el éxito.

Su voz acompañaba mis noches de estudio cuando cursaba la facultad. Pasaba temas inconseguibles como “Curiosa noche” de Vivencia o cortinas conmovedoras como “Aquellas pequeñas cosas” de Serrat. Su pasión por los Beatles ocupaba siempre un lugar de privilegio, lo mismo que el rock nacional.

Una sola vez conversé muy brevemente con él. Lo esperé a la entrada de la radio y le regalé un casete con algunas de mis canciones. Recuerdo que me atendió con suma amabilidad y charlamos brevemente. Tuve la oportunidad de contarle desde hacía poco era médico. Para despedirse me regaló su amplia sonrisa y me dijo “tordo, gracias por el casete; lo voy a escuchar”.

La locutora que más tiempo lo acompañó fue Graciela Mancuso, quien falleció joven. Pero también trabajó con él y lo conoció más allá del micrófono otra gran dama de la radiofonía argentina, la señora Graciela Garzón. Generosamente accedió a responder nuestras preguntas para recordar a Juan Alberto Badía y conocer aspectos pocos conocidos de su vida, como su fe.

¿Cómo conociste a Juan Alberto Badía?

Conocí a Juan Alberto a través de la radio, cuando hacía Flecha Juventud; casi seguro que iba por Radio del Plata. Lo acompañaba Graciela Mancuso, quien falleció muy joven. En aquel entonces yo estaba en la escuela secundaria. Pero en persona conocí antes a su papá. Había dado el examen de ingreso al ISER, y cuando fui a ver cómo me había ido, su papá subió al ascensor. Se llamaba Juan Ramón Badía, que era hermano de una famosa productora de aquel momento, Nelly Raymond. Le teníamos mucho miedo pues él era la voz institucional de Canal 13. Una finura, una voz extraordinaria. Más adelante, participé de una prueba (antes no se le decía casting) y quedé seleccionada. Junto a otra compañera hacíamos tandas con Juan Alberto. Éramos “tanderas”. Sus mañanas en Radio Mitre eran muy especiales. Recuerdo que subía al segundo piso, donde estaba él solo y temblaba. Un día dije “no puedo creer que estoy en el ascensor con Badía” y él sonrió, con gran humildad.

¿Qué conocías de él?

Él nació en Ramos Mejía, de donde era su familia. Yo la llamo la zona de los vecinos ilustres porque de allí eran María Elena Walsh, Rolando Hanglin; mucha gente venía en ese tren de Ramos… Juan era fan nº 1 de los Beatles. Por eso años después el titula su libro “El día que conocí a John Lennon en el tren”. Fue una tirada pequeña y la primera edición se agotó como pan caliente.

¿Algún recuerdo especial que te haya quedado de él?

Me quedaron grabados algunos de sus cumpleaños, especialmente uno. Él vivía en Martínez; aún no se había construido Unicenter. Era una de las casas más avanzadas, californianas y prácticas que conocí; era prolija como era él, porque era sumamente prolijo en todas sus relaciones interpersonales. Era una persona maravillosa. Fuimos con los que él había invitado especialmente, que eran el portero de Maipú 555, con su esposa y sus dos hijas. Por primera vez vimos en esa ocasión un video clip. Él lo puso en pantalla grande para que lo viéramos y estábamos impactados. Él traía siempre de Estados Unidos lo mejor que había en comunicaciones, no solo lo auditivo sino también lo visual. Se anticipaba. En un momento me acerco y le digo: “Juan -porque para nosotros era Juan-, ¿querés que te ayude o te dé una mano?” Porque no había mozos; estaban la madre, el padre, la hermana, los hijos que eran chiquitos. La comida no era de “Los dos chinos”, lo top en aquel momento, sino que era pizza, empanadas, panchos, hamburguesas. Nos hacía sentir muy bien y cómodos… tenía una gran sencillez.

¿Cómo era el trabajo?

Antes no leíamos de internet, porque no existía, En una carpeta estaban los avisos. El creó una moda: él leía el primer y segundo renglón del aviso y el resto lo compartía con cualquiera de sus locutoras. También fue muy emocionante compartir con él un lanzamiento de un producto totalmente nuevo para el mercado: el Mendicream. “Badía y Cía.” fue un éxito del principio hasta el final. Yo hice alguna producción, pero no estaba allí, pero recuerdo el espacio que le dio a Marcelo Tinelli para que hiciera pequeños flashes sobre fútbol. Había un montón de monstruos, pero él conservaba esa simpleza de siempre.

