Una final es siempre impredecible. La goleada de Alemania a Brasil y la victoria de Argentina por penales a Holanda no son comparables ni sirven de referencias. A la final llegan once contra once en igualdad de condiciones, y los logros anteriores quedan sepultados en el pasado. Desde luego, no se puede ser ingenuo. Se juega de dos modos: fiel al propio estilo y a la vez previniendo el juego del rival.
Alemania demolió a un Brasil que quiso salir a atacarle. Lo mismo le pasó a Argentina en el Mundial 2010. Por eso nos imaginamos un planteo similar al que Sabella utilizó contra Holanda: A la hora de defender un 4-4-2; a la hora de atacar un 4-2-2-2 de modo de no adelantar todo el equipo y más bien apostar al contragolpe y a las jugadas con pelota detenida.
Los primeros 20’ definirán el partido. Imagino que Alemania saldrá a proponer y Argentina a esperar, y a no desesperar. Si se neutraliza en esos minutos el ataque teutón, la copa puede quedar en Sudamérica. ¿Qué hay que cuidar? Alemania tiene sus mejores jugadores de la mitad hacia arriba. Aunque a veces abusan en el traslado de la pelota, Khedira y Özil son los generadores de fútbol. El primero ya brilló y el segundo puede despertar. Anticiparlos no es una opción: es una necesidad. Son quienes junto a los “carrileros”, en especial el derecho, Philipp Lahm, crean el juego para que dos bestias goleadoras como Klose y Müller sacudan las redes contrarias. En vista de esta potencia ofensiva no sería absurdo jugar con cinco defensores porque, desde luego, Alemania no es Irán. Además, hombres como el mencionado Lahm, Boateng y Bastian Schweinsteiger son hábiles con la pelota, entonces la primera barrera debe ser los delanteros argentinos, que deberán correr como nunca para tapar la salida germana.
En caso que Alemania convierta un gol en esos primeros minutos, Sabella deberá tener listo un Plan B más ofensivo, pero si no, Alemania ha demostrado que es vulnerable atrás (recuerden los partidos contra Ghana y Argelia) sobre todo cuando se la contragolpea, una especialidad de los jugadores argentinos. Alguien puede decir que esta estrategia es suicida, pero funcionó contra Holanda. No sólo fue un planteo inteligente de Sabella sino el único que se podía realizar en vista del juego de los queseros.
Si la pelota no entra, Alemania puede impacientarse y arriesgar más, dejando espacios para el contraataque. Para que la albiceleste aproveche esa circunstancia hacen falta dos cosas: que la primera línea de cuatro, la de los volantes, no se retrase mucho (cuando lo hizo, dio lugar a los mejores minutos de Holanda en el partido anterior); la segunda es que se ganen la mayor parte de los rebotes y las pelotas divididas. No temamos: Los resultados del Barcelona en 2013 y 2014 confirman que un alto porcentaje de posesión no guarda relación con el resultado.
Desde luego, Alemania es muy fuerte con pelotas aéreas, por ello es muy importante no desconcentrarse y que cada uno atienda su marca, tanto en córners como en pelotas cruzadas. Esperamos que Messi tenga una tarde de aquellas, que Mascherano siga siendo el gladiador que inspira a todos y que la defensa se mantenga como la muralla impenetrable detrás de la cual todavía está Chiquito Romero para parar lo que venga. Aunque Neuer es un gran arquero, no me sorprendería una definición por penales, y en ella, una Argentina campeona.
© Pablo R. Bedrossian, 2014. Todos los derechos reservados.