EL PASAJE ANGACO, UNA CURIOSA CALLECITA EN EL CORAZÓN DE BOEDO (por Pablo R. Bedrossian)

Serie “PASAJES Y CALLES CURIOSAS DE BUENOS AIRES” 

Escondido en el corazón de Boedo, el pasaje Angaco es, en realidad, una calle de tres cuadras empedradas, salvo en su tramo inicial donde muestra un precario manto de pavimento. Su calzada es angosta -apenas permite el paso de un auto-, y sus veredas, sumamente estrechas.

Corre paralelo a la Avenida San Juan y a la calle Cochabamba, entre las cuales se encuentra. La circulación vehicular es de oeste a este; entonces nace en la calle Muñiz y luego de atravesar José Mármol y Treinta y Tres Orientales, termina en un fondo de saco, constituido por el muro posterior de una propiedad cuya entrada se encuentra por la calle Quintino Bocayuva.

Es un oasis alejado del ruido y el vértigo urbano. Hasta donde sabemos, hay muy poco escrito sobre él[1]; sin embargo, merece ser conocido y visitado por su originalidad.

LA PRIMERA CUADRA

En su primera cuadra sube muy levemente para luego descender, como si estuviera sobre una lomita. En todo su trayecto, la mayoría son casas bajas destinadas a viviendas. Cruzando José Mármol comienzan a aparecer los puntos de interés.

“PASAJE AL SUR” CON EL MURAL DE JULIAN CRIGNA (ANGACO 4146)

“Pasaje al Sur” es un lugar de encuentro y formación. Combina arte, cultura y comunidad. Está gestionado de manera colectiva y colaborativa, promoviendo vínculos de la economía solidaria. Allí se brindan cursos muy variados, como clases tango, danza y yoga o talleres de encuadernación.

En su frente se destaca un bello y extenso mural creado por el artista plástico Julián Crigna, que le da vida y color no solo al sitio sino a toda la cuadra.

También funciona allí el Taller de Lutheria «Árbol de Espinetas», del maestro luthier Iván Follonier. «Pasaje al Sur» es una propuesta diferente que genera valor para todas las personas.

UNA PUERTA DIGNA DE INSTRAGRAM (ANGACO 4134)

En el pasaje se encuentra una de las puertas más curiosas que hemos visto en Buenos Aires. Hecha de hierro y de color verde intenso, es de estilo art nouveau. Tiene la belleza de lo original y la fuerza de lo puro.

LA PRECIOSA FACHADA ART DECO (ANGACO 4124)

Allí nomás, en la misma mano, se encuentra una vivienda de una planta en estilo art deco. La estrechez del pasaje no permite capturar fotográficamente toda su fachada, pero se reconoce fácilmente por su simetría y la pulcritud de sus líneas.

UNA BELLA CASA ANTIGUA (ANGACO 4123)

Del otro lado de la calzada hay un bello frente, correspondiente a una casa que nos parece aún más antigua; probablemente fue levantada en algún momento de la dos primeras décadas del siglo XX.

UN FRENTE ANGOSTÍSIMO (ANGACO 4121)

Se denominan casas mínimas a aquellas cuyos frentes son extremadamente angostos. Allí pareciera levantarse una de ellas. Por lo que averiguamos, es simplemente una entrada muy angosta por la que se accede a departamentos de propiedad horizontal que se encuentran detrás de la última vivienda descrita. Sin embargo, la imagen es desconcertante y sugiere, más bien, una casa mínima con forma de pasillo.

LA ÚLTIMA CUADRA

Constituyendo un callejón sin salida, la última cuadra es algo más corta, sin relieves o viviendas llamativas; termina en un muro del que cuelgan unas masetas. A sus pies crecen unas matitas de pasto y alguna planta. Ese final trunco suele utilizarse como garage al aire libre.

CURIOSIDADES DEL PASAJE ANGACO

a. Teatro alternativo en “Lo de Tito”: en Angaco 4163, según leímos, en 2011 se encontraba “Lo de Tito”[2], una sala de teatro alternativo. Durante nuestra visita no hallamos ninguna evidencia que indicara que continuara en actividad. 