Cuando empieza a salir en radio, estando en Mar del Plata, saliendo de un edificio del ACA que ya no existe, nos vio a mí y a una compañera, María Ester Sánchez. Nos invitó a la terraza donde transmitía… fue súper generoso.

¿Qué pasó luego?

Tenía como una sede en Pinamar. Se le hizo todo muy costoso a él, pues ya no estaba en televisión y empezó a viajar mucho al sur. De ahí regresó a Pinamar y volvió a tener su lugar. Allí organizó algunas actividades más. No estaba para tirar manteca al techo y él invertía todo en el mundo de las comunicaciones.

Más allá de la imagen radial o televisiva, ¿era una persona espiritual?

Un poco antes que Juan enfermara, no recuerdo si Ernestina País o su hermana, no la que trabajó con Raúl Portal, le estaba haciendo un reportaje en Atecé y ella le dice “decime, Juan…”. Ya no me acuerdo cómo fue la pregunta por lo impactante de la respuesta, porque él le dice: “Yo soy de Ramos Mejía, soy del Colegio Ward. Un día nos llevaron a ver al Luna Park a ver a Billy Graham y yo me convertí…”. Ella largó una carcajada. Se burlaba. Pero él siguió hablando en serio: “Sí, me convertí”. Ella se siguió riendo. Entonces Juan le explicó que su padre no estaba de acuerdo, y por eso no terminó sus estudios allí. Lo cambiaron de colegio durante los últimos meses (o años) de escuela. Él tuvo muchas señales a lo largo de los años. Cuando él empezó “Imagen de radio” (donde estuve poco tiempo porque pasé a Radio Transmundial), quedó Silvina Chediek, María Ester Sánchez y Luis Futsan. Fui verlo y le llevé una Biblia y libro cristianos; me llamó la atención su forma de agradecer; él me dijo “yo soy lector de la Biblia”. Él sabía lo que era la oración, que tenía a Dios en la boca, pero también en sus extraordinarios valores, no para enumerar, sino que se mostraban en su ética.

¿Podemos cerrar con una anécdota más?

Hizo radio hasta el final desde su casa a pesar a estar enfermo. Él sabía cuál era la verdadera fuente de vida. Yo vi en él ese versículo que dice “yo sé en quién he creído”.  Un día al terminar una tanda en Radio Mitre, aparecí en el estudio, lo abracé y me dijo “te va a ir bien porque cundo uno está en estado de plenitud, le va bien”. Era un tipo que sabía leer el alma.  

ALGO QUE CUENTA BADÍA EN SU AUTOBIOGRAFÍA

“… así surgió CW1 Radio Colegio Ward. Nació conmigo en primer año y hacia la mitad del curso tuve la chance de hacer radio en los recreos largos. Lo que hice fue armar una programación interesante para los pupilos y medio pupilos sobre actividades deportivas, y comencé a meter comentarios sobre la vida, el deporte y la música. Así transcurrían esas dos horas, que comenzaron a despertar mucho interés en el estudiantado.

Hasta que tuve que cambiar de colegio por razones que atravesaron mi vida de una manera bastante particular. Para mí, el dinero siempre tuvo un significado de libertad, más que de acumulación: el dinero es no pensar en fin de mes. Esto lo traigo desde chico como una carga, porque el colegio Ward, para mí, no era un colegio desde el punto de vista socioeconómico del hogar. Era ir más alto de lo que se podía, un lujo. Por lo tanto, el colegio y sus derivados, una cantidad de actividades maravillosas que incluían deporte y teatro que había que pagar aparte, se hacían muy onerosos para el presupuesto familiar. Además, se daba una conjunción interesante: yo era un gran protagonista en el colegio, pero no un gran estudiante. Y encima el protagonismo costaba mucha plata y yo escuchaba a mis viejos discutir muchas veces acerca del tema. Como si fuera poco, llegó a la Argentina Billy Graham, un pastor evangelista importantísimo y el colegio, que se caracterizaba por tener mucha libertad de expresión, invitó a quien quisiera ir a verlo al Luna Park. Yo fui porque me pareció un tipo interesante, pero sobre todo porque era algo para comentar en la radio. Y cuando el tipo dice en un momento dado que todos aquellos que se querían convertir podían bajar al estrado, yo bajé. Y me convierto.

