¿HACIA DÓNDE VA LA CIENCIA? COMENTARIO, RESUMEN Y CRÍTICA DE “LA EVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO” DE JÜRGEN RENN

Serie CONFIESO QUE HE LEÍDO

Título: “La evolución del conocimiento”

Autor: Jürgen Renn

Año: 2020

Resumen y crítica de “La evolución del conocimiento” de Jürgen Renn, un ambicioso intento de explicar cómo el conocimiento surge, cambia, condiciona a las sociedades humanas y puede modelar su futuro.

La epistemología es la rama de la filosofía que estudia el conocimiento científico, sus fundamentos y métodos[1]. Muy vinculada a ella se encuentra la historia de la ciencia, pues estudiar el conocimiento científico es también entender cómo ha llegado hasta el presente. Entre quienes han abordado estos temas, hay tres autores que se destacan: Thomas S. Kuhn, Karl Popper y Paul Feyerabend.

Kuhn es famoso por su obra “La estructura de las revoluciones científicas” de 1962, donde establece la noción de paradigma, la estructura de pensamiento bajo la cual se examina un hecho, de la cual los científicos no son conscientes y los pueden llevar a conclusiones erróneas.

Karl Popper, en sus obras “La lógica de la investigación científica” de 1934 y “Conjeturas y refutaciones” de 1963, sobresale por postular que todo conocimiento para ser considerado científico debe ser sensible (perceptible por los sentidos), medible, reproducible y falsable (que admita la hipótesis opuesta y sea pasible de ser discutido), lo que establece límites al conocimiento y refuerza su precariedad, diferenciándolo claramente de la verdad.

Paul Feyerabend, en su libro “Contra el método” de 1975, se aparta de los anteriores al proponer el anarquismo epistemológico, insistiendo que la ciencia avanza de un modo caótico, muchas veces de forma accidental y no como producto de una rigurosa metodología universal.

Jürgen Renn, con «La evolución del conocimiento» (que en la traducción en español cuenta con 713 páginas, llegando a 833 si añadimos el glosario y la bibliografía) quiere sumar su nombre a este lote de referentes.

COMENTARIO INTRODUCTORIO A “LA EVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO”

Si bien es cierto que es un campo que parece reservado para expertos, la historia del conocimiento es, de alguna manera, la historia del sentido común, el empírico, desafiado por preguntas que demandan nuevas respuestas. Popper decía que el sentido común nos dicta que la tierra es plana, pero es ese mismo sentido, al ver cómo sale y se pone el sol, el que nos lleva a dudar de esa afirmación y a plantear que pueda ser redonda. Con esto proponemos que no hace falta ser un erudito para tener una lectura provechosa de este libro, sino la capacidad de pensar críticamente y de replantear aquellas afirmaciones que nos parecen dudosas y contradictorias.

Es una obra extensa, de carácter técnico. Está dividida en 5 partes que, en total, cuentan con 17 capítulos. Por momentos la lectura es complicada. Suponemos que no es un problema de la traducción, sino de la complejidad de las ideas y conceptos que utiliza el autor, que lo obliga a poner un glosario al final de 31 páginas. Confesamos que vino a nuestra memoria el pedido de Popper en “La sociedad abierta y sus enemigos”, cuando tras presentar un enrevesado texto de Hegel, le pide al lector, con ironía, que intente comprenderlo. Sin embargo, hay capítulos donde la lectura se vuelve sumamente entretenida. ¿Cómo explicamos esta paradoja? Cuando el autor describe la historia de los diversos campos de las ciencias, la narración es ágil e instructiva; cuando formula sus hipótesis y realiza sus interpretaciones de esos hechos, puede volverse tediosa, complicada o, incluso, aburrida.

Nadie puede dudar de la extraordinaria erudición de Jürgen Renn, reflejada no solo en el relato sino en su vasto liderazgo en el Instituto Max Planck[2],  una red de instituciones de investigación de renombre internacional que pertenecen a la Sociedad Max Planck de Alemania, como también en la extensa bibliografía expuesta al final. Sin embargo, nos parece que algunas de sus opiniones no provienen de la objetividad científica, sino de una perspectiva personal y, por tanto, subjetiva, más ligada a las humanidades que a las ciencias duras, lo cual nos impulsa a formular algunas observaciones en la crítica que exponemos al final.

En nuestra opinión, los mayores aportes del libro residen en tres aspectos: el más notable para los lectores, será, sin duda, un viaje a través de la historia de la ciencia, donde el autor presenta de una manera muy ilustrativa el recorrido hecho por la humanidad desde la prehistoria hasta nuestros días. El segundo es la importancia y la necesidad de la divulgación del conocimiento: que el saber no sea patrimonio de una élite, sino que esté al alcance de todos. Finalmente, y aunque solo toca el tema superficialmente, los riesgos que entraña el creciente conocimiento científico, con lo que implican las nuevas tecnologías en el periodo que identifica como Antropoceno.

RESUMEN DE “LA EVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO” DE JÜRGEN RENN

Presentamos aquí un apretado resumen. Como todo resumen, la selección es arbitraria; sin embargo, intentamos preservar las ideas del autor.

Introducción llamada “La historia de este libro”

El subtítulo del libro es “Repensando la ciencia para el Antropoceno”. Dice el autor “Consideramos al Antropoceno como una nueva era geológica para la humanidad, definida por el profundo y duradero impacto de la actividad humana en el sistema terrestre. Así el Antropoceno constituye el contexto definitivo del conocimiento y punto de convergencia natural para llevar a cabo una investigación de la evolución cultural desde una perspectiva global”[3]. Aborda su investigación desde dos ejes: la transmisión y la transformación del conocimiento a largo plazo y los procesos de transferencia y globalización del conocimiento (en otras palabras, su divulgación)[4]. El primer eje lo lleva a una investigación histórica, que lo centra en la historia del pensamiento mecánico desde la prehistoria. “Nuestro mayor objetivo era demostrar la posibilidad de formular una teoría histórica del pensamiento y conocimiento humano”[5].

