Serie SIMPLEMENTE FÚTBOL
Fui a la cancha con mi papá por primera vez a los 8 años. Se jugaba el Nacional del ’67 que Independiente ganó bajo la dirección técnica del brasileño Osvaldo Brandao. A partir de allí, el amor a la camiseta roja que me infundió mi viejo creció y creció, y hoy, que vivo lejos de la Argentina, está más vivo que nunca. A forma de un homenaje para él y como un tributo a esos grandes hombres de fútbol que uno vio dar todo dentro de la cancha, quiero rescatar algunas anécdotas desconocidas y otras poco recordadas.
LA HUMILDAD DE MIGUEL ÁNGEL SANTORO
Me gradué de médico a principios de los ‘80 y, para pelearla, tenía que tener cuatro o cinco trabajos. Uno de ellos era la guardia del desaparecido Sanatorio Evangélico, de Medrano 350, en lo que en aquel entonces llamábamos la Capital Federal. Cierto día veo sentado en el hall un hombre de digno porte al que reconocí enseguida.
– ¿Ud. es Pepé Santoro?
– Sí.
El arquero multicampeón de América sonrió y lo invité a charlar en el consultorio, aprovechando que no había pacientes. Le conté que por muchos años tuve un póster suyo en la pieza que compartía con mi hermano Alejandro, y le mencioné una nota que hablaba de una de sus hazañas:
– Una vez El Gráfico le dedicó la última página. Fue un partido con Central que terminó 1 a 1. La nota mostraba en fotos los tres mano a mano que Pepé ganó esa tarde.
Santoro se quedó pensando y dijo sin falsa modestia:
– ¿Gané tres mano a mano? Seguro que se equivocaron los delanteros.
EL ENTRETEJIDO DEL CHIVO PAVONI
¡Cuántas alegrías no dio este marcador de punta izquierdo! Sabía hacer de todo: marcar, correr, patear. Sus tiros libres eran temibles. Recuerdo uno a Boca desde unos 35 metros. Pocos saben que hizo un gol en un Mundial. Fue en el ’74, jugando para la Selección de su país, Uruguay, contra Bulgaria y, si la memoria no me falla, de cabeza.
A principios de los ’70, El Gráfico lanzó una edición especial titulada “El Libro del Fútbol”. Era un solo volumen. Allí aparecía El Chivo en una secuencia fotográfica que mostraba cómo se deben patear penales: fuerte, arriba y al medio, según explicaba la publicación.
Pavoni perdió el pelo precozmente y en la cancha lucía una incipiente calvicie. Un día nos sorprendió a todos: apareció con una abundante cabellera y muchos supusimos que se había puesto un peluquín. Teníamos miedo que en un centro el gato se fuera al piso, pero nada de eso sucedió. Resulta que se había hecho un entretejido. Desde ese día nadie se atrevió a decirle pelado. Su imagen comenzó a aparecer seguido en una publicidad gráfica de ese curioso sistema de cobertura capilar.
Recuerdo una elogiosa frase de Ricardo Elvio Pavoni sobre Bochini en sus inicios, que definía su forma de entender el fútbol: “Es un jugador que va para adelante”.
EL LIDERAZGO DEL PATO PASTORIZA
Inolvidable y eterno en el alma de su pueblo, el Pato fue una de las figuras más emblemáticas de Independiente. Curiosamente provino de Racing, a través de un trueque por Miguel Ángel Mori, un half central, cedido a la Academia.
Fue un líder dentro y fuera de la cancha, un hombre muy querido que ganó todo en Independiente. Tengo muchos recuerdos suyos; por ejemplo, un día de semana, asistí a un partido muy bravo con Boca en Avellaneda, donde, ante un centro rasante, se arrojó en un esfuerzo supremo para empujar la pelota con la suela del botín a la red y definir el partido. Esa imagen, por el tremendo esfuerzo, fue incluida en publicidad televisiva de una pomada para la contractura muscular.
Recuerdo otro partido, contra Rosario Central, que Independiente ganó 2 a 0, con dos goles suyos, ambos de tiro libre. El primero describió una parábola tan impresionante que pasó a formar parte de la presentación de las trasmisiones futboleras en blanco y negro de aquellos tiempos. No puedo olvidar lo que dijo eufórico el inolvidable Gordo Muñoz ante el segundo gol:
– “¡Pastoriza! ¡Maestro de maestros para los tiros libres!”
No se equivocaba. Además, El Pato fue un gran técnico. Dirigiendo a Independiente ganó, creo que tres campeonatos, una Copa Libertadores y una Intercontinental. Se lo considera el hombre que puso el fútbol de Venezuela a un nivel competitivo. Hasta su llegada, a la vinotinto siempre la goleaban.
El director técnico Manuel Keosseian, un uruguayo que jugó junto a Bochini en Independiente pero a causa de una fractura de tibia y peroné tuvo un corto paso por el club, me hizo un comentario que agrega valor a la trayectoria del Pato como técnico:
– Pastoriza era una gran persona, ¡un tipo bárbaro! No era que supiera tanto de estrategia; eso se lo dejaba a Ramón Toribio Adorno, ¡pero tenía tanto vestuario…! ¡Era un líder tremendo!
EL INCANSABLE MENCHO BALBUENA
Agustín Balbuena fue un extraordinario wing derecho que integró aquel glorioso equipo que ganó el Metropolitano del ’71, cuatro Libertadores consecutivas entre 1972 y 1975 y la inolvidable Intercontinental de 1973 en el Estadio Olímpico de Roma, donde Bochini y Bertoni construyeron aquella doble pared que los hinchas de Independiente aún hoy seguimos festejando.
Fue parte de la selección argentina que participó del Mundial de Alemania de 1974 (donde René El Loco Houseman fue titular en su posición) y vistió la celeste y blanca en 8 ocasiones. Era rápido y sumamente peligroso en el ataque por la banda derecha. Se destacaba por su gran dinamismo y su temible gambeta.
Con frecuencia recuerdo una sabrosa anécdota del querido Mencho, surgida en la entrevista que le hizo José María Muñoz, luego de un partido:
– Balbuena, ¡cómo corrió esta tarde! ¿Cuántos pulmones tiene?
La respuesta del crack santafesino no se hizo esperar:
– Uno, como todo el mundo.
GRACIAS POR EL FUEGO
Cuánto le debemos a estos héroes que alegraron nuestros días con triunfos, campeonatos y copas. A veces los fanáticos tendemos a ver la gloria e ignoramos el esfuerzo y el sacrificio que hicieron para llegar a donde llegaron. Dejaron todo para darnos muchas alegrías en una época donde el dinero no lo era todo y la camiseta era algo que valía. Son símbolos de la mística copera, próceres en esta gran historia que todavía el Rojo no ha terminado de escribir.
© Pablo R. Bedrossian, 2018. Todos los derechos reservados.
CRÉDITOS MULTIMEDIA
Las imágenes pertenecen a la Revista El Gráfico, Editorial Atlántida