“LA SOMBRA DE LA LEY”, UNA PELÍCULA ESPAÑOLA CON ACCIÓN, HISTORIA Y PENSAMIENTO (por Pablo R. Bedrossian)

Generalmente los thrillers son invenciones que, a diferencia de los documentales, se miran por puro entretenimiento. “La Sombra de la Ley” es la excepción pues va más allá de sus personajes ficticios para insertar los hechos en una situación histórica real y poner en evidencia la vergonzosa hipocresía, la manipulación inescrupulosa y el narcisismo criminal de quienes ostentan el poder pero también de quienes aspiran a poseerlo.

Los acontecimientos presentados en el film sirven como preámbulo al golpe de estado dado por el Capitán General de Cataluña Primo de Rivera en 1923 que posteriormente impuso una férrea dictadura sobre España con la anuencia del rey Alfonso XIII.

La película transcurre en la Barcelona de 1921 donde la oligarquía apoyada por los militares es desafiada por los anarquistas, a quienes se les atribuye un importante robo de armas. La policía aparece entre ambos. Algunos oficiales asesinan sin pudor, cobran sobornos e imponen su propia ley mientras que otros tratan de actuar con justicia y buscan la paz. Entre los obreros hay dos grupos enfrentados: los que realizan huelgas pacíficas y los que preconizan y adoptan la violencia como método de cambio.

La tensión es altísima: si la policía no recupera las armas sustraídas, la ciudad puede convertirse en un infierno. Mientras tanto aparece un misterioso policía enviado desde Madrid cuyas verdaderas intenciones no se revelan hasta el final. Muchas de las escenas transcurren en un lujoso cabaret, propiedad de un personaje siniestro, donde confluyen las distintas facciones, cada una por sus propios motivos; es el sitio donde se juega el futuro.

Más allá del desenlace, “La Sombra de la Ley” revela el notable parecido entre los enemigos: unos venden armas a sus adversarios porque quieren que haya guerra mientras que esos mismos rivales asesinan a sus propios compañeros para desatarla.

Para alcanzar sus fines, los políticos, los historiadores, los periodistas, con frecuencia presentan los hechos en forma maniquea; dicho en forma sencilla, dividen a los protagonistas en buenos y malos, en justos y pecadores. Para ello condenan en los ajenos lo que perdonan en los propios en un acto arbitrario y parcial, cuyo único propósito es justificar la postura a la cual adhieren. Primero está su intención y a ella subordinan los hechos. Alguien ha dicho “algunos cambian de bando para defender sus principios; otros cambian de principios para defender a su bando”.

El mérito de este excelente film dirigido por Dani de la Torre, ganadora de tres Premios Goya, reside en la capacidad de mostrar las similitudes existentes entre los enemigos y que no hay guerra justa, pues toda guerra es un crimen. 

© Pablo R. Bedrossian, 2020. Todos los derechos reservados.

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