 b. Angaco experience y la movida kontrakultural: A fines de los ’90 se estableció una comunidad de tipo contracultural. Cuenta Alejandro Rapetti en una nota de 2003 del Diario La Nación “Hace siete años, en el barrio de Boedo, un grupo de chicos llamó a la puerta de una antigua casa chorizo, ubicada sobre el pasaje Angaco, con la firme intención de alquilarla. La dueña hacía muchos años había abandonado los dos patios traseros y otros aposentos del fondo, según dijo, porque estaban ocupados por los gatos. Llegaron al lugar, comprobaron que era un verdadero desastre, y lo alquilaron igual. Desde entonces, ya pasaron por la casa de Angaco más de 50 personas… ‘Todos tenemos un lado oscuro, cierta vocación al suicidio, pero también alegría. Y Angaco experience es un reflejo de eso. Un grupo de casualidad que toca de todo: reggae, rock, cumbia o tambores solos, hasta lo que dure’, cuenta Valeria, a propósito de esas experiencias sonoras, de la cuales existe un registro con ocho grabaciones y un video dedicado a Zurú, la perra de la casa”[3].

c. La callecita donde nació el actor Claudio Rissi: En una entrevista realizada por Pablo Procopio, el actor de “El Marginal” hace una sentida descripción del pasaje donde pasó su niñez: “Nací en la casa de mis abuelos en Boedo, en el pasaje Angaco, el más angosto del barrio. Vivía en una casa humilde. Rafael, mi viejo, era empleado, pero lo que más le gustaba era el escolazo; Dora, mi vieja, era costurera. Con todo el esfuerzo nos criaron a Susana y a mí; vivimos durante 17 años en el barrio. Ahí fue donde empecé a fantasear con ser actor, mientras me dedicaba a jugar a los autitos por los cordones y los días de lluvia competía en regatas de barquitos de papel por la zanja”[4].

LA HISTORIA DEL NOVIO ARAÑA

Me ha costado trabajo encontrar una historia curiosa del pasaje; la que voy a relatar es, sin duda, original y pintoresca. Parece fantasiosa, pero, como dice el refrán, a veces la ficción supera a la realidad. La vecina que me la refirió dijo vivir en la última cuadra y me pidió mantener su anonimato. Comparto su relato en mis propias palabras:

Cierta noche se escucharon una serie de gritos donde termina el pasaje. Varios vecinos se asomaron a la calle y vieron descolgarse desde el muro trasero de la vivienda cuyo frente da a la calle Quintino Bocayuva a un joven que parecía huir, deslizando sus manos por una soga como si fuera el hombre araña. Un grupo que estaba conversando en la esquina corrió para detenerlo pensando que se trataba de un ladrón. El joven salió disparado y los vecinos detrás de él. Al llegar a José Mármol lograron interceptarlo y, pese a los pedidos de clemencia, le dieron algunos golpes y comenzaron a quitarle la ropa, inspirados en el grito de alguien que oficiaba de improvisado líder de la patrulla:

– Vamos a dejarlo desnudo y amarrarlo a un árbol para que aprenda.

El muchacho se había paralizado, muerto de miedo. Comenzaron a desvestirlo mientras se arremolinaban más vecinos, que lo injuriaban:

– A ver si ahora te hacés el canchero.

– Vas a ver lo que te pasa por chorro.

– Da gracias que aquí hay señoritas; si no, te hacíamos una de ellas.

De repente llegó una muchacha corriendo. Jadeante rogó:

– ¡Por favor, déjenlo! ¡Es mi novio! Yo vivo en esa casa -dijo señalando el muro- … estaba con él en casa y justo llegaron mis padres que no sabían nada… Como mi viejo lo iba a dar una paliza, se escapó como pudo…

Mientras los vecinos anonadados escuchaban a la chica, llegó el padre. Lucía desencajado, con la camisa fuera del pantalón y la frente sudorosa. De inmediato emitió su sentencia:

– Veo que Uds. se me anticiparon… déjenme ese cretino a mí…

Al instante el grupo se transformó: de castigar al joven pasó a defenderlo. Intercedieron diciendo frases como estas:

– Mire, don -le dijo uno-. No es para tanto. El chico debe querer mucho a su hija para descolgarse como lo hizo…

– Dele una oportunidad; no sea vigilante.

– ¿No confía en su hija? Si Ud. la crio bien, ella debe saber elegir, ¿no cree?

El hombre lentamente se calmó y el chico recuperó el color, pues había estado blanco como una sábana. El involuntario suegro retomó la palabra:

– Bueno, vestite, y vamos a tomar un café en casa que quiero conocer tus intenciones para con mi hija.

Quien me relató la historia no supo decirme si el noviazgo prosperó o terminó tiempo después, pero de una cosa estaba seguro:

– Antes de volver a quedarse solo con una chica – me dijo-, ese muchacho lo va a pensar diez veces.