Sin embargo, en la sección llamada “Hacia una teoría histórica del conocimiento” se apoya en perspectivas que no corresponden a las ciencias duras, salvo quizás en el primer caso: “La teoría de la evolución de Darwin, la política económica de Marx y el psicoanálisis de Freud perseguían objetivos emancipatorios al crear perspectivas más inclusivas en las realidades humanas. La teoría de Darwin se puede considerar una crítica a las raíces de la humanidad en la evolución biológica. Marx protestaba, con su crítica de la economía política, contra la afirmación burguesa de representar a la especie entera, afirmación que negaba la dependencia del trabajo como base para la reproducción de las sociedades humanas. Por su parte, Freud protestaba contra la represión de las necesidades e impulsos de los seres humanos mediante el yugo de la civilización”[6].

Sobre esos postulados se pregunta “Por tanto, ¿una historia del conocimiento no debería protestar contra su subyugación a una concepción unilateral de la ciencia, una que restringe el conocimiento a los cánones formales, la competición académica y el interés del provecho y del poder? ¿Una concepción que separa a la ciencia de otras formas de reflexión, convirtiendo así el propio proceso reflexivo, el mismo proceso mediante el cual el saber se convierte en conocimiento científico en un instrumento de reflexión”[7].

Primera Parte – ¿Qué es la ciencia? ¿Qué es el conocimiento?

Capítulo 1 – La Historia de la Ciencia en el Antropoceno

Comienza con una cita de Juan Amós Comenio, un husita considerado padre de la enseñanza secular. Se pregunta quién está destruyendo el planeta[8], dando por sentado que toda acción humana sobre el medio ambiente en el Antropoceno (cuyo inicio, según el autor, quizás podría fijarse en 1950), es destructiva. Además sostiene que no es necesario la existencia de valores trascendentes, “solo la aceptación del principio de que el valor más elevado es la supervivencia y la prosperidad de la raza humana, quizás combinada con la aleccionadora pero liberadora conciencia de que, al final, la vida humana no es más que un propósito en sí mismo”[9].

Plantea que las acciones de las personas no están determinadas por el contexto, sino “por su pensamiento y, en concreto, por lo que saben del mundo y de sí mismos, y por cómo lo saben y lo comparten, además del modo que emplean su conocimiento”[10]. Indica que puede ser falaz la idea de ver la historia del conocimiento como una “lógica de progreso, interrumpida de vez en cuando por errores y recaídas”[11]. Llega al punto de plantear la ciencia como un Gólem, aquella criatura legendaria que, ante la falta de control, es capaz de destruir a sus creadores debido a su torpeza[12].

A lo largo del capítulo sostiene que el conocimiento es una fuerza evolutiva que ha influido en la transformación de las sociedades humanas integrando aspectos sociales, tecnológicos y cognitivos. Termina cuestionando a T. S. Kuhn y a su famosa obra “La estructura de las revoluciones científicas”. En lugar de rupturas epistemológicas y cambios de paradigma, propone que “los cambios importantes en los sistemas de conocimiento suceden, pero suelen consistir en procesos prolongados y tienen lugar a largo plazo”[13], basado en la idea que el conocimiento tiene una estructura formada por múltiples capas que interactúan entre sí.

Capítulo 2 – Elementos de la teoría histórica del conocimiento humano

Esta sección analiza cómo cambian las estructuras del conocimiento, cómo afectan a la sociedad y viceversa, cómo se difunde el conocimiento y de qué conocimiento depende nuestro futuro. Más allá de un débil cuestionamiento a Popper, no encontramos contenido relevante. Quizás las afirmaciones más notables se encuentren en un párrafo al final que dice: “Como ilustran muchos ejemplos de la historia de la ciencia, explorar el horizonte ofrecido por los medios materiales y representaciones externas de un sistema de conocimiento puede llevar a una transformación del sistema. De modo similar, explorar las posibilidades de organización ofrecida por una cultura material concreta puede engendrar transformaciones sociales… La evolución cultural (sobre la que luego insistirá al proponer la vieja teoría de la evolución biológica continuada a través de la cultura), es un proceso irreversible, singular e irrepetible de resultados impredecibles”[14].

Segunda Parte – Cómo cambian las estructuras de conocimiento

Capítulo 3: El carácter histórico de la abstracción y la representación

Comienza presentando el poder de la abstracción, una capacidad exclusivamente humana. Nociones como número, espacio o fuerza son cruciales para el desarrollo del conocimiento científico.  Se apoya en Piaget: “La cognición es un proceso activo, condicionado por las experiencias en las que se transforma la realidad a través de la acción y el comportamiento”[15].

No se detiene en la abstracción, sino que pasa a la creación y uso de utensilios, que van más allá de su función primigenia. Se sirve del filósofo pragmático John Dewey: “La invención y el empleo de herramientas han desempeñado una importante función en la consolidación de significados, pues una herramienta es un objeto empleado como un medio para lograr un fin y no se toma directa y físicamente. Es intrínsecamente racional, anticipatoria, predictiva. Sin una referencia a lo ausente, o ‘transcendente’, nada es una herramienta” y él agrega: “si uno adopta o inventa una herramienta con un propósito específico, siempre es posible encontrar nuevas aplicaciones para emplearla”[16].

También subraya cómo las acciones prácticas de los seres humanos llevaron a la creación de representaciones externas, como el lenguaje y la escritura. “Los medios materiales o representaciones externas generan una estructura cognitiva al determinar un sistema de resultados de acciones que después se reproducen en las reglas generativas de la estructura”[17].  Las representaciones externas incluyen, por ejemplo, el lenguaje escrito y oral, diagramas, imágenes, gráficos, videos, sistemas numéricos. Termina esta sección resaltando las tres dimensiones del conocimiento: la interna o cognitiva, la externa o material y la social, referida a la producción, transmisión y apropiación del conocimiento.

