EL PASAJE CENTENARIO Y LAS CASAS DE LOS GAONA (por Pablo R. Bedrossian)

Serie “PASAJES Y CALLES CURIOSAS DE BUENOS AIRES” 

Entre las calles Campichuelo y Otamendi, a una cuadra al norte del Ferrocarril Sarmiento, corre una callecita de una cuadra que permanece oculta a la mayoría de los transeúntes: el pasaje Centenario. Es una vía apacible y tranquila, que aún conserva su empedrado; los árboles forman una suerte de arco sobre la calzada.

Lo que vuelve especial este pasaje –pasaje en cuanto conecta dos calles- son tres casas de la mano izquierda, que constituyen un verdadero tesoro arquitectónico.

Nos recuerdan vagamente a los palazzi florentinos. Llevan las firmas -hoy casi ilegibles- del arquitecto Federico Meyer y de la constructora Guillermo Schauffele y Cía.

LA HISTORIA

No sabemos con certeza la fecha de su construcción; sin embargo es probable que se ubique entre 1920 y 1935[1]. Hasta donde hemos podido averiguar, la familia Gaona encargó para sus hijas la construcción de tres casas que, a la vez, formaran un único conjunto[2]. Dispusieron para ello un solar baldío frente a la casa paterna.

Conocemos el proyecto recién terminado gracias a una antigua fotografía posteada en uno de sus blogs por el investigador urbano Alejandro Machado (en Instagram, cronistadetuciudad)[3].

Luego de varios cambios de dueño, a comienzos de 2017 se realizó la puesta en valor de una de esas tres construcciones: hoy en Centenario 179 se encuentra restaurada esa casona histórica de la familia Gaona, lamentablemente cerrada al público al momento de esta publicación[4].

LA FAMILIA GAONA

Se ha escrito que los Gaona estaban estrechamente vinculados a la historia de Caballito. Lo único que podemos asegurar es que hubo en la zona un importante vecino, Pablo Ruiz de Gaona[5] (¿1713?-1813), por cuya propiedad pasaba uno de los caminos al oeste, el Camino de Gauna[6], donde hoy se encuentran las avenidas Díaz Vélez y Gaona. Era un comerciante que fue también funcionario del cabildo (alcalde de segundo voto en 1774 y alférez real en 1780)[7].

No poseemos referencias posteriores de la familia Gaona en Caballito, aunque seguramente algunos lectores podrán proveerlas. De todos modos, su apellido volvió a ganar preponderancia por nuevas publicaciones sobre la mansión Oneto Gaona, ubicada en la calle Uruguay entre Arenales y Santa Fe, erigida en 1878[8], aunque sin datos que lo vinculen con el barrio del pasaje Centenario.

LAS CASAS

Las tres casas son muy parecidas; originalmente con frentes revestidos de piedra París, su parecido con algunas mansiones florentinas se debe especialmente a la partición de las fachadas caracterizada por la presencia de arcos redondos.

Las viviendas lucen un diseño muy poco común en Buenos Aires que les provee un aspecto señorial.

EL ARQUITECTO

De Federico Meyer solo conocemos algunas de sus obras. La más conocida es el edificio The Ault y Wibor Argentine Co., por encargo deuna de las más papeleras más importantes de Sudamérica, ubicado en la esquina de las calles Defensa y México[9]. Sabemos que diseñó muchas casas en Belgrano R, barrio dónde residía; su casa se hallaba en Sucre al 3700[10]. También hemos leído que uno de sus sellos de fábrica era la inclusión de leones decorativos en las fachadas.  

En cuanto a la constructora Guillermo Schauffele y Cía., solo sabemos que Schauffele vivía en Banfield y junto a Meyer llevaron a cabo numerosos proyectos, incluyendo varios en Temperley. La primera mención que encontramos de su empresa es de 1913[11]; aparece como domicilio la calle México 1282, esquina Salta 601 de la ciudad de Buenos Aires.

