Serie GRANDES OBRAS DE ARTE
Título: “La Gioconda”
Autor: Leonardo Da Vinci
Fecha: 1503-1517
“Florencia recibió un gran don con el nacimiento de Leonardo, y sufrió una pérdida infinita con su muerte”. Giorgio Vasari.
La humanidad reconoce a Leonardo Da Vinci como un pintor excelso[1]. Sin embargo, muchos se sorprenden al descubrir que solo unas 20 pinturas se le atribuyen con certeza[2]. Ocurre que Leonardo era el arquetipo del hombre del Renacimiento, un creador sin límites: artista plástico, físico, productor de teatro, anatomista, músico, ingeniero hidráulico y militar, por mencionar algunas de las labores que abordó con enorme entusiasmo. Además, “aunque anotaba todo tipo de menudencias en sus cuadernos… no apuntaba lo que pintaba, lo que había terminado y adónde iban sus obras”[3].

Nosotros hemos podido admirar varias de sus creaciones y hemos escrito sobre algunas de ellas, como “La Dama del Armiño” y “La Belle Ferronière”[4] o “La Anunciación” y su obra inconclusa “La Adoración de los Magos”[5]. Pero, sin duda, “La Gioconda” es la obra más representativa de su arte y, acaso, la pintura más conocida del planeta.
LA HISTORIA
Leonardo comenzó a pintar “La Gioconda” en Florencia, en 1503, cuando tenía 51 años. Trabajó en ella el resto de su vida. La llevó consigo a Milán, Roma y Francia, donde le haría pequeños retoques, los últimos en 1517. Aún se hallaba en su estudio cuando murió en Francia, en 1519[6].

Unos 30 años después de la muerte de Da Vinci, el arquitecto y pintor Giorgio Vasari publicó una obra titulada “Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos” donde presenta el primer relato biográfico sobre el gran Leonardo y brinda detalles acerca del origen de esta pintura: “Por encargo de Francesco del Giocondo, Leonardo emprendió el retrato de Mona Lisa, su mujer”[7]; cuenta, además, aspectos del proceso creativo: “Mona Lisa era muy hermosa, y mientras el artista estaba haciendo su retrato empleó el recurso de hacerle escuchar músicas y cantos, y proporcionarle bufones para que la regocijaran, con el objeto de evitar esa melancolía que la pintura suele dar a los retratos que se hacen”[8]. Sin embargo, según aclara, como en otras muchas ocasiones, el artista no cumplió con su cliente; nos dice que, tras cuatro años de trabajo, lo dejó inconcluso y que, a la fecha de escribir el libro, el cuadro se hallaba en manos del rey Francisco de Francia, en Fontainebleau.
QUIÉN ERA LA MONA LISA
Hasta donde se sabe, Lisa Gherardini había nacido en 1479, por lo que, al momento de ser retratada tenía unos 24 años. Pertenecía a una rama menor de la familia, cuya distinguida prosapia era conocida desde tiempos feudales. La Mona Lisa (Mona es una contracción de Madonna, en español Señora) contrajo enlace en 1495 con Francesco del Giocondo, un rico comerciante de seda, quien recientemente había enviudado por segunda vez y tenía un hijo de dos años de aquel matrimonio.

Lisa tuvo a Piero, su primer hijo, en 1496, pero en 1499 perdió una hija a poco de nacer. Era una época donde las tasas de mortalidad infantil y puerperal eran muy elevadas; es probable que por eso, cuatro meses después de nacer su nuevo hijo, llamado Andrea, el padre supuso que tanto la madre como el vástago sobrevivirían. “Esta esperanza fue con toda seguridad el motivo que llevó a Francesco a encargar un retrato de su esposa para adornar su nueva casa”[9].
El padre de Leonardo era el notario de del Giocondo, por lo que había un conocimiento previo entre el empresario y el artista[10]. Pese al vínculo, como antes señalamos, Da Vinci nunca entregó la obra a la familia, que en 1510 ya no residía en Florencia.
LA TEMÁTICA
Hasta el Renacimiento las artes plásticas circunscribían su temática al aspecto religioso; si uno visita el Museo Cluny de París o The Cloisters en New York, ambos dedicados al arte medieval, podrá confirmarlo. El Renacimiento no solo significó un retorno al mundo clásico sino que abrió camino a un innovador motivo en la pintura: los retratos a pedido de la nueva burguesía.