Capítulo 4: Cambios estructurales en los sistemas de conocimiento

Parte describiendo un abanico de formas de conocimiento con diferente grado de reflexividad: el intuitivo, el práctico y el teórico, planteando que estas categorías se solapan. “los sistemas de conocimiento son agrupaciones de elementos de conocimiento socialmente compartidos y vinculados de alguna manera”[18]. Introduce el tema de los modelos mentales: la experiencia lleva a una interpretación que asocia una acción o un objeto con un efecto o resultado: “Los estudios de la ciencia cognitiva han demostrado que, incluso a principios de la infancia, la comprensión de que los objetos se pueden mover al ejercer una fuerza lleva a la concepción inversa de que cualquier movimiento percibido de un objeto debió ser causado por alguien que ejerció una fuerza sobre él. Dicho de otro modo, la experiencia de la fuerza como causa de movimiento se convierte en una interpretación de los movimientos percibidos como causados por una fuerza ejercida por un agente. Al mismo tiempo, se espera (bajo las mismas condiciones) que una mayor fuerza también cause un movimiento más fuerte. Este conjunto de expectativas se puede contemplar como el típico ejemplo de formación de un modelo mental, cuyo nombre, en este caso, es el ‘modelo de movimiento-implica-fuerza’”[19]. Ignoramos por qué razón evita usar la palabra paradigma para los modelos mentales en el ámbito científico.

A partir de allí se dedica analizar diversas formas de sistematización del conocimiento; introduce la noción de paquetes de conocimiento como forma primitiva, y propone que, a medida que se profundiza la estructura, se puede llegar a sistemas complejos estructurados por deducción. “Los sistemas de conocimiento cambian de manera gradual a través de los aportes y exploraciones de la comunidad de practicantes que ya de por sí se encuentran en constante cambio”[20].

Capítulo 5 – Representaciones externas en desarrollo

En este capítulo, tras ver con brevedad cómo se organiza el conocimiento, presenta, quizás en una de las partes más ricas y atractivas de la lectura, la emergencia de la aritmética, la escritura y de las fórmulas químicas. No encontramos principios para resaltar, sino interesantes descripciones de la evolución histórica (cronológica) en los campos mencionados.

Capítulo 6 – Modelos mentales en desarrollo

Para introducir el capítulo, siguiendo su elocuente preferencia por Marx y su filosofía, utiliza una cita de Federico Engels[21], pero también otra de Marvin Minsky, uno de los padres de la Inteligencia Artificial. Se enfoca en los modelos mentales en desarrollo, utilizando como ejemplo el conocimiento mecánico. Plantea, al estilo de Kuhn cuando habla de anomalías, lo que llama objetos desafiantes. Se trata de fenómenos, problemas o entidades que no pueden ser resueltos o comprendidos fácilmente con los medios cognitivos, técnicos o conceptuales existentes en un momento determinado. Los objetos desafiantes obligan a replantear los modelos mentales y son puntos de partida para la transformación del conocimiento.  El texto alcanza cautiva al describir el surgimiento de la física clásica.

Capítulo 7 El carácter de las revoluciones científicas.

Plantea muy brevemente la controversia entre T. S. Kuhn y Ludvik Fleck acerca de las fuerzas intervinientes en las revoluciones científicas. Luego recorre, también en buenos momentos, la revolución copernicana, la química, la darwiniana, los problemas de frontera (que, tal como los objetos desafiantes, se sitúan en los límites del conocimiento existente e impulsan el desarrollo y la creación de conocimiento), de la física clásica, y, dentro de ella, el surgimiento con Einstein de lo que llama una isla epistémica (un sistema de conocimiento relativamente autónomo, desarrollado en un contexto social, cultural, geográfico o disciplinar específico) y el nacimiento de la teoría de la relatividad especial.

En cuanto al proceso, de integración o transformación del conocimiento dice que, ante un objeto desafiante o un problema de frontea surge “un escenario de reorganización conceptual con construcciones intermedias que, vistos en retrospectiva, pueden parecer los andamios del resultado final… Al primer estadio lo sigue otro en el que se limpian los rastros de la fase transitoria del nuevo sistema (se quitan los andamios). Al mismo tiempo, se establecen dominios paradigmáticos de aplicación y se exploran más a fondo las implicaciones inmediatas de las representaciones externas y su interpretación, a menudo con consecuencias conflictivas… Por último, podemos ver un estado en el que se superan las limitaciones de esas aplicaciones paradigmáticas, al tiempo que el nuevo sistema se convierte en un marco estable y con más posibilidades de aplicación en el que su formalismo y su interpretación conceptual por fin se han equilibrado”[22]. Sin embargo, luego de describir el proceso, dice también que “la secuencia de las fases no tiene por qué ser necesariamente así y que un sistema de conocimiento se explore en una situación histórica determinada o no, iniciando así un cambo dinámico, depende de condiciones sociales más amplias”[23].

Tercera Parte – Cómo las estructuras de conocimiento afectan a la sociedad y viceversa

Capítulo 8 – Economía del conocimiento

Nuevamente para introducir el tema cita a Marx; de inmediato, Renn pasa a analiza la relación entre economía y sociedad. “Resulta evidente que las sociedades humanas están gobernadas por estructuras a las que los individuos no tienen necesariamente un acceso directo, ni las necesitan a pesar de saber de ellas, como las vinculadas con las divisiones sociales, e incluso globales, del trabajo. Está claro que alguna forma de racionalidad e interés guía a los agentes individuales… A menudo, las acciones individuales siguen normas reguladoras correspondientes a expectativas y funciones sociales…  Por último, los agentes tienen la posibilidad de actuar dentro del mundo al que tienen acceso a través de medios materiales, que pueden interpretar en términos de sistemas de símbolos compartidos, códigos culturales y órdenes de conocimiento[24].  Bajo este marco, afirma “las instituciones representan el potencial de una sociedad o grupo para coordinar las actividades de los individuos e interactuar con su entorno… las instituciones son una estructura reguladora de la práctica humana… la regulación se lleva a cabo en muchas ocasiones mediante las constricciones y las condiciones materiales inherentes a tales acciones cooperativas, con normas comportamentales, sistemas de creencias y, en concreto, con lo que aquí llamamos la ‘economía del conocimiento’… Déjenme resumir: cada sociedad tiene que tratar con procesos de producción, integración, transmisión, apropiación y reproducción del conocimiento’”[25]