EL NOMBRE

El nombre de Centenario lo recibe el pasaje como homenaje al primer centenario de la Revolución del 25 de Mayo de 1810. Según el historiador Alberto Gabriel Piñeiro, ya aparecía con ese nombre en el Plano Bemporat, 1931/1932. En 1933, por la Ordenanza N° 5.361 publicada en el Boletín Oficial N° 3.531, pasó a llamarse Tres Arroyos, pero en 1935 esa ordenanza fue derogada por la Ordenanza N° 6.616 publicada en el Boletín Oficial N°4.077, recuperando su denominación original.

Ignoramos cuándo el pasaje fue abierto. Hoy se caracteriza por viviendas de dos o tres plantas y la inevitable presencia de la modernidad mediante unos edificios de departamentos en la mano derecha, cercanos a la calle Otamendi.

EL CONDE STROGONOFF

Ninguna de las historias que me compartieron los vecinos me convenció. La mayoría de los relatos parecían fruto de una exacerbada imaginación. Sin embargo, rescaté uno que de ser cierto, merecería ser incluido en algún libro de historias porteñas, aunque creo que es puro cuento.

En agosto de 1936 hubo una fiesta en lo de los Gaona. Corría el champagne mientras los invitados comentaban la reciente muerte del zorzal criollo, el inolvidable Carlos Gardel. El mayordomo se acercó al patriarca de la familia y le informó que un hombre distinguido preguntaba por él. Al atenderlo, se encontró con un hombre panzón, de unos 60 años, encerrado en un frac pasado de moda. Tenía una enorme calvicie con unos pocos cabellos rubios a los lados, el rostro rubicundo y abotagado y un monóculo sobre el ojo izquierdo. Con una sonrisa formal y delicada habló con un marcado acento:

– Soy el Conde Iván Strogonoff. Me ha enviado a su casa un amigo suyo de París, Monsieur Lepatefoix. Disculpará mi llegada intempestiva. No tenía cómo comunicarme con Ud. Él me aseguró que Ud. podría alojarme por unos días. Por favor, ¿puedo contar con su ayuda?

La cortesía y el refinamiento con el que se expresó el visitante fueron suficientes para hacerlo pasar. El dueño de casa ordenó al mayordomo llevar las valijas del conde a la habitación de visitas y lo presentó a los invitados. El conde resultó encantador:

– Tuve que salir de la Madre Rusia en 1917, huyendo de la revolución. Allí los comunistas se apropiaron de la fortuna familiar. Emigré primero a Grecia, pero pronto me dirigí a Francia. Me radiqué en Toulouse, donde dicen que nació Gardel. Cuénteme, ¿qué sabe Ud. de su muerte?

Varias mujeres escuchaban fascinadas a quien confesó haber tenido en su adolescencia un breve romance con Anastasia Nikoláyevna Románova, hija del Zar Nicolás II, que fue fusilada junto a toda la familia en 1918. Sus erres arrastradas, las eses largas, las ve cortas pronunciadas como efes y la intensidad de su mirada otorgaban a sus historias un increíble realismo.

A la mañana siguiente, luego del desayuno agradeció la hospitalidad y se recluyó en su habitación para dedicarse -según dijo- a la lectura. Los Gaona comentaron asombrados cómo este curioso personaje, del que nada sabían, en menos de un día parecía haberse integrado a la vida familiar. No todos los días uno acoge a un noble en su casa.

Dos días después los Gaona tenían una boda. Se disculparon con el visitante quien, tras agradecer todas las deferencias recibidas, dijo que iba a aprovechar la noche para descansar.

Tras la ceremonia religiosa, la familia se dirigió a la fiesta. Allí el padre se encontró con un amigo que le comentó algo que acababa de sucederle:

– Hace unos días en el colegio de mi hija se presentó un hombre cuyo nombre no recuerdo. Dijo ser un científico alemán, discípulo de Einstein, que venía de escapar de su país, a causa de los nazis. Parecía una persona seria y honorable. Necesitaba alojamiento, así que no tuvimos mejor idea que ofrecerle hospedarse en casa. A los dos días todo el efectivo que teníamos en casa había desaparecido junto al tipo.

