Hace un par de años me sorprendió la película alemana “Er ist wieder da”, titulada por Netflix en inglés como “Look Who’s Back” y en español como “Ha vuelto”. Acabo de volver a verla, motivado por un comentario que el periodista mexicano Rubén Aguilar hizo en su blog. Tal como la primera vez, el film me atrapó del principio hasta el final.
La historia comienza con Adolf Hitler despertándose en un jardín en pleno siglo XXI. Desubicado y despojado de todo poder se cruza con un periodista fracasado que sueña con un reportaje que lo reivindique. De ese encuentro surge un Hitler que llega a la televisión y vuelve a ser popular en su país.

La película en realidad no trata sobre el führer que sigue fiel a su discurso nacional socialista, sino sobre las reacciones que despierta. “Mucho de lo que dice es cierto” o “Tiene razón” son algunas de las respuestas que recibe, como si en la memoria colectiva no hubiera registro de su monstruoso pasado genocida. Desde luego, la gente cree que trata con un imitador; sin embargo, son sus ideas auténticas las que permean a un público que simpatiza con ellas. Solo una mujer con Alzheimer lo reconoce y unos pocos rechazan el manojo de antivalores que representa.
Dirigida por David Wnendt y protagonizada magistralmente por Oliver Masucci, la película cuenta con escenas improvisadas que no siguen un guion, sino que más bien lo escriben; una de ellas fue filmada en la famosa Puerta de Brandemburgo de Berlín, donde algunos se toman selfies con Hitler, lo saludan al estilo nazi o lo abrazan.

“Look Who’s Back” pone al desnudo no solo la amnesia consciente sino la impúdica banalidad de la sociedad posmoderna, que elige taparse los oídos ante la famosa advertencia de George Santayana: “Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”.
© Pablo R. Bedrossian, 2019. Todos los derechos reservados.