Serie MUNDIAL DE FÚTBOL 2018
Tres fantasmas se agitan delante de la Selección Argentina de fútbol en vista del próximo Mundial. No son los rivales. Tienen que ver con su esencia; debe ser por eso que no hay camino más escabroso que el que uno recorre hacia dentro de sí mismo. Sin embargo, si vence estos fantasmas, puede tener chances; por ahora, no es candidato al título.
1. La Messi dependencia. Mal que les pese a los hinchas del Real Madrid, Lio es el mejor jugador de fútbol de la actualidad y quizás de la Historia. Sin embargo, padece el mismo síndrome que Cristiano Ronaldo: en su selección nacional rinde menos por la falta de jugadores que hablen su mismo lenguaje futbolístico y tengan el nivel de sus compañeros de la Liga Española. La Selección Argentina para este Mundial no es un equipo conformado por grandes talentos. ¿Quiénes serán los socios de Messi de la mitad hacia arriba? El Kun Agüero viene de una lesión y el Pipita Higuain con la celeste y blanca juega por debajo de su nivel en la Juventus. ¿Será Cristian Pavón la revelación? De paso, el gran Javier Mascherano difícilmente pueda repetir su desempeño del Mundial anterior, probablemente por su edad (34 años) y por competir en torneos de menor exigencia. No nos vamos a ocupar de analizar al plantel uno por uno, pero es obvio que si no se arma rápidamente el equipo, será muy difícil que Lio pueda ser desequilibrante.
2. Las contradicciones de Sampaoli: Si bien llevó a la Selección de Chile a ganar la Copa América, si no hubiera sido por el hat-trick de Messi en Ecuador, hubiera mirado el Mundial desde la tribuna o por TV. Ahora lo vemos lidiando con su ansiedad. Sus idas y venidas con jugadores como Mauro Icardi, Lautaro Martínez, Ricardo Centurión y Fabricio Bustos son un ejemplo, y la salida de Chiquito Romero -que pareció más una forma de sacárselo de encima que una lesión justificada-, son una muestra. Tememos que el descontrol y la prepotencia demostrada en aquel vergonzoso incidente en un control de tránsito en diciembre de 2017 reaparezcan. No hablamos de la falta de respuestas futbolísticas luego del 6 a 1 propinado por España, sino de su equilibrio anímico: si no maneja sus emociones lo dominarán sus problemas. No es el equipo de Messi: es el suyo y esa responsabilidad implica una conducta que comunique seguridad e inspire confianza.
3. La picardía criolla: La cultura argentina ha hecho que muchos árbitros dirijan según el espíritu del reglamento y no la letra. El famoso “siga, siga” de Pancho Lamolina fue un símbolo de permisividad para jugar más allá de los límites establecidos. Por esa razón, hay dos prácticas criollas que si se aplican en Rusia pueden resultar fatales para la albiceleste: los agarrones en el área y las simulaciones para que se cobren penales. Los defensores deben tener en cuenta que una vez que la pelota sale del córner, un árbitro internacional que se juega su reputación ante las cámaras de todo el mundo no va a permitir empujones o que alguno tome de la camiseta a un rival. Lo mismo ocurre con las caídas fingidas. Salvo que sea capaz de ganar un Oscar de la Academia de Hollywood, el que se zambulle en el área como si lo hubieran tocado, será señalado por el árbitro o detectado por el VAR y se ganará una amarilla. Si ya tiene una, será la roja. En diciembre de 2016 Mauricio Pochettino reconoció que en Newell’s Old Boys durante los entrenamientos practicaban los “piletazos”. Ese sincericidio blanqueó ese antivalor que es la picardía cuando se pasa de servirse de las circunstancias a servirse del otro. En el Mundial las leyes se cumplen, las faltas se sancionan y el fingimiento se castiga.
Argentina tiene esos tres grandes fantasmas por delante. No se puede esperar el inicio del torneo para ahuyentarlos.
© Pablo R. Bedrossian, 2018. Todos los derechos reservados.
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