– ¡Qué casualidad! -dijo el Sr. Gaona-; en casa tenemos un conde ruso con una historia parecida.

– ¿No usará un monóculo en el ojo izquierdo, no?

Gaona salió disparado hacia la comisaría. Aunque era ya la medianoche, dos policías lo acompañaron hasta la casa. Entró sudoroso a su estudio. Encontró la caja fuerte cerrada, sin signos de haber sido manipulada. Colocó la combinación y, al abrirla, encontró que todo estaba en orden. Le volvió el alma al cuerpo. Tras unos minutos y ya más tranquilo, fue al cuarto de visitas y encontró al ruso vestido sobre la cama, pero roncando como si se hubiera dormido luego de una semana sin poder hacerlo. Despidió a los policías, esperó que su familia llegara en un taxi y, tras comentar las peripecias de la noche, cada uno se retiró a su habitación en busca del reparador descanso. A la mañana siguiente, cuando don Gaona regresó a su estudio, encontró la caja fuerte abierta y vacía.

© Pablo R. Bedrossian, 2023. Todos los derechos reservados.


REFERENCIAS

[1] Uno de los pocos artículos que encontramos sobre estas casas dice que las tres casas fueron construidas a finales del siglo XIX. Creemos que la fecha es posterior; la que proponemos es la época de mayor actividad del Arq. Meyer.

[2] suaobra.com.ar, “Revestimiento Tarquini puesta en valor Colocación de Tarquini Neo Paris & Tarquini Granallado color Bianchino”, 23/9/2018, https://nuestrostrabajosonline.blogspot.com/2018/09/revestimiento-tarquini-puesta-en-valor.html

[3] Machado, Alejandro; “Arquitectos Coni Molina, Durand y Bilbao La Vieja: Catálogo on line de sus obras”, 23/10/2016, https://arquitectos-coni-molina-durand.blogspot.com/2013/10/arquitecto-bilb.html

[4] “Casona histórica de la familia Gaona en Buenos Aires”, sin fecha, https://ar.near-place.com/casona-historica-de-la-familia-gaona-centenario-179

[5] Sin firma, “Caballito Centro geográfico de la Ciudad”, El Observador Porteño (Boletín Mensual del Observatorio del Patrimonio Histórico-Cultura), Año 3, Nº 19, Agosto 2019,

[6] El nombre de Gauna lo recibe por una deformación de su apellido Gaona; el otro era el Camino Real del Oeste (la actual avenida Rivadavia)

[7] Piñeiro, Alberto Gabriel, “Las calles de Buenos Aires, sus nombres desde su fundación hasta nuestros días”, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 2ª Edición, 2005, p.122

[8] Bengochea, Constanza “’Única e irrepetible’. Del fundador de la UCR al rey del cigarrillo: la mansión porteña que está en proceso de transformación”, Diario La Nación, 13/04/2023 https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/unica-e-irrepetible-del-fundador-de-la-ucr-al-rey-del-cigarrillo-la-mansion-portena-que-esta-en-nid13042023/

[9] Sin firma, “Una importante obra del arquitecto Federico Meyer”, Revista del Centro de Arquitectos, Constructores de Obras y Anexos”, Año 1, Nº 2, 1/7/1927,  p.24-29

[10] Sin firma, “Belgrano R. 80 años atrás”, revista Belgrano R. es suyo, Nº 107, junio, julio 2008, p.7

[11] Anuario Kraft 1913, Vol. 1, sin números de página.


CRÉDITOS MULTIMEDIA

Todas las fotografías fueron tomadas por el autor de esta nota y es el dueño de todos sus derechos.

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