Alguien ha dicho que el macrismo es un kirchnerismo con buenos modales. No coincido: el kirchnerismo ha demostrado que, además de soberbia y corrupción, tenía pretensiones hegemónicas propias de una dictadura, resumidas en aquel fallido “vamos por todo”. El macrismo, en cambio, podría definirse como un gobierno con grandes intenciones que al día de hoy no ha logrado concretar ninguna. Es cierto que no cuenta con mayoría en las cámaras legislativas y que la herencia recibida es una suerte de mochila de plomo, pero a su incapacidad para reducir la inflación, atraer inversiones y lograr el pleno empleo ha sumado la ausencia de conciencia moral y la falta de escrúpulos: tal como el gobierno anterior, es capaz de manipular todos los recursos disponibles para desviar la atención de los grandes problemas nacionales.
Probablemente por consejo del experto ecuatoriano Jaime Durán Barba, la estrategia ha sido levantar cortinas de humo. No es una medida original. En “Wag the Dog”, una comedia negra protagonizada por Dustin Hoffman y Robert De Niro, para evadir un escándalo sexual de la Casa Blanca, un asesor hace filmar una supuesta guerra en Albania que es trasmitida por televisión. También los geniales Les Luthiers proponen algo parecido en “Noruega”.
Primero fue la ley de despenalización del aborto que sirvió para distraer al pueblo de la grave crisis económica. Mientras el dólar se disparaba de $18 a $28, los verdes de dedicaban a pelear con los celestes en los programas de TV.
Como el tema del aborto se terminaba, y la crisis amenazaba con volverse crónica, era necesaria otra distracción. Alguien en Balcarce 50 habrá pensado qué lástima que pasó el Mundial. Pero, como si no fuera suficiente la colección de fracasos que hasta hoy exhibe el gobierno (fracasos que no auguramos, ni deseamos, desde luego), una explosión en una escuela pública de la Provincia de Buenos Aires se cobró dos vidas. Ante ese acontecimiento de altísima gravedad institucional apareció otra cortina de humo, no fuera que las protestas por las muertes injustas superaran la buena onda y los timbrazos de Cambiemos. Me refiero a los cuadernos de la corrupción kirchnerista que aparecieron sorpresivamente ahora.
Es muy probable que el contenido de los cuadernos del chofer Centeno sea veraz, pues la mordida sistemática alentada por la impunidad era parte del ADN de la gestión K. Sin embargo, no parece casual que el tema fuera expuesto ante las cámaras justo cuando la tragedia de la escuela de Moreno debería ocupar la tapa de los diarios, y la necesidad de cambios en el rumbo económico para mitigar la pobreza y el desempleo ser la cuestión central del debate político.
Muchos se preguntaban por el silencio de Cristina Kirchner; la respuesta era sencilla: cuando tu enemigo se equivoca, no lo interrumpas. Pero ahora, al mostrarse con Hugo Moyano, símbolo del sindicalismo patotero tradicional, parece que involuntariamente levanta otra cortina de humo, trabajando sin proponérselo, en favor de sus adversarios.
© Pablo R. Bedrossian, 2018. Todos los derechos reservados.
No estoy de acuerdo con tu síntesis, no se puede comparar el Kirchnerismo con el actual gobierno, pero te digo que los KK hacen todo lo posible para que le vaya mal al país como siempre lo ha hecho cuando no está en el poder. La corrupción era lo común, los cuadernos hace 6 meses lo trataban, después que dieron la noticia al día siguiente explotó la escuela, el municipio recibió 90 millones de parte de la gobernadora, dejaron una llave abierta. Pero no dejan de venir inmigrantes pobres a pesar de todo de Latinoamérica y otros países. Se combate el narcotráfico antes eran aliados. Se hacen infinitas obras por todo el país. Los jubilados cobraron los juicios. Se terminó el cepo al dólar. El campo mejoro y está exportando al mundo. Se quitaron las retenciones. El PJ y la izquierda salen hacer piquetes, cortar calles con extranjeros pobres que compran su voluntad. Pero el interior está bien es otro mundo