LA SEMANA SANTA Y EL NACIMIENTO DE LA FE CRISTIANA (por Pablo R. Bedrossian)

Todos los años, el Viernes Santo la cristiandad recuerda la crucifixión de Jesús. Junto a la resurrección celebrada el Domingo de Pascua constituyen el centro de la fe cristiana. Conozca el significado de estos acontecimientos que veintiún siglos después perduran en la memoria colectiva de la iglesia.

El Cristo de San Juan de la Cruz - Salvador Dalí (1951)

La centralidad de ambas fechas puede encontrarse en las más tempranas declaraciones de fe, que son anteriores al Nuevo Testamento y que se mantuvieron como expresiones o estructuras orales fijas hasta que se incorporaron a los textos[1]. Si estimamos que la resurrección de Jesús se produjo a principios de la década del 30 del primer siglo de nuestra era y que el primer documento del Nuevo Testamento ha sido la 1ª Carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses (alrededor del año 49 d.C.[2]) observamos que transcurrieron más de 15 años entre la muerte y resurrección de Jesús y el primer texto neotestamentario. Durante este tiempo, como bien lo dice Lucas en la introducción de su evangelio “muchos trataron de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra”[3]. Entonces, esa enseñanza de los apóstoles -los primitivos testigos-, fue el primer kerigma o mensaje de fe cristiana.

El más importante de los indicios que encontramos en el Nuevo Testamento de esta antigua tradición oral es su introducción como fórmulas de fe, frases cortas que se memorizaban y repetían para conservar inalterables los hechos que habían cambiado el rumbo de la historia. Las que se conocen aluden a la resurrección, a la muerte o a ambos hechos, no a otros sucesos de la vida de Jesús.

ACERCA DE LA RESURRECCIÓN

Veamos un ejemplo de fórmulas de fe sobre la resurrección:

“Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”[4].

Comparemos esta fórmula de fe con dos de los muchos textos que hacen referencia a Jesús resucitado:

“A los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”[5].

“Mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios”[6].

Crucifixión o Corpus Hypercubus - Salvador Dalí (1954)

Se hace obvio que la creencia de que Dios ha resucitado a Jesús de los muertos es al mismo tiempo fe en ese mismo Dios[7] que trae salvación a los hombres, manifestada en las expresiones “serás salvo”, “justificación”, “fe y esperanza”.

ACERCA DE LA MUERTE DE JESÚS

Veamos un ejemplo que se centra en la muerte de Jesús:

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”[8].

Comparemos esta fórmula de fe con otros dos de los muchos textos que hacen referencia a la muerte de Jesús:

“Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él”[9].

“el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre”[10].

En todos los casos el “murió” o “se dio a sí mismo” se asocia a “por nosotros” o “para librarnos”, determinando claramente que desde los inicios de la fe cristiana la muerte de Jesús estaba asociada a un propósito: a la expiación de los pecados o como muerte sustituta (tomó nuestro lugar); sea de un modo u otro, en ambos casos la muerte de Jesús ocupa un lugar central en la predicación más antigua pues fue hecha en favor de los hombres.

CUANDO SE MENCIONAN AMBAS: MUERTE Y RESURRECCIÓN

En cuanto a las fórmulas que combinan la muerte y resurrección, la más conocida es la que apóstol Pablo comparte tal como la recibió:

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles”[11].

Hay un importante paralelismo entre «murió» y «fue sepultado», y «resucitó» y «apareció». Dice explícitamente el apóstol Pablo que esta declaración que recibió fue lo primero que enseñó.

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Otro detalle interesante es la afirmación «resucitó al tercer día». Según nuestra forma de contar entre viernes y domingo hay dos días. Si consideramos que Jesús murió a la hora novena[12] del Viernes Santo, equivalente a nuestra tres de la tarde, y resucitó en la madrugada del domingo, apenas habrían transcurrido algo más de treinta y seis horas. La expresión “tercer día” muestra la forma judía de contar los días: el día primero fue el propio viernes, el segundo fue el sábado y el tercero el domingo, sin importar que haya sido muy de mañana[13].

