«LAS MENINAS» EXPLICADA PARA TODOS (por Pablo R. Bedrossian)

Serie GRANDES OBRAS DE ARTE

No pretendemos analizar en detalle una de las obras cumbres de la historia del arte, sino hacer una sencilla semblanza de esta pintura y de las razones que le han otorgado ese lugar de privilegio.

Las Meninas es una obra de grandes dimensiones; pintada al óleo sobre tres bandas de tela cosidas, sus figuras centrales están retratadas en tamaño real.

Las Meninas 03.jpg

Su autor fue Diego de Velázquez (1599-1660), el artista preferido de la corte española de su época. Compuso esta pintura en 1656, durante lo que se conoce como el Siglo de Oro de las artes en España.

El cuadro, que se expone en el Museo del Prado de Madrid, ha tenido diversos nombres oficiales, tales como “Retrato de la señora emperatriz con sus damas y una enana”, “Familia del Señor rey Phelipe Quarto” o simplemente “La familia”[1] pero se conoce popularmente como “Las Meninas”.

LOS PERSONAJES

En la obra hay doce figuras, todas correspondientes a personajes históricos. Seis de ellas están en primer plano. Veamos de quiénes se trata[2]:

Las Meninas (con identificación de personajes) 02.png

Al centro abajo, la luz recae sobre una niña vestida con un sayo y una falda sobre guardainfante, armazón de aros de metal o mimbre ajustado a la cintura, que se usaba debajo de la falda acampanada; es la Infanta Margarita, de unos cinco años de edad.

Infanta Margarita 01.jpg

A su lado están las meninas, de donde proviene el nombre la obra, que eran sus jóvenes asistentes: a nuestra izquierda, María Agustina Sarmiento de Sotomayor, y a nuestra derecha, Isabel de Velasco, ambas pertenecientes a la nobleza. Con su postura contribuyen a resaltar la imagen de la Infanta.

La Infanta con sus meninas 01.jpg

A continuación, a la derecha, aparece Mari Bárbola, integrante del séquito de la infanta. Sus rasgos muestran un ostensible enanismo acondroplásico[3]. Ella parece mirar al observador. En el extremo derecho se encuentra Nicolasito Pertusato. Contra lo que pueda suponerse, no es un niño; cuando fue pintado el cuadro tenía 21 años. Era un bufón en la corte, nacido en Italia. Su corta estatura se debe a un enanismo hipofisario[4]. Su pie izquierdo se apoya suavemente sobre un mastín, mascota de la corte, que descansa indiferente al movimiento alrededor suyo.

Mari Bábola, Nicolasito Pertusato y el mastín 01.jpg

Pasemos a los personajes que se encuentran detrás. A la derecha, entre la menina Isabel de Velasco y Mari Bárbola, hay una pareja. La mujer es Marcela de Ulloa, responsable de las doncellas que acompañaban a Margarita. Su vestimenta no se debe a que fuera monja sino a su viudez. Se desconoce la identidad del hombre a su lado, pero es descrito como un guardadamas, una suerte de escolta de las niñas de la corte[5].

Marcela de Ulloa y Guardadamas 01.jpg

Detrás, bajo un fondo intensamente iluminado, sobre una escalinata que aparece detrás de una puerta se ubica José Nieto Velázquez, responsable de los cuartos de la reina.

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Del lado izquierdo, el propio artista se incluye en la obra; se representa a sí mismo ejerciendo su arte.

Diego de Velázquez 01.jpg

¿A quiénes pinta? Se presume que a las figuras que vemos reflejadas en un espejo: Los padres de la Infanta Margarita: el rey Felipe IV y su esposa Mariana de Austria.

Felipe IV y Mariana de Austria.jpg

El monarca había estado casado previamente con Isabel de Borbón[6], con quien tuvo ocho hijos. Tras enviudar se casó su sobrina Mariana, con quien engendró cinco hijos, de los cuales la Infanta Margarita, la niña rubia del cuadro, fue la mayor.

¿DE QUÉ TRATA LA OBRA?

A simple vista, el cuadro parece captar un momento. Es la interpretación realista de Las Meninas. Algunos estudiosos han propuesto que Velázquez estaba retratando a la niña, pero tanto la imagen en el espejo como los documentos posteriores sugieren que Velázquez pintaba a los reyes de España que, mientras posaban, se encontraban rodeados de su hija y su séquito.

En el siglo XX surgió otra teoría: la simbólica, según la cual el artista, movido por otros propósitos, comunicó mensajes esotéricos que no eran detectables por el gran público. Esta teoría no nos interesa y fue abandonada.

La tercera, la interpretación filosófica, propuesta por intelectuales de la talla del psicoanalista Jacques Lacan y el pensador francés Michel Foucault, es la que ha impulsado un rico debate acerca de esta pintura.

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En el primer capítulo de su libro “Las Palabras y las Cosas”, dedicado a Las Meninas, Foucault analiza, entre otros elementos, al pintor que nos mira y que -si la imagen tuviera movimiento- desaparecería de nuestra vista si se corriera a nuestra izquierda para trabajar sobre la inmensa tela, de la cual solo vemos la parte posterior sobre el bastidor. El filósofo agrega: “En apariencia, este lugar es simple: vemos un cuadro desde el cual, a su vez, nos contempla un pintor… sin embargo, esta sutil línea de visibilidad implica a su vez toda una compleja red de incertidumbres, de cambios y de esquivos… el contemplador y el contemplado se intercambian sin cesar[7]. Para Foucault los espectadores constituimos un personaje más de la obra de Velázquez y es el propio pintor español quien intencionalmente nos incluye.