Luego se apoya en la obsoleta teoría del valor de Marx[26] para ver su contrapartida en la sociedad de la información. Dice al final “Los datos e información han de construirse a partir del conocimiento, al contrario de la noción de concebir los datos como átomos a partir de los cuales se puede derivar o construir información primero y conocimiento después. Los datos solo se convierten en patrones universales de información en cuanto la representación externa del conocimiento se puede codificar simbólicamente, presentar con el mismo formato y almacenar y transmitir en el mismo medio. Esto solo ha llegado a suceder en la edad de los datos electrónicos y su transmisión mediante las redes electrónicas. En origen, todo conocimiento es conocimiento compartido, un bien común. Las diferentes representaciones externas se dirigen a sí mismas hacia la privatización siguiendo diferentes caminos. Mientras los medios electrónicos ofrecen, en principio, nuevas oportunidades para devolver al conocimiento a un estado de bien común, el capitalismo de datos lleva a una creciente subyugación general del conocimiento, servicio de intereses personales o estatales”[27].

Capítulo 9 – Economía del conocimiento práctico

Nuevamente comienza con un epígrafe de Marx. Ilustra con muy buen tono el desarrollo del conocimiento en la arquitectura. Nuevamente, la parte narrativa de la historia encuentra en estos pasajes los mejores momentos del libro.

Capítulo 10 – Economía del conocimiento en la Historia

Otra vez inicia con una cita de Marx. Aborda la economía del conocimiento en las sociedades no alfabetizadas, en las primeras sociedades alfabetizadas (con datos que son más hipotéticos que documentados), la producción de conocimiento en marcos religiosos, el paso de la producción del conocimiento religioso a una producción de conocimiento filosófico, la producción de conocimiento experiencial, la revolución de la imprenta, la sociedad de conocimiento a principios de la edad moderna (ignorando totalmente al cambio en la libertad de pensamiento que implicó la Reforma), la soberanía, la representación y el surgimiento de los estados modernos, la producción de conocimiento en la era industrial, la guerra como catalizador de conocimiento, lo que llama la megaciencia (“la búsqueda de la ciencia a escala industrial, con grandes inversiones en equipamiento y personal, una elaborada distribución del trabajo y gobernada por procesos de gestión”[28]), el poder transformador de la electrónica y temas derivados de ella. Dedica finalmente un apartado a lo que llama desafío de la ciencia a la autoridad, sin mencionar las dictaduras de pensamiento aplicadas sobre científicos opositores, por ejemplo, dentro de la Unión Soviética. Sin embargo, se toma un tiempo para destacar que “a partir de la década de 1960 los movimientos sociales han desafiado a la autoridad de la ciencia en numerosos campos, desde la física nuclear hasta la química dedicada a los pesticidas, pasando por la psicofarmacología. Por otro lado, los científicos vinculados a grandes corporaciones o grupos políticos conservadores manipulaban el debate para mantener abiertas controversias abiertas a la discusión, incluso después de que se hubiese alcanzado un amplio consenso científico acerca de asuntos como el tabaquismo, la lluvia ácida, el DDT y el cambio climático”[29].

Finalmente también examina lo que denomina el capitalismo académico: “En la economía del conocimiento de la ciencia moderna, las imágenes públicas de la ciencia desempeñan una función importante al actuar como ejemplos mediadores de la interacción entre la ciencia y otros subsistemas sociales. A menudo reflejan los intereses e ideas de grupos concretos, al menos tanto como los procesos mediante los cuales se genera el conocimiento científico. A partir de la década de 1970, la economización de todos los dominios sociales ha promovido la imagen de la ciencia como una actividad que se debe organizar y conceptualizar en términos económicos, albergando así lo que con acierto se ha llamado ‘capitalismo académico’”[30]. De inmediato llega su crítica “Sin embargo, la reducción de la economía del conocimiento a un modelo de mercado monotemático a duras penas promete el éxito a largo plazo, ya sea estrictamente económico o desde un punto de vista social más amplio. Esto es al menos lo que indican los muchos ejemplos que he discutido, lo cual señala al prolongado carácter de la innovación y su dependencia de la inversión pública (ya sea civil o militar), además de la función crucial de la libertad de pensamiento para cualquier tipo de novedad”[31].

Cuarta Parte – Cómo se difunde el conocimiento

Capítulo 11 – La globalización

“A final, la evolución del conocimiento solo se puede entender como un proceso global”[32]; esta afirmación surge de otra posterior, donde advierte que podemos “subestimar la amplitud en la que el mundo se ha conectado, desde hace mucho tiempo, mediante el conocimiento”[33]. Luego pasa hacer un extenso recorrido de lo que llamaríamos la historia de la globalización del conocimiento, desde la prehistoria, tomando como ejemplos la expansión de la agricultura o una innovación como la rueda, hasta la actualidad. Aunque no deja de señalar las contradicciones inherentes a la globalización, la considera una condición necesaria para el surgimiento de la primera ciencia moderna. A partir de allí vuelve al relato histórico sobre la expansión del conocimiento a pesar de las fronteras políticas.

Capítulo 12 – Los múltiples orígenes de las ciencias naturales.

Comienza señalando la necesidad de una perspectiva evolutiva. Enseguida aborda los primeros textos de mecánica -rama del conocimiento de la que se sirve para la mayoría de los ejemplos-, la transmisión de la ciencia europea a China, finalizando con la transmisión en la época de la colonización. Tal como hemos dicho, es en este tipo de capítulos, cuando relata el avance del conocimiento, los momentos donde el libro obtiene su mayor brillo, aunque no siempre coincidamos con sus inferencias y conclusiones.

