Este es un artículo que fue publicado por el Diario El País de Honduras el 15 de marzo de 2019.
¿Cuáles son sus habilidades directivas? Todos poseemos algunas de estas habilidades, pero ninguno posee todas. Conocer nuestras fortalezas y debilidades nos permite crecer y mejorar.

Nuestro cerebro se divide en mitades que se conocen como hemisferios. Algunas funciones del hemisferio o “cerebro” izquierdo son diferentes a las del hemisferio o “cerebro” derecho. En la mitad izquierda del cerebro se desarrollan actividades vinculadas a la lógica y el orden mientras que en el derecho residen la creatividad y el deseo de armonizar con los demás. Aunque utilizamos la totalidad del cerebro, desde el nacimiento predomina un hemisferio (en realidad, uno de sus cuadrantes) que nos hace más hábiles para determinadas tareas.
No siempre utilizamos nuestros talentos naturales. Piense en la escuela: ¿qué habilidades premia?, ¿las del hemisferio izquierdo o las del hemisferio derecho? Los maestros califican con altas notas a quien resuelve bien un teorema, realiza un correcto análisis sintáctico o describe con precisión los accidentes geográficos. Sin embargo, no recompensan la imaginación o la solidaridad. Por el contrario, esas conductas son castigadas cuando no responden a los estándares fijados por la institución. No es aventurado sostener que un niño con vocación artística para no ser reprobado debe renunciar a sus talentos naturales y desarrollar forzosamente habilidades vinculadas al raciocinio o a la disciplina.
Hasta hace pocas décadas se pensaba que un gerente debía poseer competencias propias del hemisferio izquierdo. Administración y Finanzas era el corazón de una empresa. En la actualidad las prioridades han cambiado; la necesidad de innovación, liderazgo y una gestión productiva del talento humano han hecho que las habilidades del “cerebro” derecho sean tan requeridas como las del “cerebro” izquierdo. ¿Identifica qué competencias predominan en usted?

Muchas personas fracasan porque se les ha asignado un puesto equivocado. Para evitar estas malas decisiones es clave identificar el tipo de competencias propias del candidato y compararlas con las competencias requeridas por el puesto.
Pero muchos excelentes profesionales fallan por carecer de un tercer grupo de habilidades, denominadas competencias de autogestión, que no residen en un hemisferio cerebral en particular.
Estas competencias comienzan con la comprensión que el directivo tiene de lo que se espera de él: resultados, contribuciones, roles y relaciones con los demás. Continúan con la organización de sus tareas y actividades para cumplir con dichas expectativas, su capacidad de ejecución y la rendición de cuentas por los resultados.
La autogestión implica también gestionar el propio equipo, movilizando a otros para cumplir los objetivos y metas fijadas por la empresa. Se combina con las habilidades duras y blandas para el éxito directivo. Aparece allí el reto más alto: hacer que la gente haga cosas en el tiempo y la forma que necesitamos.
© Pablo R. Bedrossian, 2019. Todos los derechos reservados.
Pablo, excelente artículo. Aportas una perspectiva real a la vigencia de nuestro tiempo viviencial empresarial. Felicidades.!!!