Recorra Copenhague desde Nyhavn hasta Kastellet: palacios, iglesias, la Sirenita y jardines donde tradición e historia se entrelazan. Lo invitamos a caminar con nosotros a través de las imágenes por la capital de Dinamarca, visitando sus rincones más célebres.
Para el primer paseo por Copenhague, lo invitamos a visitar el siguiente link 👉: https://pablobedrossian.com/2025/10/09/los-mejores-lugares-de-copenhague-paseo-1-de-la-plaza-del-ayuntamiento-a-la-nueva-opera/
Copenhague es una ciudad donde se celebra la vida; sin embargo, no se trata de un lugar de fiestas estridentes ni de eventos rimbombantes. Al contrario, es una ciudad tranquila y apacible, surcada por canales y deliciosos espacios verdes. Sus históricos edificios de ladrillo rojo se entrecruzan con construcciones de vidrio y acero, creando un diálogo entre tradición y modernidad.

Sus habitantes se mueven en autos eléctricos, pero mucho más aún en bicicletas. Los valores surgidos de su fe protestante se traducen comportamientos: el respeto, la cortesía y la honradez van de la mano para hacer que cada visitante se sienta como en su propia casa.

Terminamos nuestro primer paseo en el Nyhavn, un paseo marítimo del siglo XVII que tiene como eje un canal, donde reposan antiguos barcos de madera que tienen como marco edificios vestidos con una rica policromía. Como ya hemos escrito, es el sitio más visitado e instagramable de Copenhague.

El Nyhavn fue construido en la segunda mitad del siglo XVII como un puerto de entrada para barcos mercantes; como puede inferirse, enseguida se volvió un lugar con bares, posadas y prostitutas para atender a la creciente llegada de marineros. Sin embargo, tras perder su relevancia portuaria, a mitad del siglo XX comenzó un remodelación de la zona que lo convirtió en un animado centro turístico, con cafés y restaurantes con mesas al aire libre y punto de partida para los tours por los canales.

Desde el Nyhavn hay dos hermosos caminos para llegar al vecino palacio de Amalienborg, siempre pasando por Kongens Nytorv, una bella plaza vecina que se encuentra rodeada de magníficos edificios.

El primero consiste en tomar una diagonal que se llama Store Strandstræde que, tras solo una cuadra, desemboca en la que, para nosotros, es la plaza más bella de la ciudad: Sankt Annæ Plads. Justo allí, en esa esquina, hay una plazoleta con una escultura de bronce con un motivo muy original del artista danés Otto Evens: “Pescador napolitano enseña a su hijo a tocar flauta”.

La Sankt Annæ Plads (la plaza de Santa Ana) fue creada en el siglo XVIII durante la construcción del Frederiksstaden, la zona donde se encuentra el Amalienborg, para conmemorar el jubileo de los 300 años de la subida al trono danés de la casa de Oldenburgo. La plaza se ha restaurado hace pocos años; se ha ampliado su área peatonal y rediseñada para evitar inundaciones.

Caminando unos pocos metros llegamos a Amaliegade, la calle que nos conduce directamente al palacio. En ella está emplazada un arco plano con una columnata neoclásica con capiteles jónicos que forma parte del conjunto arquitectónico del palacio.

Si este es un camino hermoso, el otro es aún mejor. Dejando a nuestra derecha el festivo colorido del Nyhavn, avanzamos por la calle Bredgade (la “calle ancha”) hasta descubrir a nuestra izquierda una de las joyas arquitectónicas más apreciadas de la ciudad, la Marmorkirken (la “Iglesia de Mármol”).

También conocida por los daneses como Frederiks Kirke, por Federico V, el rey que ordenó su construcción, iniciada en 1749 y finalizada recién en 1894. Se trata de una iglesia luterana con un exterior barroco, cuya imponente cúpula nos remite a la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Aunque las dimensiones del templo son mucho más pequeñas, es imposible no admirar sus detalles, incluyendo las esculturas de los padres de la Reforma protestante alrededor del edificio. Su sobrio interior inspira espiritualidad y reverencia.

A pocos pasos se encuentra también la bella Iglesia Ortodoxa dedicada a san Alexander Nevsky, con un frente de ladrillo rojos y grises y sus tres cúpulas doradas acebolladas. Fue construida por el gobierno ruso entre 1881 y 1883.

Desde la Iglesia de Mármol caminamos un corto trecho para llegar al Amalienborg Slot, la residencia de invierno de la familia real danesa. Diseñado por el arquitecto Nicolai Eigtved, fue levantado para la nobleza entre 1750 y 1768, convirtiéndose en sede oficial de la monarquía recién en 1794.

Es un conjunto de cuatro edificios en cuyo centro hay una estatua ecuestre de Frederick V, quien mandó a construir el complejo.

Considerado un palacio, es un precioso espacio, muy amplio, donde puede observarse el cambio de guardia o, simplemente, caminar para relajarse o tomarse fotos.

En dirección contraria a la de la Iglesia de Mármol, también a solo una cuadra del Amalienborg, se llega a un parquecito que da al Hønsebroløbet, un ancho canal, en cuya orilla opuesta se observa la Ópera de Copenhague, antes mencionada.

Si mirando a la estatua de Frederick V, a la izquierda tenemos a la Iglesia de Mármol y a la derecha el canal que ofrece hermosas vistas de la Ópera, caminando en línea recta y dejando atrás el palacio descendemos una ancha calle y, tras cruzar una avenida, entramos al Parque Churchill, donde no solo el paisaje adquiere otra tonalidad y otra belleza, sino que hay algunos notables puntos de interés.

Lo primero que aparece ante nuestra vista es la Iglesia de San Albán, una templo anglicano del construido en 1887. Localmente se la conoce como como la iglesia inglesa con aspecto gótico.

Luego nos acercamos a la fuente de Gefión, donde aparece representada esta divinidad de la mitología nórdica tirando de sus cuatro bueyes. Las figuras fueron creadas por el escultor danés Anders Bundgaard a fines del siglo XIX, pero la fuente completa fue inaugurada en 1908

La atracción más icónica de Copenhague es una pequeña escultura de bronce, conocida como “La sirenita”, creada en 1913 por el escultor Edvard Eriksen. Representa el personaje de un cuento creado por el autor danés Hans Christian Andersen. Se encuentra sobre unas piedras en la bahía de Copenhague, en la zona portuaria, muy cerca del Mar Báltico. Muchos turistas se decepcionan al ver esta pequeña figura que, sin embargo, es la más fotografiada de Dinamarca.

Finalmente, y muy cerca de allí, llegamos al Kastellet, un conjunto de edificios que forman parte de un complejo militar con fines defensivos.

Tiene forma de estrella y se encuentra rodeada por canales. Aunque sigue siendo parte del Ministerio de Defensa, es un parque público y monumento histórico.

Su construcción se inició en 1626 y cuenta con cinco bastiones. En su interior se encuentra un molino de viento muy bien conservado.

Copenhague es una ciudad donde se vive sin apuro; está llena de lugares hermosos, curiosos y memorables. En estos paseos uno se encuentra con sorpresas a cada paso; el recorrido que compartimos constituye, de alguna manera, el corazón latiente de la ciudad.
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Muy bueno!!
Cordialmente,
N. Cristina Bedrossian cbedrossian1964@gmail.com