Capítulo 13 – Las redes epistémicas

El capítulo está dedicado la “transformación o evolución conjunta de las estructuras epistémicas y sociales” utilizando “una herramienta concreta adaptada a este contexto: el análisis de redes sociales”[34], aclarando su alcance limitado. ¿Qué son las redes epistémicas? Son “comunidades organizadas alrededor de sistemas de conocimiento compartido», señalando que “el análisis de redes también es crucial para el modo en que se ordena y se encuentra en la red una vasta cantidad de información”[35]. Además, “albergan el potencial para conocer conexiones o paralelismos entre campos hasta ahora no relacionados, tendiendo así nuevos puentes entre las matemáticas, las ciencias y las humanidades”[36]. Presenta tres modelos de redes epistémicas: centralizada, descentralizada y distribuida; también habla de sus tres dimensiones: las de acción, representada por agentes individuales o colectivos y sus interacciones, las semióticas, que incluye artefactos tecnológicos, libros, publicaciones, signos, y las semánticas, estructuras mentales o cognitivas del conocimiento (los procesos de pensamiento que interactúan con otros). Estas dimensiones modelan el surgimiento y desarrollo de las comunidades epistémicas. Luego explora las redes de la ciencia griega, en los tiempos medievales, en la física cuando Einstein planteó su teoría de la relatividad general. Nuevamente, cuando ilustra con sucesos o anécdotas, es cuando el libro se vuelve más llevadero y cobra su contenido un mayor valor.

Quinta Parte – De qué conocimiento depende nuestro futuro

Capítulo 14– La evolución epistémica

Nuevamente comienza con una cita de Marx y agrega a Darwin. Comienza haciendo un resumen de su posición: “La ciencia moderna es un resultado de la historia global del conocimiento que no se puede entender sin tener en cuenta la interacción del conocimiento con cierta variedad de otras estructuras sociales, en concreto el auge de las economías capitalistas y, posteriormente, industriales. El emparejamiento de la ciencia con la economía tiene una larga historia que se remonta, al menos, hasta la Edad Moderna”. Inmediatamente habla “acerca de la emergencia de un nuevo proceso evolutivo: la evolución cultural. La evolución cultural tuvo su origen como un fenómeno periférico de la evolución biológica (que comenzó con el empleo de utensilios y el aprendizaje social) antes de que terminase convirtiéndose en el proceso dominante de la historia humana”[37]. Pasa a plantearse si la ciencia moderna no será la continuación de ese proceso evolutivo. También se pregunta si procesos evolutivos con capacidades autoorganizativas, basados en la inteligencia artificial pueden llevar a un mundo dominado por las máquinas, relegando al hombre a una función marginal.

Luego de centrarse en esa evolución extendida y la evolución tecnológica, analiza las historias del espacio físico, del tiempo, del surgimiento del lenguaje humano (tema que ahora aborda desde las capacidades comunicativas) y la revolución neolítica.

Capítulo 15 – El éxodo del Holoceno

El holoceno es el periodo que se extiende desde unos 10,000 años a.C., cuando se inició el derretimiento de los glaciares y capas de hielo que produjeron un enorme impacto en el paisaje y en el clima, hasta mediados del siglo XX. El capítulo trata del pase del Holoceno al Antropoceno.

Toma como ejemplo lo sucedido con el nitrógeno y su uso en fertilizantes para exponer las amenazas surgidas como consecuencias inintencionadas de la acción humana. Termina postulando el desarrollo de la geoantropología, una disciplina que une ciencias naturales, ciencias sociales y humanidades, para enfrentar esos riesgos. Nótese que abandona la historia del conocimiento, para advertir acerca de posibles catástrofes causadas involuntariamente por el hombre y, entonces sí, actuar preventivamente mediante el uso combinado de diferentes campos de conocimiento.

Capítulo 16 – El conocimiento para el Antropoceno

Se encuentra encabezado por largo párrafo de Engels y dos líneas del Mahatma Gandhi, a modo de epígrafes. Comienza ocupándose del lugar de la humanidad en el Antropoceno. “La discusión mantenida en los capítulos anteriores indica que lo que resulta tan especial en la historia humana es, en efecto, la emancipación de la evolución cultural de la biológica debido al habilidoso empleo de la cultura material y las tecnologías, las cuales introdujeron un fundamentalmente nuevo tipo de metabolismo en el planeta. La humanidad está cambiando a la Tierra, cubriéndola con artefactos que median entre las sociedades humanas y su entorno, proceso que tuvo lugar con la propia emergencia de la humanidad. Pero ¿qué implica eso para el lugar que ocupa la humanidad en el Antropoceno?”[38].

Cita a Marx para hablar de la ergósfera (el ámbito de trabajo humano) en cuanto a que el hombre no elige sus circunstancias, sino que las confronta, entendiendo “el poder transformador de las intervenciones humanas más allá de sus intenciones y los límites planetarios en los que estas intervenciones se desarrollan… el Antropoceno es ahora un ‘capitaloceno’ en el sentido de que las estructuras económicas, sociales y políticas de financiación capitalista dirigen y moldean fundamentalmente los actuales cambios antropogénicos al llevar a la naturaleza a una función dentro de un mundo externo a la lógica del capital”[39]. A partir de allí, trata el conocimiento local; sorprendentemente, pondera una dictadura como una importante generadora: “Tras la Revolución de 1959, Cuba proporcionó un ejemplo del desarrollo de un avanzado sistema científico en un país subdesarrollado a lo largo de una secuencia parcialmente autodeterminada. A partir de la década de 1970, las colaboraciones con la Unión Soviética y otros países del Pacto de Varsovia moldearon con fuerza el desarrollo cubano, pero el establecimiento de nuevos sistemas educativos y científicos habían comenzado mucho tiempo antes a partir de discusiones internas dentro de la comunidad científica local inmediatamente después de la revolución”[40].