Un excelente ejemplo lo provee “Los Arnolfini”, una extraordinaria creación del flamenco Jan Eyck quien pinta con maestría a un matrimonio de comerciantes[11]. Sin proponérselo, tal como La Gioconda, simboliza el cambio sociopolítico que se había puesto en marcha: el paso del feudalismo, basado en el poder de las armas y la economía agrícola, al predominio de las ciudades, cuya principal fuente de riqueza era el comercio.
LA PINTURA
En la pintura, la Mona Lisa, representada de medio cuerpo, aparece con un leve giro: su hombro izquierdo se encuentra más cerca del observador. De ese lado aparecen cruzadas sobre un reposabrazos sus delicadas manos que se encuentran bañadas de luz. Siguiendo en forma ascendente una franja vertical imaginaria, la luz vuelve a aparecer con suma intensidad sobre el pecho y el rostro que se dirige sugestivamente al observador. El fondo, conformado por un paisaje bucólico en la lejanía, contrasta con la oscuridad del atuendo de la figura. El efecto resultante es la sensación de cercanía de la Gioconda que nos contempla con ojos calmos y esboza una ligera sonrisa.

Hay un aspecto más que no debe soslayarse, pues intensifica la expresividad de la obra: la Mona Lisa está retratada a la manera de la Virgen María. Además, sorprende la perfección de sus detalles: el finísimo velo que cubre los cabellos, los bordados del escote o el brillo de las mangas color mostaza. Giorgio Vasari dice sobre La Gioconda creada por Leonardo: “más bien parece divina que humana, y fue considerada maravillosa, por no diferir en nada del original”[12].
LA TÉCNICA
Dos factores técnicos contribuyeron al vertiginoso desarrollo de la pintura renacentista: la llegada de los colores al óleo, creación atribuida a los flamencos[13], y la invención de la perspectiva. Da Vinci supo servirse también de otros recursos para causar una mayor impresión.
Según Walter Isaacson, uno de sus biógrafos modernos, el artista utilizó un tablón de grano fino extraído del centro de un tronco de álamo sobre el cual aplicó una gruesa capa base de albayalde (un tipo de pigmento blanco compuesto de carbonato de plomo). Con ese método, logró que la luz se reflejara mejor tras atravesar las finas capas de pintura al óleo translúcida que utilizó, otorgando a La Gioconda mayor profundidad, luminosidad y volumen[14].
OTRAS VERSIONES
Desde hace muchas décadas «La Gioconda» se exhibe en el Museo del Louvre de París. Discípulos y seguidores de Leonardo crearon copias; algunas son tan buenas que hay expertos que ven la propia mano del artista en ellas. La mejor de estas secuelas pictóricas se encuentra en el Museo del Prado, aunque también se menciona a la “Mona Lisa de Isleworth”, hoy parte de una colección privada. También el gran Rafael Sanzio (que junto a Leonardo y Miguel Ángel integró el podio de las artes en el Renacimiento) visitaba el taller de Da Vinci y realizó un dibujo inspirado en La Gioconda, que luego utilizó como base para otros retratos.

Vale la pena mencionar que hay numerosas obras derivadas también de “La Gioconda”, entre las cuales se destaca un dibujo de la escuela del propio artista llamado la “Mona Vanna”, con rostro diferente y torso desnudo, pero con la disposición del cuerpo y de las manos similar a la obra que la inspiró.
A partir de él se hicieron varias pinturas, una de las cuales se atribuye a Salai, el famoso discípulo y protegido de Da Vinci.