Cuando llego a casa digo que soy evangelista, protestante, qué sé yo. Así como lo dije, mi viejo me llevó al Emaús de Palomar. No demoró un minuto en sacarme del Ward. Terminé dando varias materias de tercer año en marzo. Eso generó un alivio en casa, porque el Emaús era un colegio mucho más acorde con mi clase social. Me fui con mucho pesar, pero no había más remedio. Sabía que lo que más iba a extrañar del Ward iba a ser, sin duda, la radio.

Cuando llegué al Emaús, mi papá me dejó en manos del padre Edmundo Michels, hermano de la congregación Sagrado Corazón, quien pronto se convirtió en un referente humano que todavía anida en mí: un tipo importantísimo en mi vida. Era el director del área secundaria en el Emaús en el tiempo en que yo cambié de colegio…[1]

© Pablo R. Bedrossian, 2022. Todos los derechos reservados.


NOTA

La Sra. Graciela Garzón, entre otros reconocimientos, en 2010 recibió la distinción de «mujer innovadora», otorgada por el Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires.


REFERENCIAS

[1] Badía, Juan Alberto, “En mi vida: Autobiografía”, Planeta, 2012, p.104-105


AGRADECIMIENTOS

A Graciela Garzón por su buena onda y generosidad, a su hijo el artista plástico Pablo Larrañaga por su fe y visión de la vida y a mi hermano Alejandro por compartirme el libro «En mi vida» que le obsequió nuestro amigo, el premiado conductor y locutor Pablo Juan González.


CRÉDITOS MULTIMEDIA

La foto de portada de Juan Alberto Badía fue tomada de la nota «Hoy cumpliría 75 años Juan Alberto Badía» del sitio web de Argentores; no identifica el nombre del fotógrafo; los derechos no nos pertenecen y usamos la imagen para esta nota sin fines comerciales. La foto original se encuentra en https://argentores.org.ar/hoy-cumpliria-75-anos-juan-alberto-badia/

La foto en el cuerpo de la nota de Juan Alberto Badía fue tomada de la nota «Juan Alberto Badía» del sitio web «El siestero» de Gaby Ponchs; ; los derechos no nos pertenecen y usamos la imagen para esta nota sin fines comerciales. La foto original se encuentra en https://elsiestero.com.ar/juan-alberto-badia/

4 Comments

  1. Gracias Pablo.Me emocionó el relato de anécdotas sobre para mí el mejor conductor de Radio y TV de mi querida ARGENTINA,JUAN ALBERTO BADÍA,HECHO POR MI AMIGA DESDE LA SECUNDARIA DE LA ESCUELA NORMAL MIXTA DR EDUARDO COSTA DE LA CIUDAD DE CAMPANA(CUMPLIMOS LAS BODAS DE ORO 50 AÑOS DE EGRESADOS) Y LA SEGUIMOS HASTA HOY, DE MI QUERIDA GRACIELA GARZÓN.

  2. Excelente querida Graciela.
    Fuimos compañeras en la Escuela Normal Mixta Dr. Eduardo Costa en Campana.
    Desde chica heredó los dones de la locución de su padre.
    Compartimos mucho tiempo en esas aulas, después «la vida vino en tacos altos, y nos separo», dejamos de c
    «Compartir el mismo tranvia» pero espero que pronto «la buena de Dios» nos reúna.
    Nuestro país ha dado muy buenos hijos. Badia lo mejor! Un gran honor que hayas trabajado a su lado.
    Abrazo enorme

  3. Como siempre Pablo es un placer leerte y cada uno de los temas que aborda tu pagina. Y muchas gracias por haber invitado a Graciela Garzón, sin duda una «voz» priviliegiada para que leamos estos recuerdos y detalles. Y el fragmento final de la autobiografia, uff conmovedor el detalle de la fe de Juan Alberto.

  4. Hermoso homenaje a Juan Alberto Badía. Pablo, excelente recopilación de material biográfico y descripción de la profesionalidad de Badía. y Graciela, gracias por recordar de forma tan humana y cálida a Juan Alberto. En lo personal me hubiese gustado poderlo conocer en persona. Pero este homenaje afirma lo que representa para mi (espectador y productor de Tv) la persona de Badía, un ser de bien que ha dejado una huella infinita en los medios de comunicación, y en la opinión pública. Muchas gracias.

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