Luego de abordar las insuficiencias, pese a su riqueza, del conocimiento local, pasa al conocimiento oscuro: “la gran separación entre el conocimiento público verdadero y el potencial”[41]. Dicho con otras palabras, aquel conocimiento que es preservado del resto por intereses políticos, militares o económicos. Incluso “las advertencias de los científicos críticos con los inintencionados efectos colaterales de los desarrollos industriales, tecnológicos o científicos parecen una trasgresión a su esfera natural; se mezclan con la política y crean problemas en vez de proporcionar soluciones tangibles en forma, idealmente, de tecnología”[42] lo que, según infiere, favorece la estrategia de sus oponentes. Continúa diciendo: “’Solo una pequeña parte de los fondos invertidos en investigación y desarrollo a lo largo y ancho del mundo se dedica al incremento del conocimiento público. E incluso las investigaciones financiadas con fondos públicos pueden sufrir las constricciones… En la actualidad prevalece una ‘oligopolización’ del conocimiento: cuando pocos saben mucho y muchos saben poco’. Por supuesto, esta oligopolización del conocimiento encuentra condicionada por la oligopolización del poder y viceversa”[43].

Poco después elabora un discurso acerca del conocimiento como bien común: “EJ futuro de la humanidad dependerá de su habilidad para preservar y desarrollar sus recursos compartidos: recursos naturales, como el aire limpio, el agua potable y las fuentes de alimento y energía, y los recursos culturales, como las infraestructuras para la movilidad, la comunicación y la diseminación del conocimiento. Muchos de estos son recursos comunes y, así, corren el peligro de la ‘tragedia de los bienes comunales’, es decir, de un excesivo empleo y su potencial destrucción debido a la tendencia de los individuos a maximizar sus propios beneficios a expensas del bien común”[44].

Hacia el final aborda sucintamente el tema de la digitalización, los sistemas inteligentes y el capitalismo de datos. Lanza una advertencia: “la digitalización es un acelerado proceso de transformación con ubicuas consecuencias. Cambia nuestra vida cotidiana, el mundo laboral, la producción industrial, el mercado y las relaciones sociales… Y cosas peores están por llegar si uno piensa en la integración en el cerebro de tecnologías con implantes cerebrales”[45]. En esta ponencia asume una posición moralista, su visión personal -y, por tanto, subjetiva- en un texto que supuestamente debería ocuparse de temas como el conocimiento científico, caracterizados por la objetividad: “Incluso en las pudientes sociedades occidentales hay mucha gente que sufre la sensación de quedarse atrás, por no hablar de la creciente división digital entre los ricos y los pobres del mundo. El individualismo se convierte en egoísmo, y el egoísmo, en rechazo a los valores comunes. Los populistas construyen mitos originarios para crear un sentimiento de cohesión social, mientras que al mismo tiempo esparcen las semillas de la discordia. La superioridad moral reemplaza a la búsqueda de justicia, los bulos ocupan el lugar del público conocimiento unificador. Una abundancia de información sin precedentes que es difícil evaluar también proporciona cobijo a estos desarrollos”[46].

 Ya al final habla de la necesidad de una red compartida de conocimiento: “es necesario un nuevo pensamiento para transformar la red en una tecnología que facilite la coproducción y compartición del conocimiento para la sociedad global del Antropoceno[47]los desafíos del Antropoceno pueden actuar como un catalizador para la emergencia de una comunidad epistémica global más allá de las trincheras disciplinares, para volverá enfocar la red en problemas de conocimiento y para crear nuevos puestes entre el mundo académico y la sociedad civil”[48].

Capítulo 17 – La ciencia y los desafíos de la humanidad

Inicia el último capítulo con otro pensamiento de Marx y uno de Freud. Fundamentado en la evolución del conocimiento que ha descrito, formula lo que serían sus propuestas: “debemos realinear a la ciencia con los desafíos de la humanidad’[49]. Y aunque no provee soluciones concretas (solo esboza ideas sobre la importancia de localizar y contextualizar lo universal[50]), llama la atención una reflexión final, siempre en el tono moralista del final del capítulo anterior: “Frente a la complejidad de la experiencia humana en un mundo modernizado y globalizado, las religiones tradicionales son cada vez más incapaces de ofrecer orientación en un sentido amplío, en concreto en uno basado en un amplio conocimiento de este mundo. Esta incapa­cidad puede llevar a una retirada frente a los desafíos de este mundo o a violentos intentos por organizar la vida según la relativamente estrecha orientación que las religiones ofrecen con frecuencia, basada en el más limitado inventario de experiencias que constituyen su núcleo… No obstante, algo que es fácil pasar por alto desde esta perspectiva son los milenios de guía que las religiones han ofrecido a individuos y sociedades a lo largo y ancho del globo. ¿Esto no podría ayudarnos a formular preguntas acerca del potencial de la ciencia para orientar a la humanidad?… En la teología cristiana, la escatología se ocupa del destino final de la humanidad. Hoy, como el destino de la humanidad no se puede separar del conocimiento de la ciencia y la tecnología, debemos buscar dimensiones escatológicas en la ciencia y cultivar su función como guía en un mundo frágil cuyo futuro depende de ello”[51].

CRÍTICA A “LA EVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO” DE JÜRGEN RENN

Después de semejante exhibición de erudición, puede sonar petulante esbozar una crítica. Sin embargo, lo hacemos por dos razones. Primero, creemos que la ciencia y el conocimiento no se basan en un dogma ni en una biblioteca y menos aún en los currículums: su valor reside en la posibilidad de ponerlos a prueba a través de su discusión, tal como el debate de las ideas es el germen de la filosofía. La segunda, es que la historia de las ciencias demuestra que se han construido grandes edificios con cimientos inadecuados; resisten un buen tiempo, pero, cuando viene una fuerte tormenta o la tierra se sacude un poco, se vienen abajo. Los cuestionamientos a esos cimientos muchas veces no provienen de los que están adentro del edificio, sino de los que están afuera.

A. Lo más destacable

Comenzamos con las fortalezas del libro. Jürgen Renn exhibe un conocimiento profundo y detallado de la evolución del conocimiento, desde la prehistoria hasta la actualidad. Muestra y demuestra su manejo de campos muy diferentes dentro de las ciencias, donde se destacan la física y, dentro de ella, la mecánica, las teorías de la relatividad general y especial y la mecánica cuántica.

Presenta algunos conceptos útiles y necesarios con certeza y claridad, temas como los objetos desafiantes, problemas de fronteras o la necesidad de redes epistémicas.