Como dijo Giorgio Vasari de “La Gioconda”: “En verdad, se puede decir que fue pintada de una manera que hace temblar y desespera al artista más audaz”[15].
© Pablo R. Bedrossian, 2024. Todos los derechos reservados.
BONUS: Transcripción de la obra de Giorgio Vasari “Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos”, de 1550
“Por encargo de Francesco del Giocondo, Leonardo emprendió el retrato de Mona Lisa, su mujer, y lo dejó sin terminar después de haber trabajado en él cuatro años. Esta obra está ahora en poder del rey Francisco de Francia, en Fontainebleau. Aquella cabeza muestra hasta qué punto el arte puede imitar la naturaleza, pues allí se encuentran representados todos los detalles con gran sutileza. Los ojos poseen ese brillo húmedo que se ve constantemente en los seres vivos, y en torno de ellos están esos rosados lívidos y el vello que sólo pueden hacerse mediante la máxima delicadeza. Las cejas no pueden ser más naturales. Por la manera como salen los pelos de la piel, aquí tupidos y allí ralos, encorvándose según los poros de la carne. La nariz parece viva, con sus finas y delicadas cavidades rojizas. La boca entreabierta, con sus comisuras rojas, y el encarnado de las mejillas no parecen pintados sino de carne verdadera. Y quien contemplaba con atención la depresión del cuello, veía latir las venas. En verdad, se puede decir que fue pintada de una manera que hace temblar y desespera al artista más audaz. Mona Lisa era muy hermosa, y mientras el artista estaba haciendo su retrato empleó el recurso de hacerle escuchar músicas y cantos, y proporcionarle bufones para que la regocijaran, con el objeto de evitar esa melancolía que la pintura suele dar a los retratos que se hacen. La figura de Leonardo tiene una sonrisa tan agradable, que más bien parece divina que humana, y fue considerada maravillosa, por no diferir en nada del original”[16].
REFERENCIAS
[1] Para quienes esté interesados en la vida de Leonardo, recomendamos leer nuestro comentario a, “’Leonardo Da Vinci la biografía’, de Walter Isaacson”, 29/11/2019, https://pablobedrossian.com/2019/11/29/leonardo-da-vinci-la-biografia-de-walter-isaacson-por-pablo-r-bedrossian/
[2] Frank Zöllner en su obra “Leonardo Da Vinci Obra pictórica completa”, Taschen, edición revisada 2018, p.210-251 presenta un catálogo razonado de obras de Leonardo donde incluye pinturas y algunos dibujos de atribución segura, parcial o dudosa al genial artista; la suma de obras asciende a 32.
[3] Isaacson, Walter, “Leonardo Da Vinci”, Debate, Penguin Random House Grupo Editorial, 2017, p.309
[4] Ver nuestro artículo “La Dama del Armiño”, 28/12/2015, dedicadas a ambas pinturas, https://pablobedrossian.com/2015/12/28/la-dama-del-armino-por-pablo-r-bedrossian/
[5] Para esta dos obras ver nuestro artículo “Las mejores obras de arte sobre la Navidad y los Reyes Magos”, 21/12/2019, donde incluimos ambas pinturas, https://pablobedrossian.com/2019/12/21/las-mejores-obras-de-arte-sobre-la-navidad-y-los-reyes-magos-por-pablo-r-bedrossian/
[6] Isaacson, Walter, obra citada, p.435
[7] Vasari, Giorgio, “Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos”, Leer para Crecer, 1550, p.327
[8] Vasari, Giorgio, obra citada, p.328
[9] Zöllner, Frank, “Leonardo Da Vinci Obra pictórica completa”, Taschen, edición revisada 2018, p.158
[10] Isaacson, Walter, obra citada, p.437
[11] Ver nuestro artículo “Jan van Eyck, pasión por el detalle”, 25/11/2015, https://pablobedrossian.com/2017/11/25/jan-van-eyck-pasion-por-el-detalle-por-pablo-r-bedrossian/
[12] Vasari, Giorgio, obra citada, p.269
[13] La novela de Federico Andahazi “El secreto de los flamencos”, Planeta, 2002, aborda el tema de la invención de la pintura al óleo
[14] Isaacson, Walter, obra citada, p.442
[15] Vasari, Giorgio, obra citada, p.269
[16] Vasari, Giorgio, obra citada, p.269
CRÉDITOS MULTIMEDIA
Todas las imágenes son de dominio público a excepción de la foto del cuadro en la pared y la del público fotografiando «La Gioconda» y La Gioconda del Museo Nacional, en Oslo, Noruega, que fueron tomadas por el autor de esta nota y es el dueño de sus derechos.