El libro prosigue con una serie de inferencias y especulaciones muy interesantes de las que no sabemos cuáles estaban en la mente de Velázquez al crear Las Meninas y cuáles son producto de la reflexión e imaginación de Foucault.

EL CUADRO IMPOSIBLE

Se ha dicho que “Las Meninas” es el cuadro imposible. Esta afirmación se sostiene, entre otras cosas, por el extraordinario manejo que Velázquez hizo de la luz. Para ello se sirvió de varios artificios.

El tercio inferior de la tela, donde se encuentran los personajes, es luminoso, mientras que en los dos tercios superiores domina una suave penumbra. Nos encontramos ante la sensación de un gran espacio, que gana aún más profundidad gracias a las técnicas de perspectiva utilizadas, donde el punto de fuga se encuentra en la figura de José Nieto Velázquez sobre un fondo brillante. Se crea así un ambiente misterioso, donde la oscuridad palaciega contrasta con la luminosa presencia de los protagonistas.

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En la obra hay al menos tres fuentes de luz: la recién mencionada que desde atrás ilumina al responsable de los dormitorios de la reina, la que proviene de la ventana a nuestra derecha que intuimos adelante, y una segunda fuente de luz del mismo lado, más atrás, que ilumina el listón de madera entre Marcela de Ulloa y el guardadamas.

UN DETALLE CURIOSO

La cruz en el pecho del pintor fue añadida posteriormente. Es la insignia de la Orden de Santiago, de la cual fue nombrado Caballero tres años después, poco antes de morir. Se dice que fue agregada por el propio monarca.

Caballero de la la Orden de Santiago 01.jpg

ALGUNAS RAZONES PARA ADMIRAR LAS MENINAS

A primera vista, esta escena de la corte puede parecer trivial, pero incluye varios elementos que la revelan como una obra sorprendente. Nosotros hemos elegido mencionar algunos:

Sobre la técnica, comenzamos afirmando que esta imagen anticipa el futuro al captar un momento al estilo fotográfico. Si el autorretrato fue el pionero de la selfie personal, Las Meninas es la precursora de la selfie grupal. Nótese que, aunque parece una instantánea fotográfica (la captura de un momento en el momento), la imagen comunica movimiento. Como indicaba Foucault, basta que el pintor se mueva a su derecha, delante de la tela, para desaparecer de nuestra vista. Además, sorprende el innovador uso de la luz, que no tiene parangón en la Historia del Arte previa a esta pintura.

Las Meninas 05.jpg

Sobre el tema y su significado, si bien es cierto que la obra presenta una escena de la vida de la corte española, es, a la vez, una pintura acerca de una pintura. Pero avancemos un paso más: A través de su maestría, el pintor ha logrado incluir a los espectadores dentro de su obra. Al representarse el creador como criatura se plantean nuevas perspectivas sobre los roles: ¿es solo el público quien contempla a los personajes o son también los personajes quienes contemplan al público? Más aún, ¿qué vemos y qué no vemos? Quizás Velázquez imaginó que sus personajes más importantes no eran la Infanta o sus acompañantes o, ni siquiera él mismo, sino los espectadores que somos partícipes de ese sorprendente juego de espejos que es Las Meninas.

© Pablo R. Bedrossian, 2018. Todos los derechos reservados.


REFERENCIAS

[1] Calvo Serraller, Francisco, “Las Meninas o la familia de Felipe IV”, Enciclopedia del Museo del Prado, Fundación Amigos del Museo del Prado, 2006, p.1553

[2] La única fuente de información disponible es un texto del pintor Antonio Palomino, escrito casi 70 años después de concluida Las Meninas.

[3] El enanismo acondroplásico que se produce por una falla genética a nivel óseo que impide el crecimiento de los cartílagos, produciendo cierta deformidad en los rasgos.

[4] El enanismo hipofisario está causado por un déficit de hormona de crecimiento. Quien lo padece es de baja estatura, pero de rasgos armónicos.

[5] El diccionario de la Real Academia Española define como guardadamas a un “empleo de la casa real, cuyo principal ministerio era ir a caballo al estribo del coche de las damas para que nadie llegase a hablarles”.

[6] Hija de Enrique IV de Francia.

[7] Foucault, Michel, “Las Palabras y las Cosas”, Siglo Veintiuno Editores Argentina, Buenos Aires, Argentina 1968, p.14 (la edición original en francés es de 1966)


CRÉDITOS MULTIMEDIA

Todas las imágenes utilizadas son de dominio público.

5 Comments

  1. Gracias Pablo. Como siempre, tu didáctica es asombrosa. Nos transportas a lugares y personajes que, en nuestro trajinar diario, se nos han escapado y entonces reviven produciendo el diálogo visual. Felicitaciones.!!

  2. Con su postura tal como su altura el pintor se pone sobre todo el personaje en el retrato (los reyes incluidos). No creo que es por casualidad!

  3. Muy cierto. De algún modo es la primera selfie grupal de la Historia. Uno podría pensar que el pintor está viendo la escena en un enorme espejo y pinta lo que ve (incluyéndose) pero eso queda contradicho por la imagen en el espejo de los reyes, que hace imposible ese espejo físico. ¡Cordiales saludos!

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