Las secciones más interesantes del texto son aquellas donde describe la historia de distintas disciplinas, desde el lenguaje a la arquitectura; allí su narración es ágil y entretenida. Aunque se trata de un libro muy extenso, como estos relatos ocupan su mayor parte, facilitan la lectura.

Insistiendo en el concepto quizás más fuerte de la obra, el Antropoceno, su visión distópica final y sus alertas forman parte del imperativo moral que debe existir en toda disciplina. La ciencia, como muchos recursos, puede ser utilizada para el bien o para el mal, por ello las advertencias sobre los riesgos que se ciernen sobre la humanidad, son legítimos.

Creemos que el mayor mérito de la obra radica en guiarnos en la aventura del pensamiento, pues nos hace aprender y nos obliga a pensar. Es imposible -nos parece- tener una actitud pasiva, sino que el libro nos impulsa a entender, analizar, reflexionar, repensar y cuestionar.

B. Nuestros cuestionamientos

B.1. ¿Conocimiento o pensamiento?

Más allá de la complejidad de la redacción de las secciones de análisis y propuestas, creemos que por momentos se confunde conocimiento con pensamiento. Si bien ambos se retroalimentan, son diferentes: el conocimiento es neutro y acumulativo, pues es esencialmente dato o evidencia; en cambio, el pensamiento es subjetivo, reflexivo y, sobre todo, interpretativo, pues asigna significados; incluso subyacen en el pensamiento componentes morales[52] e ideológicos. Con frecuencia la interpretación que realiza el autor no es la única manera de comprender un hecho, revelando una perspectiva personal que impide darle a sus afirmaciones sobre la evolución del conocimiento un valor universal.

B.2. Premisas ideológicas: el marxismo académico y el anticapitalismo

Esa perspectiva ideológica, bajo la cual plantea los hechos y los interpreta, es lo que llamaríamos marxismo académico. Por ejemplo, cuando en el capítulo VII, acusa a T. S. Kuhn de actuar sesgado por una ideología antimarxista en realidad, nos preguntamos si no es al revés: si no es Renn quien revela en esa opinión sus propios prejuicios y modelos mentales acientiíficos: estructuras de pensamiento no basadas en la ciencia sino en sus creencias. En esa misma línea expresa su visión anticapitalista: “Sin embargo, la reducción de la economía del conocimiento a un modelo de mercado monotemático a duras penas promete el éxito a largo plazo, ya sea estrictamente económico o desde un punto de vista social más amplio”[53]. Si no es el capitalismo, ¿qué modelo ha demostrado ser superior para prometer el éxito a largo plazo? ¿Cuál propone? No encontramos en el texto respuestas a estas preguntas.

A partir de allí, y en un párrafo desconcertante, pondera la dictadura comunista como una importante generadora de conocimiento local, “Tras la Revolución de 1959, Cuba proporcionó un ejemplo del desarrollo de un avanzado sistema científico en un país subdesarrollado a lo largo de una secuencia parcialmente autodeterminada”[54]. Así como ha habido un unánime rechazo por los hallazgos de los experimentos científicos nazis, tomar en cuenta los aportes científicos de una dictadura es una forma de validarla.  Además, la falta de libertad académica, la censura y la intervención estatal sobre la universidad[55] limitaron el desarrollo de una comunidad científica plenamente autónoma durante ese periodo[56]. El comentario de Renn tiene tufillo a propaganda, algo impropio de un obra de este calibre.

B.3. Prejuicios religiosos: la omisión de los crímenes de la Inquisición y el “ninguneo” de la Reforma

Nos sorprendió encontrar cierta ponderación de la Iglesia Católica en cuanto a su contribución educativa, pero ni una sola palabra sobre el régimen de terror impuesto por la Inquisición, que obligó, por ejemplo, a científicos como Galileo Galilei a retractarse de su defensa de la teoría heliocéntrica. Ignorar ese hecho parece un acto deliberado. Resulta aún más curioso que, siendo alemán, no mencione ni una sola vez los aportes de la Reforma a la libertad de pensamiento y, consecuentemente, al avance de la ciencia. Aunque el punto de partida fue la educación (a fines del siglo XVI el índice de alfabetización de la Europa protestante era muy superior a la católica), los aportes de la Reforma al conocimiento científico, gracias al reemplazo de la escolástica medieval por la concepción de la naturaleza como un objeto de conocimiento sobre el que no se aplicaban las leyes de la teología sino las de una ciencia propia, fueron extraordinarios[57]. No se puede entender la evolución del conocimiento desde el siglo XVI hasta nuestros días sin dar un lugar prioritario a la Reforma. Científicos como Francis Bacon, Kepler, Boyle, Linneo o Faraday, precursores de la ciencia moderna, por mencionar solo algunos, fueron protestantes, incluso Isaac Newton, a su manera[58].

B.4. El lugar mínimo que le brinda a la libertad de pensamiento

Sin libertad de pensamiento no puede haber evolución del conocimiento. Empalmando con su silencio sobre el terror persecutorio de la Inquisición y la sorprendente omisión del cambio de paradigma que significó la Reforma, solo una vez menciona la libertad de pensamiento como factor indispensable para el avance de la ciencia. La compartimos en la sección que va debajo; quizás haya alguna más que nos pasó inadvertida, pero es evidente que no ocupa un lugar preponderante en el texto. Conjeturamos que puede deberse tanto a su marxismo académico[59] como a su perspectiva positiva de los estados modernos.

B.5. La visión ingenua del rol de Estado

Los países democráticos son los que han tenido el mayor desarrollo científico y, así como Max Weber halló una relación entre la ética protestante y el espíritu del capitalismo[60], se ha encontrado una vínculo directo entre el capitalismo (en cuanto sistema económico) y la evolución del conocimiento. Esto se hizo palpable no solo durante la revolución industrial sino durante la llegada de las nuevas tecnologías del siglo XX y siglo XXI.  Renn parece preferir un sistema centralizado. Dice “Esto es al menos lo que indican los muchos ejemplos que he discutido, lo cual señala al prolongado carácter de la innovación y su dependencia de la inversión pública (ya sea civil o militar), además de la función crucial de la libertad de pensamiento para cualquier tipo de novedad”[61].No es posible soslayar, en primer lugar, que los mayores aportes a los avances de la ciencia y la tecnología en tiempos de paz provienen de las empresas privadas. Por ejemplo, en 2023 las empresas financiaron aproximadamente el 74% del gasto total en I+D en los países miembros de la OCDE[62].