Finalmente, y para resaltar la importancia de estas formas verbales primitivas, recordamos la de la Santa Cena o Eucaristía, también mencionada por el apóstol Pablo:

“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga[14].

Aun cuando la última parte haya sido un agregado paulino desde donde dice «así pues», hay un anuncio central, representado por Jesús a través del pan y el vino: su muerte “por vosotros” y el recuerdo “en memoria de mí”, que es el eje central del evangelio.

ACTOS DE AMOR EN FAVOR DE TODOS LOS SERES HUMANOS

El estudioso Martin Khäler afirmó que, como géneros literarios, los evangelios eran narraciones sobre la pasión de Cristo con extensas introducciones. Queda claro que a lo largo de todo el Nuevo Testamento la muerte y la resurrección de Jesús son descritos como actos de amor de Dios en favor de los hombres.

© Pablo R. Bedrossian, 2018. Todos los derechos reservados.


REFERENCIAS

[1] Vielhauer, Philipp, “Historia de la literatura cristiana primitiva”, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2003, 2ª Ed., p.25

[2] Vielhauer, Philipp, Op. cit., p.99: otros consideran que la más antigua es la Carta del apóstol Pablo a los Gálatas y la ubican en una fecha similar. Los expertos actuales, tanto católicos como protestantes, consideran que el primer evangelio ha sido el de Marcos, contra lo que sostiene Eusebio de Cesarea, citando a Papías, que adjudica a el primer evangelio a Mateo. El evangelio de Marcos se habría escrito en la década del’60 d.C., y con certeza no antes del año 56 d.C,

[3] Evangelio según san Lucas 1:1-2

[4] Carta del apóstol Pablo a los Romanos 10:8b-9

[5] Carta del apóstol Pablo a los Romanos 4:24

[6] 1ª Carta universal del apóstol Pedro 1:21

[7] Vielhauer, Philipp, Op. cit., p.29

[8] Carta del apóstol Pablo a los Romanos 5:8

[9] 1ª Carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses 5:9-10

[10] Carta del apóstol Pablo a los Gálatas 1:4

[11] 1ª Carta del apóstol Pablo a los Corintios 15:3-7

[12] Evangelio según san Marcos 15:33-37

[13] Evangelio según san Mateo 28:1

[14] 1ª Carta del apóstol Pablo a los Corintios 11:23-26


CRÉDITOS MULTIMEDIA

La primera fotografía corresponde a «El Cristo de San Juan de la Cruz» de Salvador Dalí (1951).

La segunda fotografía corresponde a «Crucifixión» o «Corpus Hypercubus», de Salvador Dalí (1954).

Ambas imágenes son de dominio público y se utilizan sin fines comerciales.

La última foto fue tomada por el autor de esta nota y a él le pertenecen los derechos.


BIBLIOGRAFÍA

Bruce, F. F., «El mensaje del Nuevo Testamento», Ediciones Certeza, Buenos Aires, Argentina, 1975

Bultmann, Rudolf, «Historia de la Tradición Sinóptica», Ediciones Sígueme, Salamanca, España, 2000

Bultmann, Rudolf y Karl Jaspers, «Jesús – La Desmitologización del Nuevo Testamento», Sur, Buenos Aires, Argentina, 1968

Cullman, Oscar, «Cristología del Nuevo Testamento», Ediciones Sígueme, Salamanca, España, 1957, 1987

Eusebio de Cesarea, «Historia Eclesiástica», Editorial Clíe, Barcelona, España, 1988

Jeremias, Joachim, «Teología del Nuevo Testamento», Vol. 1, Salamanca, España, 2001

Santa Biblia, traducción de Casiodoro de Reina corregida por Cipriano de Valera y otros, Revisión 1960, Sociedad Bíblica Argentina

Theissen, Gerd y Anette Merz, «El Jesús histórico», Ediciones Sígueme, Salamanca, España, 2000

Vielhauer, Philipp, “Historia de la literatura cristiana primitiva”, Ediciones Sígueme, Salamanca, España, 2003, 2ª Ed.

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