Son escasísimas las menciones literarias de Jorge Luis Borges a Armenia o a los armenios. La más conocida -acaso la única- aparece un su magnífico cuento “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”:
«Al día siguiente, Bioy me llamó desde Buenos Aires. Me dijo que tenía a la vista el artículo sobre Uqbar, en el volumen XLVI de la Enciclopedia… Leímos con algún cuidado el artículo… De los catorce nombres que figuraban en la parte geográfica, sólo reconocimos tres -Jorasán, Armenia, Erzerum-, interpolados en el texto de un modo ambiguo…. La nota parecía precisar las fronteras”[1].
La mención quizás pueda considerarse doble porque Erzerum, más correctamente llamada en castellano Erzurum, en la antigüedad formó parte de la Gran Armenia[2], bajo el nombre de Karin. A fines del siglo IV esta ciudad ubicada en el noreste de la actual Turquía pasó a manos del Imperio Romano de Oriente. En ese momento recibió el nombre de Teodosiópolis, honrando en vida al emperador Teodosio I, quien convirtió el cristianismo en religión oficial del imperio[3]. Durante los siglos siguientes fue invadida y dominada por turcos selyúcidas, árabes y cristianos bizantinos. A principios del siglo XX, durante el trágico genocidio, los turcos exterminaron por completo a la importante población armenia de Erzurum.
Borges también cita un título de un libro de H. G. Wells que involucra a la armenidad:
“Para redactar esta nota, me serviré de los resúmenes de Edmund Gosse (Father and Son, 1907), y de H. G. Wells (All Aboard for Ararat, 1940). Introduce ilustraciones que no figuran en esas breves páginas, pero que juzgo compatibles con el pensamiento de Gosse”[4].
Aunque actualmente se encuentra dentro del territorio turco a unos 40 km de la frontera con Armenia, el bíblico Monte Ararat es para los armenios un símbolo de su identidad y así ha sido reconocido por otros pueblos a lo largo de la Historia. Incluso, san Jerónimo en la Vulgata, su traducción de la Biblia al latín, reemplaza el texto original Montes de Ararat con la expresión Montes de Armenia para situar el lugar donde reposó el arca de Noé según el libro del Génesis[5].
BORGES ORAL

En uno de sus diálogos radiales con Osvaldo Ferrari, que se publicaban en el diario Tiempo Argentino, el gran escritor argentino compartió una curiosa anécdota sobre su madre y la comunidad armenia de Buenos Aires. Luego de contar que doña Leonor había traducido “La comedia humana”, obra del dramaturgo norteamericano de origen armenio William Saroyan, dice:
“Y en otra oportunidad, los armenios le hicieron una fiestita a mi madre en la Sociedad Argentina de Escritores, en la calle México -ese viejo caserón cerca de la Biblioteca Nacional-. Recuerdo que yo la acompañé, y con gran sorpresa mía mi madre se puso de pie y pronunció un pequeño discurso, que habrá durado unos diez minutos. Creo que era la primera vez en su vida que hablaba, digamos, en público. No era un público muy extenso; una serie de señores con apellidos terminados en ian, sin duda vecinos de este barrio del Retiro, donde yo vivo, que es esencialmente un barrio armenio. En todo caso, hay más armenios que gente de otro origen aquí. Y muy cerca, hay un barrio árabe, pero desgraciadamente esos barrios no conservan, o no tienen ninguna arquitectura propia; uno tiene que fijarse en los nombres, y aquí hay tantos Topolián, Mamulián, Saroián, sin duda”.[6]
BORGES HABLA SOBRE ARMENIA Y LOS ARMENIOS
Sin embargo, las declaraciones más importantes de Borges sobre Armenia y los armenios aparecen en un pequeño libro llamado “Rosa Majian conversando con Jorge Luis Borges de Armenia y los armenios”.

Siendo un niño conocí a la periodista Rosa Majian en Buenos Aires, en casa de los filántropos Boghos y Seranouch (para nosotros Siranush) Arzoumanian, dos hermanos admirables y generosos que no llegaron a conocer a sus padres. Recuerdo el extremo refinamiento y la delicada voz de esta comunicadora nacida en Argentina que conoció a Borges cuando trabajaba en el New York Times.

