Este es un hecho real, ocurrido en julio de 2013, en Viena, Austria. Había sido invitado para el ensayo del oratorio «Die Schopfung» de Haydn, en el Musikverein , el Teatro de la Filarmónica. Como aún era temprano, decidió pasear por el centro de la ciudad. Allí estaban los grandes lugares: la Catedral de San Esteban, el Hofburg, la Graben strasse. Cuando pasó frente al Café Mozart, desde el interior alguien le hizo señas. Era Hënrich, un músico de la Filarmónica de Viena a quien había conocido durante otra visita el año anterior, ubicado en una mesa junto a su violoncello y sus partituras. Desde luego, aceptó la invitación y se sentó junto a él. Luego de departir unos momentos y disfrutar de un típico café vienés, le dijo a Hënrich: “Espérame aquí mientras voy a dibujar unos círculos en la vereda”.
Por supuesto, eso está prohibido; sin embargo, como el propietario del Café lo conocía de anteriores ocasiones se lo permitió. Pasaban por allí cientos de turistas de diversos países y se escuchaban diferentes lenguas, muchas de ellas imposibles de reconocer. Pero tomó un crayón grueso y comenzó a dibujar en la acera círculos negros, unos juntos y otros separados. La mayoría de los transeúntes se detuvo preguntándose de qué se trataba. Ninguno entendía que simbolizaban esos anchos puntos negros. Algunos decían que carecían de sentido y que no tenían ninguna relevancia.
Hizo una pausa de cinco minutos, mientras el público atento lo observaba. ¿Qué estaba ocurriendo? Había cierta tensión y la expectativa crecía. A continuación comenzó a unir algunos círculos negros en grupos y a trazar rayas, dibujando los primeros acordes de “La muerte del cisne” del compositor francés Camille Saint-Saëns. Velozmente regresó al café y le pidió a Hënrich: “Por favor, trae tu cello ahora, siéntate y comienza a interpretarlo”. Cuando comenzaron a sonar los primeros acordes hizo un gran silencio. De inmediato muchos comenzaron a emocionarse, incluso con lágrimas en los ojos. Se creó una atmósfera maravillosa. Entonces, él, Panos Emirzian, se dirigió al público en inglés, lengua entendida por todos, diciendo: “He aquí ahora viene la reflexión para nosotros: Así también Dios realiza en nuestras vidas círculos negros que no sabemos de qué se tratan, pero, en definitiva, los unifica, y aflora la melodía más hermosa en nuestras vidas siempre y cuando tengamos paciencia y perseverancia”.
Un cerrado aplauso puso fin a ese trocito de Cielo en la Tierra, pero su mensaje, ese mensaje que conmovió a la multitud que lo observaba en Viena, sigue vivo, apelando a nuestras conciencias y llamando a nuestra fe.
ACERCA DE PANOS EMIRIZIAN
Panos Emiizian es un artista plástico reconocido internacionalmente. Nacido en Atenas, Grecia, vivió entre los 3 y los 12 años en Argentina. Estudió Filosofía y Arte en la Universidad di Brera, Milán, y Ciencias Religiosas en el Seminario Maggiore di Roma, realizando diversas exposiciones de pintura en diferentes países europeos y en los Estados Unidos. Es especialista en las Sagradas Escrituras. Ha participado en la restauración de “La última cena” de Leonardo da Vinci en 1980 en Milán, convocado por la O.N.U., y posteriormente se dedicó a la restauración de diversos íconos bizantinos. Entre los años 1998 al 2001 ha realizado obras de restauración en el laboratorio científico del Museo del Louvre, en París, especializándose en obras de maestros del Renacimiento. En la actualidad continúa creando obras en el género surrealismo filosófico e iconográfico. Es políglota, vive en Basilea, Suiza y se encuentra entre mis amigos de Facebook.
© Pablo R. Bedrossian, 2013. Todos los derechos reservados.
NOTA
Con gran tristeza nos enteramos que Panos Emirzian falleció a principios de febrero de 2022. Lo vamos a extrañar.
CRÉDITOS MULTIMEDIA
La primera foto y la segunda imagen me pertenecen; la tercera imagen, otra fotografía, fue tomada del perfil de Facebook de Panos Emirzian.
Me encantó esta anécdota y la calidad con que la narraste. Qué interesante es la trayectoria de Panos. De a poco iré mirando sus obras.
Gracias,
Raquel
Alejandro, dame una grabación, si la hay, de esa interpretación del relato.
Habras visto de un banco español un conjunto musical en la vereda que «espontaneamente» interpretan «La cancion de la la alegría
¡Hola Carlos! Te escribe Pablo, hermano de Alejandro. Él compartió la nota que publiqué. No tenemos grabación de aquel extraordinario momento. Gran abrazo.