EL ORIGEN DEL NOMBRE

Cuenta Alberto Gabriel Piñeiro que el pasaje recibió el nombre de Angaco por una ordenanza municipal del 28 de octubre de 1904; allí se la mencionaba como San Juan segunda[5]. “Con el agregado de primera, segunda, tercera, y así sucesivamente, se conocían algunas calles sin denominación que eran paralelas a una determinada arteria”[6], en este caso, la avenida San Juan. Según el mismo autor, aparentemente por aquel entonces también se la conocía como Pehuenches, pero nunca fue su denominación oficial.

Se llama Angaco por la localidad sanjuanina donde el 16 de agosto de 1841 se libró una sangrienta batalla donde los unitarios al mando de Mariano Acha alcanzaron una precaria y costosa victoria sobre los federales dirigidos por José Félix Aldao.

© Pablo R. Bedrossian, 2021. Todos los derechos reservados.


REFERENCIAS

[1] Solo sabemos de un artículo de León Tenenbaum, el maravilloso autor de «Buenos Aires, Un Museo al Aire Libre», titulado “Pasaje Angaco”, publicado en el Diario La Nación del 27 de enero de 1980, y una mención y una cita de ese libro hecha por Germinal Nogués en su libro “Buenos Aires, Ciudad Secreta”.

[2] http://www.alternativateatral.com/espacio3789-lo-de-tito

[3] Rapetti, Alejandro, ”Todos juntos: músicos, cirqueros y panaderos. Buenos Aires mágico”, Diario La Nación, Buenos Aires, Argentina, edición digital, 3/1/2003, https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/buenos-aires-magico-nid463212/ https://www.infobae.com/gente/lo-ultimo/2018/08/12/claudio-rissi-tuve-epocas-de-hambre-y-frio-llegue-a-dormir-en-un-colectivo/

[4] Procopio, Pablo, “Claudio Rissi: ‘Tuve épocas de hambre y frío; llegué a dormir en un colectivo’», Diario InfoBAE, Buenos Aires, Argentina, edición digital, 12/8/2018

[5] Piñeiro, Alberto Gabriel, “Las calles de Buenos Aires, sus nombres desde su fundación hasta nuestros días”, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 2ª Edición, 2005, p.289

[6] Piñeiro, Alberto Gabriel, Op. cit., p.21


CRÉDITOS MULTIMEDIA

Todas las fotografías fueron tomadas por el autor de esta nota y es el dueño de todos sus derechos.

7 Comments

  1. Conocí la calle Angaco a través de una amiga cuya hija y su pareja realizaron la tarea de convertir una vieja y mal cuidada casa en un hermoso lugar de encuentro: «Pasaje del sur» donde antes de la pandemia, nos juntábamos a saborear ricas comidas caseras acompañados por música y baile. Un lugar de para visitar y disfrutar ideado por Cristina e Ivan, dos genios! Cuando la pandemia nos lo permita, VOLVEREMOS!

      1. Estoy buscando un Pasaje en el barrio de Boedo que se llamó Las Naciones. Parecería ser el pasaje Angaco. Alli nación mi hermano en 1934. Mis padres tenían allí una panadería. Luego con los años el nombre desapareció. Sería ése??

      2. ¡Hola! Hasta donde pude averiguar (encontré el dato en dos libros y vi el pasaje con el Street View de Google), el pasaje que se llamaba Las Naciones en Boedo es la actual calle Juan Bautista Jantín; sin embargo, no luce angosto como un pasaje (aunque tiene pocas cuadras) sino ancho como una calle. Pero efectivamente se le llamaba el Pasaje de las Naciones. No sé si sufrió alguna reforma o ensanche. ¡Cordiales saludos!

  2. Hola! Soy Silvia Martínez, vicepresidenta de la Junta de Estudios Históricos de Boedo y te quería felicitar por esta nota, muy bien ilustrada y oportunos tus comentarios. ¿La podrías compartir en el blog de la Junta, respetando tus derechos, por supuesto. Fijate si se puede, el blog es Junta de Estudios Históricos de Boedo.blogspot.com

  3. He paseado mucho por el pasaje Angaco recordando a mi gran amor cuando nos separamos. Caminar sus callecitas y respirar el mismo aire que él…Me quedaba horas mirando la puertas de su casa. Sé que sigue viviendo allí, aunque su corazón repose en el pecho de otra dama. Gracias por permitirme compartir mi recuerdo.

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