“Se dice que en la Alemania comunista el Ampelmann era el único obrero que iba contento a trabajar” (palabras de un guía turístico)
Aquellos que han visitado Berlín seguramente han sonreído al ver la silueta de un hombrecito con sombrero en los semáforos que ceden paso a los peatones. En rojo, con los brazos extendidos, parece detenido; en verde, el hombrecito simula caminar. Es el Ampelmann, que en dos colores constituye el pintoresco símbolo lumínico que invita a cruzar una calle o a esperar sobre la acera.
El Ampelmann (en alemán Ampelmännchen, «hombrecillo del semáforo») fue creado a principios de los ’60 por el psicólogo Karl Peglau (1927-2009) en la extinta República Democrática Alemana, más conocida como Alemania Oriental, que respondía al poder soviético desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Peglau creía que diferentes formas geométricas asociadas a los colores tradicionales eran las señales más efectivas para ordenar el tránsito vehicular y evitar accidentes. Basado en esa premisa, realizó una propuesta para rediseñar los semáforos; aunque obtuvo mucho apoyo, la iniciativa no pudo ser implementada por su alto costo.
Sin embargo, como el tránsito peatonal tiene necesidades específicas -cruzar la calle puede ser riesgoso, sobre todo para ancianos, personas con limitaciones físicas y niños-, a este imaginativo psicólogo se le ocurrió crear un hombrecito cuyo lenguaje gestual fuera fácilmente comprendido por todos.
Anneliese Wegner, secretaria de Peglau, dibujó el Ampelmann obedeciendo las instrucciones de su jefe. El toque especial lo dio el sombrerito, que, pese a poder interpretarse como un símbolo burgués, obtuvo la aprobación de las autoridades.
En 1961 se colocaron los primeros Ampelmann, que eran simples calcomanías, pero desde 1973 se comenzaron a fabricar los semáforos con el hombrecito del sombrero. Su figura se popularizó al extremo de utilizarse como elemento pedagógico para la educación vial infantil, produciéndose desde tiras cómicas a dibujos animados.
Volver al futuro
Tras la reunificación de Alemana, fueron retirados de las calles lo que provocó un movimiento reclamando su retorno. El diseñador Markus Heckhausen tuvo la idea de recoger los semáforos con Ampelmann en desuso y hacer con ellos lámparas. Obtuvo un éxito comercial tan rotundo que se publicaron notas en los diarios relativas a los Ampelmann.
Desde 2005 retornaron a las calles y se abrieron negocios que comercializan toda clase de objetos con la imagen de este querido personaje. Además, quien escribe ha visto algún Ampelmann en Düsseldorf, y ha leído que hay variantes, incluida la femenina, en algunas ciudades alemanas.
Indiscutiblemente el Ampelman se ha vuelto un ícono popular, una amada imagen retro de lo que fue la Alemania Oriental, pero también puede considerarse un ejemplo de cómo las buenas ideas tienden a perdurar.
© Pablo R. Bedrossian, 2013. Todos los derechos reservados.
CRÉDITOS MULTIMEDIA
Todas las fotografías fueron tomadas por el autor de esta nota y son de su propiedad.
Excelente aporte!
¡Gracias, Moni!
Despues de conocerlo en Berlin, me enamore de él.
¡Gracias, María! Creo que el Ampelmann, ese hombrecito del sombrero, se ha ganado el corazón de muchos. Cordiales saludos.