Pero, más allá de quién pone el dinero, es un acto de ingenuidad pensar que el Estado siempre persigue fines nobles. No llegamos al extremo de Hobbes de creerlo un Leviatán[63], pero la ambición de poder y la conveniencia personal o partidista con frecuencia se pone por encima del servicio a la ciudadanía. Además, los regímenes totalitarios jamás apoyan iniciativas científicas que no concuerden con su ideología. Es sabido por todos que en nombre del bien común se han cometido atrocidades a lo largo de los siglos y que son los gobiernos los que, lejos de compartir información, convierten hallazgos científicos que consideran estratégicos en secretos de Estado y alimentan lo que el propio Renn denomina conocimiento oscuro.

Podríamos presentar más puntos para la discusión, por ejemplo, la debilidad de sus argumentos contra Kuhn y Popper, su creencia en que el propósito vital consiste en la supervivencia de la raza humana, su mención a los valores, pero sin definir cuáles y quiénes los definirían, el desempolve tardío de la vieja teoría del exosoma (la evolución fuera del cuerpo a través de la cultura), la omisión en el apartado desafío de la ciencia a la autoridad de las dictaduras de pensamiento aplicadas sobre científicos, su discurso con aroma a moralina del final, donde oficia como juez o sacerdote[64], pero creemos que estos puntos son suficientes para hacer reflexionar al lector a la hora de leer esta obra que recomendamos. Como decimos siempre, no se base en nuestra opinión: haga su propia lectura y fije su propia opinión.

© Pablo R. Bedrossian, 2025. Todos los derechos reservados.


REFERENCIAS

[1] La gnoseología estudia el conocimiento en general

[2] Fungió durante casi tres décadas como director del Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia y es director fundador del Instituto Max Planck de Geoantropología. Ver “Director Jürgen Renn”, Max Planck Institute of Geoanthropology, https://www.gea.mpg.de/7786/director-juergen-renn

[3] Renn, Jürgen, “La evolución del conocimiento”, Editorial Almuzara, 2024, p.15

[4] p.17

[5] p.19

[6] p.25,26

[7] p.25

[8] p.41

[9] p.48

[10] p.49

[11] p..50

[12] El gólem, según una leyenda, fue creado por un rabino de Praga

[13] p.65

[14] p.83

[15] p.100

[16] p.124

[17] p.127

[18] p.140

[19] p.151,152; para una definición más amplia de modelos mentales, ver el Glosario, p.743

[20] p.159

[21] p.197

[22] p.254,255

[23] p.255

[24] p.269

[25] p.276,277

[26] p.284. La Teoría del Valor de Marx ha sido superada por la Teoría Subjetiva del Valor, desarrollada primero por los “pioneros marginalistas”, destacándose entre ellos Carl Menger, fundador de la Escuela Austríaca de Economía. Entre sus seguidores se encuentran varios ganadores del Premio Nobel, siendo el más insigne Friedrich Hayek (1974)

[27] p.287

[28] p.410

[29] p.429

[30] p.430

[31] p.431 Esta mención colateral es una de las escasísimas menciones que realiza la libertad de pensamiento como requisito indispensable para la producción de conocimiento científico. Dado filomarxia, no sorprende que lo haga en un contexto donde el ejemplo negativo que utiliza son los Estados Unidos guardando absoluto silencio sobre la persecución padecida por científicos durante la Unión Soviética, omitiendo además que el mayor gasto en innovación proviene del sector privado (a quien los estados compran tecnología, incluyendo el armamento militar).

[32] p.437

[33] p.437

[34] p.524

[35] p.525

[36] p.526

[37] p.558

[38] p.653

[39] p.655

[40] p.667

[41] p.672

[42] p.673

[43] p.674

[44] p.678

[45] p.682

[46]p.682

[47] p.695

[48] p.699

[49] p.701

[50] p.702

[51] p.705,706

[52] Por ejemplo lo bueno o lo malo

[53] p.431

[54] p.667

[55] La Universidad de La Habana, fundada en 1728, gozaba de autonomía universitaria desde 1923, lo que le permitía autogobierno, libertad de cátedra y pensamiento crítico. Era un espacio donde coexistían diversas ideologías, incluyendo corrientes liberales, marxistas, nacionalistas y católicas. En 1962 se aprueba la Ley de Reforma Universitaria que elimina la autonomía y se establece el control total del Estado sobre las universidades, mediante el nombramiento de rectores y decanos por parte del gobierno, la supervisión ideológica de los programas y la expulsión de profesores y estudiantes considerados «contrarrevolucionarios».

[56] Por dar solo un par de los muchos ejemplos, científicos de la talla del bioquímico y farmacólogo René Anillo Godoy o el físico nuclear Ramón L. Bonilla tuvieron que exiliarse a causa de la represión del régimen comunista.

[57] Vidal, César, “El legado de la Reforma”, Editorial Jucum, 2016, p.276,284

[58] Isaac Newton era protestante, aunque de una forma muy personal, diferente al anglicanismo oficial; incluso publicó libros sobre temas teológicos.

[59] Aunque conocemos los aportes de Marx a la crítica histórica, es evidente que escribió para un mundo que ya no existe.

[60] Ver Weber, Max, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, 1904

[61] p.431

[62] Sin firma, “R&D spending growth slows in OECD, surges in China; government support for energy and defence R&D rises sharply”, 31/3/2025, https://www.oecd-ilibrary.org/en/data/insights/statistical-releases/2025/03/rd-spending-growth-slows-in-oecd-surges-in-china-government-support-for-energy-and-defence-rd-rises-sharply.html?utm_source=chatgpt.com

[63] Hobbes, Thomas, “Leviatán”, 1651; el título alude a un monstruo marino mencionado en Job

[64] p.682

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