Serie “LECTURA RECOMENDADA”

En 13 de octubre de 1972 una noticia sacudió al mundo: un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya con cuarenta pasajeros y cinco tripulantes había caído en la Cordillera de Los Andes. En aquel vuelo viajaba hacia Chile un equipo de rugby de un colegio católico junto a algunos de los familiares. Se inició un intenso rastrillaje para dar con su paradero. Diez días después el SAR (Servicio de Rescate Aéreo) chileno decidió suspender la búsqueda. La inmensa mayoría los dio por muertos pensando que, si no murieron en el accidente, el frío, la nieve y la montaña habían acabado con ellos.
Ignoraban que el avión había caído lejos de su ruta. En el accidente había perdido la cola y las dos alas, pero la trompa y el fuselaje habían parcialmente sobrevivido a la caída y con ellos 28 personas.
Como si semejante calamidad no bastara, el 29 de octubre un alud cubrió a los jóvenes refugiados en los restos de la nave; la nieve que había ingresado por el boquete posterior del avión se llevó ocho vidas más. Los que sobrevivieron tuvieron que quitar en forma desesperada la gruesa capa de nieve que los sepultaba para no morir asfixiados, y enfrentar nuevamente frente un panorama desolador de muerte, frío, hambre y soledad extremos. En las semanas siguientes el grupo se fue reduciendo a causa de las heridas y las enfermedades, quedando vivos solo 16.
Cómo sobrevivieron a esa tragedia está documentado en el libro “Viven” que leí con avidez durante mi adolescencia. Probablemente aquellos que no leyeron el libro vieron la película.
EL LIBRO
Décadas después llega a nosotros “Tenía que sobrevivir”, escrito en primera persona por uno de los protagonistas, Roberto Canessa, con la ayuda literaria de Pablo Vierci.
El libro está dividido en dos partes. La primera desarrolla la experiencia vivida en los Andes por la sociedad de la nieve, ese grupo de muchachos que enfrentó con fe y resignación el cruel destino que les había tocado. También habla de la búsqueda incesante de los padres que nunca dieron por perdidos a sus hijos y del sufrimiento en el Uruguay por los ausentes.

El relato detalla la terrible caminata final que el autor hizo junto a Fernando “Nando” Parrado hasta encontrar un baqueano, cuyo aviso a las autoridades permitió el inicio del rescate. Sin duda, es un texto épico que uno no puede parar de leer. Ni el primer libro ni la película revelaron en toda su intensidad ese esfuerzo final; era algo que en aquella lectura
adolescente sentí que faltaba. El ascenso por pendientes sumamente empinadas, las noches en el hielo y el enorme sacrificio físico que exigió a los cuerpos desnutridos son presentados no solo como adversidades extremas sino como modeladoras de ese espíritu de lucha puesto a prueba que solamente la voluntad, cuando el físico ya no resiste, insiste en mantener.
LO QUE VINO DESPUÉS
La segunda parte del libro deja de ser una experiencia colectiva para volverse un relato personal donde el autor, ya convertido en cardiólogo infantil, aborda el subtítulo de su obra: “Cómo el accidente en los Andes inspiró mi vocación para salvar vidas”.

La supervivencia lo convirtió en una celebridad. Pudo viajar por todo el mundo contando la gesta de los Andes y eso le abrió puertas extraordinarias. Graduado de médico, aprovechó la fama adquirida para hacer contacto con los mejores cardiólogos y cirujanos cardiovasculares infantiles del mundo y se propuso llevar la cardiología infantil uruguaya a otro nivel. Comenzó a trabajar para que todos los niños con cardiopatías graves, sin importar su estatus socioeconómico, accedieran al menos a un diagnóstico cierto que pudiera dejar claras sus posibilidades de vida.
Tal como la primera parte que incluye los relatos de los protagonistas de la búsqueda, esta sección incluye conmovedores testimonios de madres y padres de pacientes. De algún modo, perciben al Dr. Roberto Canessa como una especie de santo al que rinden devoción por todo lo que desinteresadamente ha hecho por ellos. Desde luego, Canessa no se ve a si mismo como lo ven sus pacientes. Más bien siente que puede darle un significado a lo padecido en la montaña sirviéndolos. Si junto a sus compañeros en la nieve sintió el abandono, él se pregunta “¿qué puedo hacer para asegurarme que las víctimas de tragedias con las que tropiezo en el curso de mi vida no queden solas?”
Otra lección importante la deja para el final: “simplemente aprendí que no puedo rehuir los problemas que se atraviesan en mi camino, como la Cordillera de los Andes se interpuso en nuestro camino”. Coraje para enfrentar lo que a uno le toque y resistir hasta el final.
© Pablo R. Bedrossian, 2019. Todos los derechos reservados
FICHA
Título: «Tenía que sobrevivir»
Autores: Roberto Canessa – Pablo Vierci
Editor: Editorial Atria
Año: 2016
Muy mal escrito.