SERIE PASAJES Y CALLES CURIOSAS DE BUENOS AIRES
Buenos Aires cuenta con calles que en algunos de sus tramos se convierten en escaleras. Las cuatro más conocidas se encuentran en el sector conocido como La Isla, una suave loma poblada de suntuosos edificios, muy cerca de la Recoleta. Las dos de la calle Guido y la de la calle Copérnico comparten una misma línea arquitectónica, mientras que la calle Arjonilla tiene un diseño diferente. Sin embargo, todas poseen un inconfundible aroma parisino que las integra espléndidamente a la zona.
Buenos Aires tiene otras calles con escaleras. En Recoleta, la peatonal Roberto M. Ortiz se transforma en una breve escalera al desembocar en la acera de la Avenida Alvear. Más recientemente, uno de los dos carriles de la calle Lavalle, en la cuadra ubicada entre la calle 25 de Mayo y la Avenida Leando N. Alem, ha sido también convertido en escalera.
Pero no todas se encuentran en la Zona Norte o en el Centro porteño. Existe una magnífica excepción: Las escaleras de la calle Arias en el barrio de Núñez.
LA CURIOSA PERLA DE LA CALLE ARIAS
La calle Arias se extiende entre la Avenida Ricardo Balbín (antes llamada Avenida del Tejar) y la Avenida del Libertador, siendo su trayecto perpendicular al Río de la Plata. Pero no vamos a describir su extenso recorrido, sino centrarnos en la más singular de sus cuadras.
A la altura del 2000 sorpresivamente Arias se interrumpe. Allí parece terminar en un pequeño muro detrás del cual se observa una tupida vegetación, justo en su intersección con la calle O’Higgins al 4500.
Sin embargo, basta cruzar la calle para observar que a ambos lados de ese diminuto paredón se abren dos anchas escaleras que simétricamente descienden en dirección a la calle Grecia.


Entre ellas, una barranca de césped, plantas con flores y viejos árboles forman un llamativo jardín.
Cada una de las escaleras cuenta con siete tramos de siete escalones cada uno, todos de color gris piedra. Si le sumamos el paso final, contabilizamos un total de cincuenta escalones. Los tramos están separados por pequeñas secciones horizontales que sirven para descansar.
Cada sección, a su vez, tiene dos bases de cemento a cada lado, con orificios por donde pasan sendas cadenas de hierro que discurren por toda la extensión de la escalera.
Al llegar al final de las escaleras y del jardín que hay entre ellas, se ingresa en una ancha explanada de mosaico cuadriculado.
Luego, en el centro surge el pavimento mientras que a los lados, como continuación natural de las escaleras, reaparecen las veredas.
Entre tanto, la calle Arias, a pesar del declive, no ha dejado de contar edificios a sus costados. La cuadra termina finalmente en la calle Grecia; unos pocos metros más adelante hay un muro y tras él las vías del Ferrocarril Miitre.
LOS ORÍGENES
No he podido encontrar la fecha de la creación de las escaleras, ni quiénes fueron sus diseñadores, pero supongo que la respuesta debe estar en la construcción de los edificios circundantes.
Tampoco he podido saber por qué se decidió una solución peatonal en lugar de abrir la calle a los vehículos, pero quizás en esto tenga que ver la cercanía del tren.
Finalmente, salvo un par de menciones, no he hallado ninguna publicación sobre esta curiosa perla de la calle Arias. Por ello, espero que, a partir de este artículo, comiencen a surgir aportes que nos revelen su historia.
Antes de terminar los invito a recorrerla a través del siguiente video:
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