Frank Lloyd Wright (1867-1959), el más famoso arquitecto norteamericano del siglo XX, nunca obtuvo un título universitario. Criado en un área rural, tras cursar dos años, abandonó la carrera de ingeniería para trabajar en reconocidos estudios de arquitectura de la ciudad de Chicago. Durante ese tiempo comenzó a desarrollar su concepto de “casas de pradera” (en inglés, “prairie houses”) que caracterizó su primera etapa profesional.
Las prairie houses eran viviendas unifamiliares en armonía con su entorno, cuya principal novedad consistía en un nuevo tratamiento del espacio interior, comunicando las habitaciones y las salas entre sí, lo que facilitaba la circulación, mejoraba la luminosidad y producía una mayor sensación de amplitud.
La segunda etapa se desarrolló durante su estadía en Japón, donde construyó entre 1915 a 1922 junto a Antonin Raymond el Hotel Imperial de Tokio. Su capacidad innovadora -en esta ocasión en el campo estructural- quedó demostrada en el terremoto de 1923 que devastó la ciudad. Wright había inventado un sistema antisísmico basado en colocar soportes basculantes hidráulicos que permitió que el edificio sobreviviera intacto.
La tercera etapa se inició a fines de los años ’20 donde Wright alcanzó su madurez creativa. Sus proyectos compitieron con el racionalismo europeo, adquiriendo una abstracción geométrica en el diseño, un vínculo estrecho entre forma, estructura y materiales y una integración de la construcción con el medio ambiente. Esta época dorada alcanzó su cenit con la Casa de la Cascada (en inglés Fallingwater), de 1935, ubicada sobre una cascada del río Bear Run, en el estado de Pennsylvania.
A partir de allí, su tendencia a lo que se conoce como arquitectura orgánica se profundizó. Incluso tuvo la idea de crear ciudades naturales. Sus diseños imitaron formas de la naturaleza e incluyeron la utilización de materiales de la zona con el propósito de crear armonía entre el lugar y los habitantes.
Frank Lloyd Wright es considerado el pionero de la modernidad en la arquitectura. Curiosamente sus obras no consistieron en monumentales edificios ni en grandes rascacielos, sino en viviendas familiares pensadas para brindar una superior calidad de vida. Eso no le impidió diseñar hacia el fin de su vida el espléndido Museo Guggenheim de Nueva York, considerada una de sus obras cumbre.
Vamos a presentar aquí tres obras emblemáticas de este genial arquitecto sin título académico.
FRANK LLOYD WRIGHT CASA Y ESTUDIO, OAK PARK, ILLINOIS
Frank Lloyd Wright en 1889 construyó una pequeña casa en Oak Park, un suburbio de Chicago, para vivir con su familia. La fisonomía que conserva hasta hoy es resultado de una remodelación en 1895 y una ampliación que incluyó la creación del estudio en 1898. El resultado es extraordinario.
Como alguien dijo, la casa fue un verdadero banco de pruebas para sus hipótesis arquitectónicas que se materializaron en las “casas de pradera”, plenamente integradas con su entorno, con interiores amplios y luminosos.
Además, a pesar que el proyecto se fue expandiendo, muestra una notable unidad. Como sus beneficiarios son los habitantes, la forma sigue a la función y no al revés.
La casa fue decorada con numerosas esculturas en piedra cuya función estética no contradice la arquitectura orgánica que predicaba Wright.
Finalmente, el estudio muestra el ámbito de trabajo del genial arquitecto norteamericano. No produce una atmósfera ni solemne, ni divertida; simplemente luce como un espacio apacible, ideal para soñar e innovar relajadamente.
En 1975 la casa y estudio fue declarada Monumento Histórico Nacional. Las imágenes hablan por sí mismas.
THE ROOCKERY BUILDING, CHICAGO, ILLINOIS
Aunque el diseño pertenece a John Wellborn Root y Daniel Burnham, su espectacular vestíbulo es resultado de la remodelación realizada por Frank Lloyd Wright en 1905. Gracias a una restauración realizada en 1989 se ha logrado que ese magnífico espacio de una suave tonalidad dorada se mantenga tal como Wright lo concibió.
Con sus 55 metros de alto y 12 pisos, al inaugurarse en 1888 el Rookery era el edificio más alto de Chicago. En la fachada de mármol rojo, terracota y ladrillo se fusionan diferentes estilos que le proveen un aspecto señorial.
Aunque el vestíbulo acristalado preexistía, Wright le añadió mármol blanco de Carrara con ornamentos de estilo persa que le brindó un aspecto fastuoso.
La escalera doble y el balcón de la segunda planta crean una sensación única, con reminiscencias, según se ha sugerido, de un mecanismo de relojería.
Entrar al vestíbulo del Rookery es como entrar a una dimensión desconocida, donde todo parece flotar delicadamente bañado de luz.
La estructura es innovadora. Combina los tradicionales muros de carga con una estructura de acero que opera como un esqueleto que soporta las paredes. Estamos en presencia de un ejemplo notable de transición hacia la arquitectura moderna.
EL MUSEO GUGGENHEIM, NEW YORK, NEW YORK
El Museo Solomon R. Guggenheim está ubicado en la 5ª Avenida frente al Central Park, en una de las zonas más caras de New York.
Diseñado por Wright, el actual edificio se construyó entre 1956 y 1959. Visto por fuera parece un conjunto de discos superpuestos de tamaño creciente, que le provee un aspecto que lo hace fácilmente reconocible incluso en libros y revistas.
Por dentro parece un enorme espiral ascendente blanco y luminoso, por cuya rampa uno recorre las exposiciones transitorias (las permanentes se encuentran salas específicas).
Hemos visto allí desde exposiciones muy variadas. Dicen que Wright recomendaba dirigirse en los ascensores hasta el último nivel y desde allí descender lentamente para contemplar las obras expuestas.
El Guggenheim es la única obra de Frank Lloyd Wright en la Gran Manzana. Lamentablemente murió meses antes de su inauguración.
Estas tres obras son muestras de un talento extraordinario. Su influencia fue tan grande que Paul Simon le dedicó una canción, «So Long, Frank Lloyd Wright», interpretada por Simon & Garfunkel.
© Pablo R. Bedrossian, 2019. Todos los derechos reservados.
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