ARTE, FORMA Y MEMORIA – de CÓMO COMPONER CANCIONES (Parte 7)

Los Beatles

La obra de arte es esencialmente forma. El efecto que la forma produce en nosotros es lo que nos permite reconocer una obra de arte.

Los reduccionistas dirán que todo es relativo a los sentidos. Que para un sordo la música y la poesía no existen, como tampoco para el ciego los colores, que todo está determinado por las percepciones. De algún modo, este pensamiento es similar al de la posmodernidad que postula que no hay una verdad, sino que lo cierto es lo que cada uno siente y, por lo tanto, la verdad es algo relativo a cada persona. Sin embargo, existe algo inmanente en la obra de arte que hace que los sentidos sean sólo el modo de percibirla. La creación de la belleza o del dolor, de la emoción o de la reflexión que nos produce una obra de arte, no está en el que recibe (el “receptor”) sino en el que da (el “emisor”). Por supuesto, tal como  las cuerdas de una guitarra con su caja, la “resonancia” dependerá de cada oyente u observador, pero esas percepciones son siempre son una respuesta a un acto creador. ¿Por qué la música de Bach o de los Beatles es del agrado de tantas personas? ¿Por qué películas como Cinema Paradiso o Casablanca a pesar de los años siguen atrayendo a tantos espectadores? Es la creación en sí misma, el arte, el que genera o induce un mismo efecto en diferentes personas.

La música se encuadra dentro de las artes secuenciales o temporales, porque lo que conmueve, lo que hace marcar el ritmo con los pies o con las manos, lo que calma o enerva, es una sucesión de sonidos. Aunque es posible ver el “árbol” (cada nota o cada palabra) uno percibe el “bosque” (el  flujo de notas). Una pieza musical es mucho más que tres o cuatro notas que nos sorprendan. Es como un recorrido del principio hasta el final donde la corriente continua de notas va pasando a través del oyente. A medida que suenan van quedando en el pasado y en la memoria, pero con la característica que le memoria es selectiva: prescinde de lo que no le importa  y retiene solamente aquello que por alguna razón le atrae. Pensemos en un concierto de rock. ¿Cuántas canciones se interpretan?  Quizás quince o veinte A la salida, ¿cuántas de ellas recordamos? Probablemente una o dos.  ¿Cuánto recordamos de cada una? Es probable que solamente retengamos un estribillo o una frase musical, que seguimos cantando o repitiendo en nuestra memoria. Lo mismo ocurre con la poesía, con la diferencia que a veces lo que perdura en nosotros no es sólo sus rimas sino su significado.

Durante el proceso creativo es necesario recordar que en las artes secuenciales la forma, la expresión “material” de nuestra creación, es de algún modo un relato que se va produciendo en el tiempo, del cual sólo una parte se conserva en la conciencia (el “relato”-la obra musical- va transcurriendo a medida que se expresa) y que el resto quedará en el olvido, pero tras cumplir su función: servir de marco o decorado para que lo esencial perdure en el público.

© Pablo R. Bedrossian, 2012. Todos los derechos reservados.

3 Comments

  1. Pablo, hola, te escuché el otro dia en canal Luz, y me gustó mucho tu forma de ser, y la profundidad de tus canciones. Quisiera hacerte una consulta, podés enviarme una dirección de mail porque no estoy en facebook. Gracias, soy Gabriela, de la ciudad de Rosario.

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