No puedo transcribir todo el diálogo acontecido en 1981, pero sí compartir algunos párrafos que muestran el pensamiento de Borges sobre los armenios.
Luego de recordar la anécdota de la madre, relatada en el diálogo con Ferrari, Borges comentó:
“Recuerdo también a un gran director armenio, Rubén Mamoulian. Creo que fue el mejor discípulo de Steinberg. A mí me interesaba más Mamoulian que Orson Wells”.[7]
La periodista fue directamente a la cuestión del genocidio:
– Cree Ud. que una nación puede ser resucitada?
Creo que el mayor mal de esta época es Estado. Eso ya lo dijo Spencer a fines del siglo XIX, y ahora es curioso que lo que se llama derecha o izquierda ambos insisten en el concepto de estado… Yo creo que los países son más importantes que sus gobiernos. Recuerdo que cuando fui con mi familia a Europa en 1914 lo hicimos sin pasaporte. No había pasaporte. Ahora uno tiene que demostrar su identidad a cada momento. Hay nacionalismo que es el mayor mal, yo creo.
… Ahora en el caso de Armenia, yo siento una gran simpatía por Armenia y creo que ahí puede justificarse el nacionalismo. Pero no puede justificarse en los países poderosos. Sí en países oprimidos, en países perseguidos porque tienen que mantener su identidad”[8].
– ¿Dónde está la unidad cultural de un pueblo sometido?
Lo único real son los individuos… pero el caso que Ud. dice es mucho mayor. Es terrible. Es muy difícil la creación literaria sometido a la presión espiritual, física o psicológica. Es casi imposible preservar la unidad cultural. Sin embargo, los armenios lo han hecho. Lo han hecho durante siglos y lo seguirán haciendo[9].
– ¿Cuál fue su reacción cuando se enteró sobre el genocidio armenio: el vandálico hecho que registra la Historia contemporánea el 24 de abril de 1915?
Yo estaba desde luego indignado… Yo soy de estirpe militar como usted bien sabe… pero yo actualmente soy pacifista porque creo que toda guerra es un crimen[10].
– ¿Cómo puede hacerse justicia al pueblo armenio?
“Solo pide justicia, pero mejor no pidas nada”. Es terrible, ¿no? Solo el que sea más fuerte. ¿Pero con qué justicia puede contarse? Simplemente quería decirle que el hombre no puede hacer justicia por sí solo. Yo creo que las potencias aliadas pudieron hacerlo oportunamente. Creo que Armenia ha sido traicionada”[11].
– ¿Cómo puede explicar la existencia del pueblo armenio después de ese gran exterminio?
La verdad, los turcos han sido implacables. Pero yo creo que un país es ante todo un acto de fe. Es decir: ser armenio es sentirse armenio… Sobre todo en el caso de Armenia es casi un milagro. Ha hecho todo lo posible y lo imposible para que perdurara ese país. Ud. habrá sentido la etimología de mártir. La palabra mártir significa testigo. Dicen que es el que testimonia algo. Mártir testigo. Dicen que testimonia una fe[12].
– ¿Es posible que por defender la religión cristiana hayan dado tantos mártires los armenios?
Espantoso. Pero claro que en estadísticas no es que sea un millón y medio de mártires; hubiese sido malo con uno solo[13].
Borges termina de una manera sencilla, clara y generosa:
Yo realmente querría saber todos los idiomas y haber nacido en todas partes. También en Armenia… y hablar como usted el idioma armenio[14].
© Pablo R. Bedrossian, 2018. Todos los derechos reservados.
REFERENCIAS:
[1] Borges, Jorge Luis, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, en “Ficciones“, obra incluida en “Jorge Luis Borges, Cuentos Completos”, 2012, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Argentina, p.78
[2] Se conoce como Gran Armenia a un reino armenio independiente entre 190 a. C. y 165 d. C.. Su superficie está documentada en los grandes mapas de las salas de cartografía de varios viejos palacios de Europa.
[3] Es un error común creer que Constantino, que apoyó a los cristianos, fue quien convirtió el cristianismo religión oficial en la primera parte del siglo IV.
[4] Borges, Jorge Luis, “La Creación y P. H. Gosse”, en “Otras Inquisiciones” (1952), obra incluida en “Otras “Obras Completas 1923-1972”, Emecé Editores, 1974, 13ª impresión (1983), Buenos Aires, Argentina, p.650
[5] Génesis 8:4
[6] Borges, Jorge Luis y Ferrari, Osvaldo, “Libro de Diálogos”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Argentina, 1986, p.169,170
[7] Majian, Rosa, “Rosa Majian conversando con Jorge Luis Borges de Armenia y los armenios”, R.M. Ediciones Culturales, Buenos Aires, Argentina, 1985, p.17
[8] Majian, Rosa, Op. cit., p.18,19
[9] Majian, Rosa, Op. cit., p.20,21
[10] Majian, Rosa, Op. cit., p.22,23
[11] Majian, Rosa, Op. cit., p.24
[12] Majian, Rosa, Op. cit., p.25
[13] Majian, Rosa, Op. cit., p.25,26
[14] Majian, Rosa, Op. cit., p, 29
CRÉDITOS MULTIMEDIA
La foto de portada (llamada imagen destacada por WordPress) corresponde a Echmiadzin, sede de la Iglesia Apostólica Armenia uno de los símbolos más representativos de la nación. Fue tomada del sitio https://www.travellika.com/tour/unique-tour-around-yerevan-echmiadzin-and-southern-armenia-stay-in-hostel/
La primera foto, correspondiente a Jorge Luis Borges es de dominio público.
La segunda foto, con la escultura del maestro Lázaro Djibilian Cislian fue tomada por el autor de esta nota y a él corresponden todos los derechos.
La tercera es una imagen escaneada de la tapa del libro de Rosa Majian.
Fabuloso. Me gusta conocer la historia del mundo y de quienes la habitaron . Cruel genocidio. Hermosa cultura. ¿ Quien sino Borges indagaría su historia , sin dejar de lado a Pablo Bedrossian por supuesto. ¡ Felicitaciones .! ¡ Buen artículo !.