Serie CONFIESO QUE HE LEÍDO
Un retratista de poca monta cuyo matrimonio acaba de terminar se traslada a una remota zona montañosa del Japón; vive allí en una casa prestada por un amigo cuyo padre, habitante original de la vivienda, era un pintor de renombre. Para subsistir el nuevo inquilino se dedica a dar clases de arte en un pueblo vecino, pero no siente deseos de volver a pintar. Repentinamente tres hechos casi simultáneos lo sacuden de ese sopor en el que vive: el pedido de un retrato personal hecho por un misterioso vecino millonario, el hallazgo de un cuadro desconocido del dueño de casa y el curioso sonido de una campana. Uno diría que son elementos de escaso de interés para componer una novela, sin embargo, el autor nos cautiva con su pluma desde el principio hasta el final.

Haruki Murakami es poseedor una narrativa poderosa. Aún la traducción (la novela original fue escrita en japonés) tiene una belleza que hace difícil abandonar la lectura. Sobre una trama de misterio, la personalidad del protagonista es presentada como un collage de emociones, luchas y desencantos que revelan una búsqueda sin objeto, una necesidad de sentido que no logra encontrar. Podría decirse también que “La Muerte del Comendador- Libro 1” es un relato realista con alguna pincelada fantástica que lejos de alterar la historia le otorga un fuerte simbolismo.
Hay algunos detalles dignos de mencionar. Por ejemplo, la erudición de los personajes: el pintor y su reservado vecino hablan de Proust y Kafka y disfrutan de la ópera. Otra nota curiosa es la mención detallada de la indumentaria de cada personaje, una suerte de obsesión descriptiva del autor. También sorprende la narración explícita pero en tono neutro de los encuentros sexuales entre el pintor y una amante, como si para el protagonista el sexo se limitara a una cuestión mecánica de fluidos y engranajes. Finalmente, el final abierto (por eso lo de Libro 1) que demanda una continuación.
No sé si Haruki Murakami será un gran creador de historias, pero, sin duda, sabe contarlas y llevar al lector más allá de los límites que impone el propio relato.
© Pablo R. Bedrossian, 2019. Todos los derechos reservados.