“No hay justo ni aún uno” (La Biblia)
Se cuenta que un soldado del ejército imperial francés había desertado. Tras ser capturado, fue condenado a muerte. La desesperada madre pidió audiencia con Napoleón Bonaparte quien en vista de la gravedad del asunto se la concedió.
– Distinguido Napoleón, sé que mi hijo se ha equivocado y que su error se castiga con la muerte. ¡Él es lo único que tengo! Por favor, ¡te ruego que lo perdones!
– Mujer, tu hijo ha desertado huyendo del combate mientras que otros compañeros han dado la vida por su nación. Si concedo lo que me pides, la noticia correrá como reguero de pólvora. La moral del ejército caerá y otros empezarán a imitarlo. ¿O acaso piensas que todos van a la guerra por amor a la Patria?
– Excelentísimo Emperador, por favor, ¡te pido para él misericordia!
– Tu hijo no merece misericordia.
– Sí, es cierto –replicó la angustiada señora-, pero si la hubiera merecido no hubiera sido misericordia sino justicia, y yo he venido a pedirte misericordia.
Dice el relato que ante tan contundente argumento, el gran Napoleón se conmovió y perdonó al soldado.
Autor desconocido, reescrito por Pablo R. Bedrossian. © Pablo R. Bedrossian, 2013. Todos los derechos reservados.